Hoy es un día de profundo significado para la identidad grandeamericana, la humanización de la lucha, la justicia de género y la reivindicación de la historia patria: llegan a tierras venezolanas los restos de Manuela Sáenz. Nuestra Manuela, heroína ecuatoriana que arriesgó tantas veces su vida por nuestra libertad y que dejando todo entregó su amor incondicional a nuestro Libertador Simón Bolívar, hoy llega por tierras del Táchira, recorriendo nuevamente los pasos seguidos por su amado Simón durante la Campaña Admirable en 1813.
A partir del próximo 5 de julio -aniversario 199 de la Firma de nuestra Independencia política en 1811-, los restos simbólicos de Manuela (sepultada en fosa común en Perú en 1856) reposarán al lado de Bolívar en el Panteón Nacional, como reconocimiento a sus aportes a la emancipación americana.
Es necesario recordar que la historia oficial y sus mecanismos de legitimación, por décadas marcados desde el machismo, han menospreciado el papel jugado por muchas mujeres. De Saénz se nos enseñó básicamente que era la amante del Libertador, dejando de lado su papel protagónico y gallardo en las luchas libertadoras de nuestro pueblo. No en balde, por sus méritos en las batallas de Pichincha y Ayacucho se le otorgó el rango de Coronela. Igualmente injusta ha sido con otras tantas heroínas sometidas al olvido y que estamos obligados a recordar en la representación de las que si han sobrevivido en los registros y la memoria como Juana Ramírez “La Avanzadora”, Josefa Camejo, Teresa Heredia, Eulalia Buroz o Luisa Cáceres, ejemplos como Sáenz del valioso papel de las mujeres en las luchas por la libertad, la igualdad de género y la justicia.
Si hoy en pleno siglo XXI persiste una conciencia machista, veremos con un valor más justo a Manuela, que debió enfrentarse a la sociedad conservadora del siglo XIX vistiendo uniforme de combate, blandiendo su espada en batalla y colocando su pecho en más de una ocasión para proteger la vida de su amado, amén de acompañarlo teniendo éste tantos enemigos, exponiendo su propia vida en cada ocasión que estuvieron juntos.
Que Manuela Sáenz repose en el Panteón Nacional es un acto de reivindicación y un nuevo aporte al rescate de nuestra memoria histórica grandeamericana, que sigue fortaleciéndose.
La noche del lunes y cada noche desde entonces, dormirán juntos nuevamente la mujer Manuela y el hombre Simón.
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