En el intento de la oposición venezolana por imponer en la opinión pública una matriz que persigue el desestabilizador objetivo de desconocer la institucionalidad del poder electoral, subyace la absurda pretensión de que los revolucionarios copiemos la depravada conducta que ellos asumieron en el golpe de estado de abril, en el paro petrolero, en las guarimbas, en las anteriores elecciones parlamentarias, etc. Insanía conductual mediante la cual se explicita una especie de carácter masoquista mediante el cual se obtiene placer al ser víctima de sus propios actos de crueldad o dominio.
Afirmamos esto porque si, al igual que todo evento competitivo, las jornadas electorales necesariamente deben llevarse a cabo cumpliendo determinadas reglas de juego que, al ser previamente establecidas, dan adecuadas respuestas al ¿qué hacer?, ¿cómo hacerlo? y ¿con que hacerlo?, entonces, las políticas, estrategias y poderes que resultan victoriosos son aquellos que con más eficacia y eficiencia le saque provechos a dichas pautas. Con fines didácticos tomaremos como ejemplo este hipotético caso en un ámbito como el juego de beisbol que para nosotros es tan ampliamente conocido.
Como bien sabemos, el equipo campeón de un torneo de beisbol resulta ser aquel que logra anotar más carreras que su contrario en el mayor número de eventos programados. En cambio si suponemos que se cambian las reglas de dicho juego y en lugar de ganarse los partidos según el mayor número de carreras anotadas, éstos se ganan de acuerdo al número de jonrones producidos fuera del campo de juego, entonces, el equipo triunfador resultaría ser aquel que lograra producir más jonrones de este tipo en el mayor número de partidos del campeonato. Este cambio de preceptos, sin duda alguna, lleva implícita una variación de las políticas, estrategias y los poderes que deberán establecer y practicar los equipos de beisbol competidores en aras de responder eficaz y eficientemente el trío de interrogantes antes señalado.
De este único cambio dentro de las reglas de juego, resulta lo tabulado de seguidas:
Bajo reglas estándares | Bajo reglas subvertidas |
Constituir un equipo que garantice la actuación simultánea de 9 posiciones en cada uno de los partidos. | Constituir un equipo que garantice la actuación simultánea de 3 posiciones en cada uno de los partidos. |
Agrupar la cantidad de peloteros idóneos para garantizar la actuación simultánea de 9 jugadores en cada uno de los partidos. | Agrupar la cantidad de peloteros idóneos para garantizar la actuación simultánea de 3 posiciones en cada uno de los partidos. |
Garantizar la actuación más eficiente y eficaz para anotar más carreras que su contrario en el mayor número de eventos programados. | Garantizar la actuación más eficiente y eficaz para producir más jonrones fuera del campo de juego en el mayor número de partidos del campeonato |
El contenido de esta tabla nos permite observar las significativas dificultades que para ganar un campeonato de beisbol se les presentan a aquellos equipos competidores que seleccionen equivocadamente las reglas de juego. Al trasladarnos al escenario de la recién finalizada contienda electoral que se llevó a cabo el 26 de septiembre en nuestro país, nos encontramos con que la contrarrevolución necesariamente debe inscribir su actuación en el marco de las reglas de juego que en esta esfera prescribe la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y sus respectivas leyes y, por tanto, al hacer evaluaciones basadas en los cánones de la contienda presidencial están intentando subvertir las normas específicas de los procesos mediante los cuales se eligen los miembros de la Asamblea Nacional.
Al preguntarnos ¿de dónde nace ese intento de subversión por parte de los agrupados en la mesa de ultraderecha (MUD)?, emerge esta respuesta: El intento de imponer las reglas de juego de las contiendas presidenciales en la esfera de la elección de los diputados de la Asamblea Nacional nace de la codicia por el poder que los dirigentes de ultra derecha, cada día en un grado mayor, sufren como secuela de las frustraciones generadas por la cadena de derrotas electorales que la revolución les ha propinado; codicia ésta con la cual tratan de evadir la soledad y la pérdida de seguridad que les forja su amoral y antihumana conducta.
Con este comportamiento, al cumplir su papel de mayordomos del capital, los dirigentes de ultraderecha no hacen más que cavar la fosa donde sepultaremos el mundo al revés que las sociedades clasistas nos han dejado como herencia. Quítanse así una vez más la careta democrática tras la cual tratan de ocultar su propósito desestabilizador.
Como corolario de lo antes expresado podemos afirmar que la ventaja de 33 diputados que hemos obtenido en el recién finalizado evento electoral es consecuencia de que, una vez más, los revolucionarios hemos actuado guiándonos por una política, una estrategia y un órgano electoral que, al ser cimentadas en la verdadera realidad social que vivimos, han adquirido los atributos de eficiencia y eficacia que las coloca muy por encima de sus símiles contrarrevolucionarios y apátridas.
alejandro.nuez973@gmail.com