Reciba un cordial saludo de mi parte, me permito hacer algunas reflexiones sobre lo expresado por su persona en el derecho a réplica solicitado con motivo de un artículo de mi autoría publicado en aporrea titulado “La curiosa visión del CNP sobre el proceder mediático y la libertad de expresión” (1).
El racismo, al igual que cualquier otra forma de discriminación, es un grave flagelo que ha existido en la humanidad durante milenios, la historia está llena de penosos episodios que han sido consecuencia de éste, con un saldo de muerte, dolor, represión y humillación contra millones de seres humanos. Afortunadamente la acción de personas y grupos progresistas en diversos escenarios, ha contribuido a combatir este fenómeno a pesar de que sigue existiendo con mucho vigor en buena parte del planeta y amenaza con agravarse a la par de las crisis económicas y sociales que sacuden actualmente al mundo occidental.
En nuestra Venezuela mestiza y cosmopolita, el racismo debería ser un fenómeno completamente ajeno a nuestra idiosincrasia, desgraciadamente esto no es así, rezagos de un pasado colonial que siguen existiendo 200 años después de que se proclamó la independencia de España y se transitó a un modelo sociopolítico republicano y liberal, siguen estando presentes en nuestra sociedad y esto se manifiesta en diversas situaciones de la vida cotidiana, incluidos los mensajes comunicacionales que recibimos a diario.
Un ejemplo claro de racismo en los medios de comunicación está plasmado en el programa “Aló Ciudadano”, del 28 de febrero de 2004 (2), transmitido en el canal televisivo Globovisión, en el cual el señor Leopoldo Castillo, moderador del mencionado espacio se burló de la forma más grotesca del presidente de Zimbawe, Robert Mugabe, en el cual dejó ver un video del dignatario africano somnoliento durante una transmisión oficial de su visita a Venezuela y comparó a éste con la película “El Planeta de los Simios”, seguido de las risas complacientes de su invitado.
Otro ejemplo bochornoso fue el escenificado por la señora Beatriz Majo, en un programa televisivo transmitido por Televen, realizado el 17 de junio de 2007 (3), en el cual tuvo el desparpajo de insultar al gentilicio venezolano, al afirmar que los hijos de esta patria somos “flojos, borrachos, maltratadores de mujeres y ladrones”, además de aprovechar la presencia del actor afrodescendiente conocido popularmente como “coquito”, para insultarlo “suavemente” por su condición sin mayores consideraciones.
Ambos espacios generaron indignación de diversos sectores, tales como el conjunto de embajadores africanos acreditados en Venezuela ante el primer caso, quienes elevaron su voz de protesta, colectivos sociales, individualidades, entre otros. Sin embargo, en ambos casos, el Colegio Nacional de Periodistas (CNP), como gremio en ningún momento protestó por tan claras manifestaciones de racismo, perpetradas por lo demás, por personas, que de acuerdo a la Ley de Ejercicio de Periodismo, vigente hasta el momento, por muy ex diplomáticos, exquisitos, con sangre europea y adinerados que sean, ejercen ilegalmente la profesión.
De este hecho es donde procede mi crítica al comunicado publicado por la Junta Directiva Nacional del CNP en días pasados, el cual deja en evidencia un doble rasero frente al tema del ejercicio ilegal de la profesión y el proceder mediático. No se trata de una “pequeña política” sino de una observación válida y muy pertinente ante esta situación. La única sanción recibida por ambos presentadores de televisión, a pesar de haber insultado a una nación en sus propias narices no fue otra que el rechazo de la mayoría de la opinión pública.
En cuanto al tema del polémico libro “Los Protocolos de los Sabios de Sion”, mencionado y recomendada su lectura por parte de la periodista Cristina González a través de su programa en la Radio Nacional de Venezuela (RNV), es pertinente destacar en primer término que la veracidad de dicho texto es más que cuestionable, además de formar parte de la colección de libros de cabecera de los fascistas contemporáneos, junto a “Mi Lucha” de Hitler y “El Libro Negro del Comunismo”; todos con mensajes claramente reaccionarios que forman parte de la propaganda de la extrema derecha mundial.
La supuesta conspiración “judeo masónica” formó parte también de la retórica del tirano español Francisco Franco, durante las largas décadas que gobernó con puño de hierro esa nación europea luego de destruir tras una sangrienta rebelión militar una de las experiencias revolucionarias más bonitas, motivadoras y libertarias que haya conocido la Europa Occidental en el siglo pasado, tal y como fue la III República Española (1931-1939)
No obstante, el tema central es que mencionar o recomendar un libro, por repugnante que sea su contenido para un sector de la sociedad, no puede ser objeto de la petición de una acción penal contra una comunicadora social ni contra nadie, tal y como lo solicitó la Confederación de Asociaciones Israelitas de Venezuela (CAIV), a órganos del Poder Público Nacional bajo la figura de “castigo ejemplar” contra Cristina González, ya que esto iría en menoscabo del derecho a la libertad de pensamiento y expresión consagrada por nuestra Carta Magna y marcaría un pésimo precedente para el ejercicio del periodismo en nuestro país, donde los delitos de opinión, afortunadamente, no existen.
Vale mencionar, que entre el conglomerado de personas que defendemos el derecho del pueblo palestino a tener un Estado libre e independiente , al igual que defendemos el mismo derecho para el pueblo judío y criticamos los excesos cometidos por el gobierno de Israel en contra de esta sufrida nación, hay quienes por un apasionamiento excesivo se dejan llevar por cualquier instrumento de propaganda anti judía para radicalizar su postura; este no es mi caso y hasta donde me sea posible trataré de alertar sobre esta tentación perniciosa.
Me permito además expresar mi afecto y admiración por el pueblo judío, que a lo largo de la historia de la humanidad ha hecho gala de hijos insignes que han hecho aportes grandiosos en diversas áreas como las ciencias, artes, música, filosofía, entre otros. Mencionar nombres como Baruch Spinoza, Albert Einstein, Leonard Bernstein, Benny Goodman, Woody Allen, Roman Polanski, Carl Sagan, el genial Groucho Marx y revolucionarios de la talla de Karl Marx, León Trotsky y Rosa Luxemburgo, no es cualquier cosa.
Atentamente,
NOTAS:
(1). Disponible en: http://www.aporrea.org/medios/a126610.html
(2). Disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=3COfT3xdYHw
(3). Disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=TjKZ5O3RtbI