¿Quién le otorgó deliberancia en nuestros asuntos a Heinz Dieterich?

A Heinz Dieterich le otorgó deliberancia el eclecticismo empírico que incluyó sus postulados -eclécticos también y además oportunistas-, en la Constitución de 1999 y convirtió su, “Socialismo del siglo XXI”, en teoría fundamental de la revolución bolivariana, razón por la cual el señor Dieterich se arroga la autoridad otorgada por la República, para inmiscuirse, opinar y despotricar contra todo lo que le dé su real y copyright gana. Cada vez irrumpe en el gallinero vertical de nuestro legítimo foro político nacional, sin que nadie lo mande a callar; ni siquiera Izarra se atreve a enfrentarlo acorde con sus menesteres comunicacionales e informativos, pero es que Izarrita no puede informar, ni puede comunicar, porque es Ministro a título de publicista improvisado, hijo de papá. No le pidamos peras al horno porque confitero tampoco es.

El conato ensayístico, inmaduro e incompleto, del señor Dieterich, se convierte en panfleto doctrinal gracias a ese eclecticismo empírico que le confiere carácter medular, como propuesta teorética-societal de la administración de Hugo Chávez y sus cinco poderes públicos.  Panfleto en cuestión que no aguanta el mínimo análisis serio, comenzando por su carencia absoluta de metodología; como texto y como propuesta ambiciosísima de refundación republicana bolivariana.

Mediante un discurso ayuno de documentación, plano, sin matices, sin interrogantes y sin dudas por  ausencia de investigación, con citas insustanciales sin vigor referencial y marcada mediocridad intelectual, cimentado exclusivamente sobre inferencias personalísimas del señor Dieterich, de conclusiones sociológicas pueriles y obvias, exposiciones historiográficas de relleno literario, cuadros actanciales de diseño antiestético, el señor Dieterich redunda en su ecléctica oportunista, positivista, estructuralista, postmoderna, lacaniana, conductista, sin llegar a ningún lugar y sin aportar siquiera el interés por un buen material para la discusión, si acaso la hubiere.

Muy a propósito la baza que Dieterich está jugando en cuanto a Pérez Becerra, y el mogote que empieza a mostrar en los hechos, su falacia conceptual, la colcha de retazos teóricos con la que nos venimos arropando estos doce años de particulares experiencias socio históricas. Cierto es que no estamos jugando ni metras ni perinola, no estamos jugando aunque algunos se diviertan, estamos haciendo lo que siempre hemos hecho: vivir. Al vivir se hacen caminos, historias, guerras, sociedades y todas esas cosas que los intelectuales de verdad, convierten en teoría, en filosofía, en libros.

Pérez Becerra hizo efecto mariposa en nuestro caos conceptual, ese que se disparó entre intelectuales, escribidores y opinantes, el mismo que Dieterich está aprovechando para confirmar su deliberancia otorgada, y quien quita le sirva para usurpar beligerancias. Mientras Izarrita nos echa polvito en los ojos con Shakira, la delación anacrónica se hace moda entre caimanes de un antiguo pozo. Mientras se le rinde culto al golpismo militar como acción revolucionaria, se descalifica la guerrilla y se le acusa de terrorista, se persigue y se encarcela así sea en Colombia ¿Qué es eso? El caos teórico, la ausencia de teoría, retórica hueca y prestada, militancia acrítica, ideologización religiosa, panfletarismo doctrinario, sustitución de la reflexión por la consigna y la improvisación por la planificación, sustitución de la organización por la obediencia.

El cinismo con el que tratan a Pérez Becerra los mandantes y los obedientes, es lastimoso por culposo; actúan por voluntad aunque carezcan de intención, no lo hacen adrede pues. Cuando se pierde la brújula, cuando se decreta la unidad, cuando las elecciones son un fin en sí mismas, todos los caminos conducen hacia el centro, de la izquierda o de la derecha. No se trata de las presuntas intenciones de Joaquín entrampado o no, si lo invitaron o no, la cuestión son los hechos, la teoría nace del análisis de los hechos, los libros escritos por otros son referencias, son cultura, son información, no teoría. Teoría revolucionaria es la que se extrae de la práctica, de los acontecimientos, sobre todo cuando son generados por mano, pistola o machete propios, cuando son hechos  provocados conscientemente, es decir, hechos políticos en el quehacer cotidiano del gobierno, del ejército, de lo que sea que constituye la institucionalidad republicana. Reflexionar sobre tales hechos, analizarlos, y sacar conclusiones positivas o negativas, relativas o aproximadas, e incluirlas en el acumulado intelectual, es hacer teoría. Por eso Pérez Becerra dejó a muchos en blanco, sigue en stand by la respuesta de Soto Rojas.

