Del baúl de las cosas viejas e inservibles, por no tener nada nuevo que decir, la derecha, siguiendo las órdenes del amo yanqui, desempolvó el manoseado clisé del anticomunismo. Carentes de imaginación las cuñas electorales no pueden ser más balurdas, sin nada nuevo, novedoso, a tono con los tiempos actuales, los copeyanos, entre otros de la fulana MUD, dicen algo dicho millones de veces durante la Cuarta República para asustar a nuestro pueblo.
Una anciana, negra, en su sempiterno papel de sirvienta de los ricos, sale amasando una arepa diciendo, muy ufana, que ella toda su vida ha sido copeyana –de los cinco o diez que deben quedar diseminados por el país después de la debacle sufrida el año 1998 que los barrió de la escena política– y anticomunista, después entra otro anciano, cómplice de todos los desastres sufridos por Venezuela y su pueblo, Enrique Mendoza, que viene a ratificar lo dicho por la anciana y aparecer, subliminalmente, como el salvador de toda esa situación existente en el país. Un dineral –de procedencia dudosa, probablemente de los enviados por la Usaid o la propia embajada gringa en Venezuea, tal vez dinero blanqueado– en una cuña sosa, insípida, con un mensaje totalmente obsoleto.
Evidentemente que la presencia de la cocinera en la cuña, mujer de piel negra, de aspecto humilde está dirigida precisamente a esas miles y miles de mujeres de nuestro pueblo, como las ‘Madres del barrio’, esa a las que la revolución les ha dado una mano, un apoyo económico para que atenúen su situación económica mientras, se les ha otorgado créditos para pequeñas empresas productivas, se las ha organizado en cooperativas u otras formas de asociación, se las apoya para mejorar sus precarias viviendas. Todo a nombre de un sistema humanista y justiciero: el socialismo bolivariano.
Es hacia ella que va dirigida la campaña del miedo, el terror del comunismo, ese horrible régimen que les va a quitar sus hijos y cuantas truculencias apelaba el imperialismo y los gobiernos lacayos en el período de la guerra fría, del enfrentamiento Este Oeste. Por supuesto el pueblo al que va dirigido la andanada de ridiculeces de la campaña ya no es el pueblo de la guerra fría, del demonio del comunismo.
Pero no es la carcacha de lo que queda de Copei el único mini grupo con esa gastada bandera, es una línea de la MUD, del imperio, de la oligarquía, la blandieron todo el período previo al golpe del 11 de abril de 2002, de la campaña del revocatorio en el 2004.
El desprestigiado cardenal Urosa, hombre torpe e ignorante de lo que es la política, al igual que toda la cúpula derechista de la Iglesia Católica, sale al ruedo a terciar con su lenguaje maniqueísta, y, por supuesto, ataca el marxismo-leninismo presente en la revolución bolivariana, en la misma línea anticomunista de toda la oposición.
Mientras más lodo, pestes, mentiras, odio, sobre todo odio visceral vierten todos los lidersuchos de la contrarrevolución contra los candidatos de la revolución a la Asamblea Nacional, al pueblo no le hace mella aquella prédica tunante, le rueda por el carapacho porque ese pueblo ya está alfabetizado, ya cursó la primaria, ya aprobó el bachillerato y cursa la educación superior en la Misión Sucre o en la UBV. De manera que para ese pueblo culto –“ser cultos para ser libres”, proclamaba José Martí– no le es ninguna novedad leer a Simón Rodríguez, a Simón Bolívar, al Che Guevara, a Mao, Fidel, Ghandi, Einsten… Nada sorprendente tiene que haya leído El Manifiesto del Partido Comunista, de Marx y Engels, el Estado y la revolución, de Lenin, y así infinidad de autores no sólo socialistas sino que se ha abierto al conocimiento y al pensamiento universal de todas las latitudes, comenzando por los grandes pensadores venezolanos de ayer y de hoy, los de América Latina y el Caribe.
Ya no le están hablando a un pueblo idiotizado por la ignorancia, por el hambre o la pobreza. La prédica anticomunista ya es para gafos, para esa señora que la utilizan para agredir a un pueblo con la mentira y para agredirse así misma porque está yendo contra su propia clase, contra ese gente humilde de donde ella proviene. No en balde la sutileza racista de la cuña emplea a una mujer de piel negra en el medio de dos blancos.
Las banderas anticomunistas no sólo representan el pensamiento más atrasado, retrógrado y reaccionario sino que permite ver con prístina claridad el tremendo estado de atraso político en el cual están inmersos todos esos sectores que viven, sin ningún género de dudas, en una realidad virtual, en una Venezuela que ya no existe, que desapareció hace 12 años. Se quedaron no doce años atrás, sino a cuarenta años atrás cuando ese gran traidor y genocida que fue Rómulo Betancourt lanzó aquella canallesca consigna: “Aislar y segregar a los comunistas”, “Disparar primero, y averiguar después”. Allí, los partidos AD y Copei, sus principales líderes, no sólo se cuadraron con las políticas de la guerra fría del imperio yanqui, sino que las ejecutaron a fondo y el saldo de aquellas bárbaras y antidemocráticas políticas, represión a fondo, fue el crimen, los desaparecidos, los torturados.
Si nos vamos al lenguaje del mercado, capitalista, podemos decirles que la prédica, la política del terror y el anticomunismo ya no venden, no da dividendos; es un caliche, un periódico de ayer.
¿Quiénes son los portavoces de ese lenguaje tremendista, atrasado, mentiroso del anticomunismo, candidatos a diputados por esa colcha de retazos que es la llamada Mesa de la Unidad?
Menciones algunos: Ramos Allup, Enrique Mendoza, Salas Römer, María Corina Machado, Julio Borges… Parte de la flor y nata de la reacción, de la derecha fascista más recalcitrante; representantes de un pasado ominoso, oscuro, entreguista, vende patria; representantes de la oligarquía criolla. Ellos representan un pasado que más nunca volverá a este país. Son cadáveres insepultos, representantes de una clase que se está descomponiendo, desintegrando, en vías de desaparición. Ellos tal vez no lo perciban. Puede que algunos lleguen al parlamento, pero eso no los salvará de la muerte política pues su momento histórico ya pasó y lo desaprovecharon, es más, no sólo no gobernaron sino que en 40 años, desde antes incluso, cuando comenzó aquel sofisma que llamaron revolución de octubre para anteponerla al vulgar golpe de Estado que AD, Betancourt y los militares encabezados por Pérez Jiménez, le dieron al digno y democrático gobierno del general Isaías Medina Angarita.
¿No dijo aquella miserable cacatúa, cuando el mitin en la sede de Pdvsa Chuao –hoy sede de la Unefa–, previo al golpe del 11 de abril de 2002 que de la Embajada de Cuba se estaban sacando armas para armar los Círculos Bolivarianos e incitó de manera abierta y pública a la agresión que se produjo a la sede cubana al día siguiente y que comandó Capriles Randosnki, la mafia cubano/venezolana, el asesino de López Sisco?
Para las próximas elecciones –si ya para entonces no se han muerto unos cuantos de esos carcamales y momios y no se han ido para Miami–, las de 2012, sean más originales porque ya el anticomunista no asusta ni a los niños.
(humbertocaracola@gmail.com)