A algunos compatriotas les he escuchado afirmar que la caída de Lucio Gutiérrez representará un viraje hacia la izquierda en la conducción del gobierno ecuatoriano; mientras que otros aseguran que Chávez debe colocar sus bardas en remojo, porque la situación vivida en Ecuador revivirá el ánimo de los opositores venezolanos.
Mi humilde opinión es que ninguna de las dos afirmaciones es cierta y que la caída de Lucio no es más que una estrategia de la derecha ecuatoriana para intentar salvar algunas cuotas de poder, ante el avance de un pueblo que ya se ha llevado por los cachos a tres presidentes en los últimos cinco años.
Lo ocurrido en Ecuador no es más que un autogolpe de la derecha. A Lucio le ocurrió lo mismo que a Carlos Andrés Pérez al final de su segundo período.
En aquel entonces, el descontento de los sectores populares y la división en el seno de las fuerzas armadas venezolanas, habían creado una crisis política que podía no sólo acabar con el gobierno, sino con los privilegios que por siempre habían ostentado los verdaderos amos del poder.
Éstos, sin pensarlo dos veces sacrificaron al gocho y lo enviaron a juicio en un intento por ganar tiempo, calmar los ánimos y preservar la mayor cuota de poder posible.
Da risa escuchar a Escobar Salom alardear de que él es el único Fiscal General que ha tomado acciones contra un Presidente; cuando la realidad es que cual marioneta, no hacía sino responder al movimiento que de los hilos, hacían sus titiriteros.
Lo ocurrido a Lucio no está muy lejos de esto. La derecha ecuatoriana se dio cuenta que el descontento popular acabaría con todas las estructuras de su poder y maniobró, tal y como lo hizo la venezolana, para intentar confundir al pueblo y calmar los ánimos.
La destitución del ahora expresidente, no fue más que una payasada. Jamás renunció y si abandonó sus oficinas, fue para salvar su vida; simplemente el pueblo no lo quería y para sus amos había dejado de ser útil.
Olvídense que el nuevo Presidente, por su cuenta, exigirá a los Estados Unidos el fin de sus operaciones en la base de Malta o finalizará con el Tratado de Libre Comercio con ese país; mucho menos se sublevará contra el Fondo Monetario Internacional o se declarará antiimperialista. Él tendrá un discurso similar al que tuvo Lucio durante su campaña electoral, pero hasta allí.
Ahora, eso no significa que Ecuador tendrá que caminar la misma senda que hasta ahora ha caminado; ese pueblo tiene años luchando por su futuro y está abrazado a sueños de libertad y justicia. No será Palacios el que logre calmar esas ansias, por lo que creo que la lucha habrá de continuar.
Por último, para aquellos que creen que el presidente Chávez debe poner sus bardas en remojo, conveniente sería que se enteraran que la popularidad de Lucio no llegaba al seis por ciento y el Presidente hace rato que pasó de setenta… dos realidades que nada tienen en común.