En lugar de analizar y responder desde la perspectiva del estadista, a quienes levantaron voces y manos para que Pérez Becerra no fuera entregado a Colombia -nadie pidió asilo para él en Venezuela-, se envenenó con gas del bueno a los del solar, a las guitarras del 13 de abril, a la poesía de recitales callejeros, a los pendejos de siempre. En todo caso no ha habido hasta hoy una respuesta acertada, ha imperado la retórica del poder ensoberbecido, esa que se impone siempre ante la ausencia de argumentos teóricos, ante el vacío intelectual. Los cancilleres no amenazan ni adjetivan peyorativamente a los pelagatos con sueños y ganas revolucionarias, a menos que en su discernimiento estalle el caos. Los cancilleres tienen cosas más importantes que hacer, así en el socialismo como en el capitalismo.

Un ejemplo nunca revisado de aplicación dogmática del panfleto de Dieterich, y la pretensión incoherente del socialismo ese, lo encontramos en la experiencia de la reforma constitucional: Desde el principio la reforma traía plomo en el ala, se lo puso la Asamblea Nacional, nadie objetó, aunque era pública y notoria la codicia de poder político y económico de los diputados, a la gente no le gustó, el pueblo no pisó el peine, la gente quería única y exclusivamente reelegir a Chávez. Resultaba imposible aquel galimatías tecnocrático sobre la Geometría del Poder y bla, bla, bla, a la gente sólo la motivaba reelegir a Chávez, un solo artículo bastaba, reelegir al Presidente, pero no, los socialistas del siglo XXI pretendieron aprovechar la oportunidad y casi matan la gallina de los huevos de oro, casi se quedan sin portaaviones, tuvo éste que echarse el saco de plomo en los ijares para remontar la cuesta, después que la remontó los diputados le echaron la culpa al pueblo inculto, sin conciencia, atrasado, porque dizque no estaba preparado para el socialismo, y así se hizo caos la codicia,  y así se quedó eso, y así repetirán la curul los cooptados, hasta que la muerte los separe.

Volvemos a Dieterich y su deliberancia en el caso Pérez Becerra. Dicen que la culpa no es del mono sino del que le da la hojilla, mientras ensayamos felices indicadores de economía monetarista a punta de billones y billones de bolívares, mientras se siguen llenando de petrodólares los bolsillos de la oligarquía importadora, mientras al consumismo le llamamos buen vivir, mientras renegamos del pasado, nos anclamos más al presente, nos alejamos más del futuro, y reiteramos el bendito socialismo del siglo XXI, Heinz está bravito y nadie sabe qué será lo que quiere el negro, ¿una embajada?, ¿un ministerio?, ¿una pensión vitalicia?, ¿ derechos de autor?

En materia de teoría revolucionaria todo está por hacerse en Venezuela, pareciera que en Bolivia y Ecuador se habla menos paja y se analizan más los hechos. Los intelectuales chavistas están tan ocupados en hacerse el avestruz o en echarse plomo unos con otros, que no generan ideas propias, los intelectuales chavistas son tan mediáticos como los intelectuales escuálidos, a veces hasta más.  Por cierto, no se trata de pensar lo que se dice ni lo que se hace, no es mojigatería lo que se propone, no es que Chávez hable menos, puede seguir hablando horas y horas, siempre y cuando no sea  de andróginos guerreros en reposo, siempre y cuando el discurso deje de ser monólogo y sea el resultado colectivo del análisis de los hechos, de lo acontecido en cuanto a logros no estadísticos del gasto, a logros políticos sin contar los votos, a transformación en término de saltos cualitativos en la educación, en la salud, en el urbanismo, siempre y cuando la autocrítica no sea mea culpa y expiación. La autocrítica generadora de teoría es análisis, es síntesis y genera acción revolucionaria, no aplausos automáticos.

Según algunos físicos y algunos poetas, del Caos nacen los universos, ojalá el efecto mariposa de Pérez Becerra nos deje un universo propio sin copyrights, ojalá Dieterich se vaya con su música a otra parte y ojalá Joaquín pueda regresar pronto a Suecia, porque mártires sí entierran todos los días.  

kloriamelypz@hotmail.com 







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Kloriamel Yépez Oliveros


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