Repuesta a Heinz Dieterich

Adverso su artículo titulado “La Conducción Política de Fidel y Hugo Chávez” http://www.aporrea.org/ideologia/a126595.html y lo voy a hacer en el mismo orden en el que Usted lo escribió. 
  1. Líderes políticos: causalidades históricas, no casualidades

En absoluto se trata de “casualidades históricas”, como subtitula Usted, o de “eventos aleatorios”, como los denominó Marx. Las condiciones objetivas de un tiempo histórico determinado, el comportamiento de las masas en ese tiempo y el temperamento y carácter de quienes las lideran, ocurre dentro de una dinámica causal, no casual. Hitler irrumpe en Alemania con su temperamento guerrero y su carácter rencoroso, porque las masas arias exigían un conductor que interpretara el profundo malestar que le imponían los tratados de Versalles y Saint-Germain. El sentimiento que privaba en la población germana, las características de personalidad del enajenado que las interpretó y condujo, y la condición miserable de la economía alemana del momento, no fueron tres dados que se lanzaron sobre una mesa de juego y produjeron esas tres caras. Una condición condujo a la segunda, y la segunda a la tercera –y las tres al desastre y al crimen, por cierto- pero lo importante de mi afirmación es que los tres elementos que Usted cita y que ciertamente interactúan, no son producto del azar, sino del azoro que a veces plantea la vida a los pueblos del mundo. 

  1. Cerebro y cuerpo. Estado y sociedad

A su símil biológico, algo forzado por cierto, las revoluciones socialistas proponen lo inverso: que sea la sociedad el subsistema cibernético que conduzca la praxis humana y el Estado la realice. Es decir, que el Pueblo mande y el Estado obedezca. Actuar al contrario es dictatorial. En lo que sí lo acompaño es en conferir a la burocracia el carácter de neurotransmisores, aunque para mi gusto deberían ser neuroejecutores, como el caso de ministros y otros funcionarios. Y es cierto: cuando fallan, todo el sistema se desorganiza y al final perece. La URSS es un ejemplo.  
 

  1. El modelo de dominación de Hugo Chávez

Carisma, amigo mío, y Usted lo sabe bien, es “la especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar a otras”.  Hugo atrae a todos pero sólo “fascina” a algunos. Dicho aún mejor: en mi percepción una mitad del país lo ama y la otra mitad lo odia. Entonces no es su carisma lo que lo sostiene, aunque lo ayuda con su sector. De “bonapartista” sí tiene mucho y es lamentable; por allí pudiera penetrarle la flecha de Paris, porque no es rasgo simpático ni siquiera para su entorno. Y si existe eso que Usted llama “identificación semi-religiosa de sus partidarios para con el líder”, es porque la masa de la población venezolana históricamente excluida de los privilegios de los que sí gozan sus élites económicas, -que por lo demás la han explotado, especulado y expoliado sin misericordia- confían en que el Comandante remediará sus males. Parcialmente lo ha hecho, aunque en forma desordenada e incompleta –Chávez tiene capacidad cognoscitiva, pero no inteligencia emocional- mas la promesa subsiste y la esperanza pervive. Esta es la identificación que los mantiene juntos. Ni carisma ni “religiosidad”; sólo las sentidas necesidades de los más pobres, y las reiteradas expresiones del líder afirmando que las solucionará.  

  1. El modelo de conducción cubana

  Cuba es un milagro de supervivencia. No es tontería soportar más de medio siglo de guerra económica decretada en su contra por el imperio más poderoso en la Historia de la Humanidad. Y sin embargo el mismo Fidel ha declarado sin ambages, que dado el mundo actual, ese sistema ya no sirve ni para ellos. Admite con esto que el socialismo del siglo XX se acabó, y el del siglo XXI no existe. ¿Recuerda Usted que cuándo le preguntaron qué cosa era esto último, el cubano respondió: “Socialismo es Comunismo, y a éste ya lo definieron Marx y Engels”? Con esta declaración “el Caballo” sepultó al término esnobista. Puede Usted discutirlo, amigo Dieterich, pero eso fue lo que declaró el revolucionario de América. 

  1. Superar las fallas de los modelos de Fidel y Chávez

¡Imposible estar más de acuerdo con Usted en este punto! Sólo en algo sustantivo difiero: más que confrontación de clases yo buscaría la cooperación entre clases. Le aclaro: creer en una sociedad actual sin clases sociales, es una ingenuidad. Por supuesto que es hermoso el propósito, pero humanamente inalcanzable e históricamente comprobado. En tanto que un contrato social acordado en términos de equidad, comprensión y humanismo –respetando diferencias insoslayables y por eso es que somos “individuos”- lo considero más probable. ¿Fácil? ¡Dificilísimo! Pero de ello dependerá la continuidad de la especie. Sin él no habrá Universo que analizar ni investigación científico-política qué realizar. Es la revolución que propongo. Al respecto formulé una invitación a la reflexión dirigida a los dos líderes citados, cuando ambos coincidieron recientemente en La Habana. http://www.aporrea.org/internacionales/a126098.html No sé si la leyeron o les interesó. Yo cumplí. Usted también.  

Reciba mis saludos y créame que lo leo con interés y respeto. 

coguevara@yahoo.com   


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César O. Guevara


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