América Latina se debate en uno de los momentos más sensibles de su historia. El pueblo en los diferentes países que la conforman está en la calle. Se recrea una etapa de violencia similar a la vivida por Europa en las primeras décadas del siglo XX, magistralmente recogida por Ortega y Gasset en una (la mejor) de sus obras. La expresión más elocuente de la misma la representa actualmente Ecuador. La crisis política y social ha alcanzado niveles alarmantes y despertado la preocupación del mundo por las consecuencias que pudieran sobrevenir. Los organismos intergubernamentales (OEA, ONU y otros) han mostrado interés, a la vez que han mantenido una cierta prudencia al no pronunciarse. Una actitud, que para algunos se corresponde con los poderosos intereses que están en juego en Ecuador. ¿Ahora cuál es el origen de la conflictividad por la que atraviesa este país bolivariano de Sur América? Responder a una interrogante tan compleja, implica ciertos riesgos y responsabilidades. En cualquier caso, una limitación la constituye no tener acceso a toda la información para llegar a la verdad verdadera. Quizás con el paso del tiempo, la desclasificación de documentos de las agencias de inteligencia estadounidenses permitirá constatar que los acontecimientos determinantes de la crisis -caracterizada por una altísima inestabilidad política (Seis presidentes en menos de diez años) y elevado índice de ingobernabilidad en Ecuador-, es el resultado de la intervención extranjera y la violación de su soberanía nacional. Según Marcelo Larrea, escritor y periodista, director del periódico “El Sucre” de Ecuador la intromisión de los EEUU se concreta a través de “…ongs financiadas con millones de dólares por la USAID, un órgano de Estados Unidos que trabaja estrechamente con la CIA…” (Revista Question, Marzo 2005). Una vez más se repite la historia del Brasil de Joao Goulart, del Chile de Salvador Allende, de la Colombia de Jorge Eliécer Gaitan y en fin, de la Venezuela de Chávez. Obviamente, que una lectura sobre la crisis ecuatoriana impone la consideración de dos circunstancias de carácter político. No puede ser de otra manera, ya que la crisis es eminentemente política. La primera determinada por la importancia estratégica que ha adquirido América Latina en el mundo globalizado, y fundamentalmente Ecuador, por la ubicación privilegiada en la Costa del Pacifico. Se encuentra allí Guayaquil, puerto considerado como el de mayor potencial estratégico de la región. La segunda, tiene que ver con el desarrollo político a lo interno del Ecuador. Es decir, del ejercicio del poder y sus implicaciones para una sociedad de hombres y mujeres humildes, pobres y con muchas carencias, pero que han alcanzado una conciencia mínima de las riquezas y del potencial estratégico de su territorio y de los derechos de participar en la distribución y disfrute de esas riquezas.
Efectivamente, a la lucha por el poder mundial no escapa América Latina, región que concentra un gran porcentaje de los recursos minerales, de los recursos hídricos y de los recursos naturales existentes en el planeta. Para las grandes potencias industrializadas, especialmente para los Estados Unidos de Norte América, el control de la región ha significado -a lo largo de los quinientos años desde la llegada de los europeos a América, pero especialmente en el siglo XX-, y significa el control de sus recursos para ponerlos al servicio de sus aparatos industriales y de la creación de riquezas para sus sociedades, que en ningún caso beneficiaron a los países latinoamericanos. Además de ser evidentes, -han sido suficientemente teorizadas- las diferencias, desigualdades y asimetrías existentes entre los países desarrollados y los subdesarrollados, pobres y atrasados (Sunkel y Paz: Teoría del desarrollo y subdesarrollo Latinoamericano; Edit. Siglo XXI). Paradójicamente,-hay que resaltarlo-, poseedores estos últimos de los recursos naturales y de las riquezas.
Ahora bien, de lo que se trata ante la evidente perdida de espacios del imperialismo norteamericano es de someter, a las poblaciones de los países de la región que se encuentran en rebeldía desde México a la Patagonia en Argentina. Para eso, la existencia del comando sur de la fuerza armada de los EEUU y especialmente de bases militares (v.g. la base de Manta, en Ecuador) que tienen como misión la intervención armada directa (v.g. Panamá, Grenada, Colombia) y/o indirecta apoyando golpes de estado y salidas de fuerza (v.g. Brasil con Castello y Branco, Chile con Pinochet, Argentina con Galtieri y más recientemente Venezuela con Carmona afortunadamente sin éxito),que son la más evidente muestra de la intromisión de EEUU en la región. En Ecuador, -retomando la pregunta sobre el origen de la conflictividad en ese país-, la posición estratégica que tiene este país, desde el punto de vista geopolítico como se señaló más arriba, pone en peligro la hegemonía de EEUU, si se integra políticamente la región. Pero más importante y peligrosa, es vista por EEUU la integración económica de la región, ya que el potencial económico de lograrse la integración fluvial a través de los grandes ríos del subcontinente, a saber Orinoco (Venezuela), Amazonas (Brasil, Ecuador y Perú), Meta (Colombia), y Paraná (Argentina y Uruguay) representa la oportunidad para la región de crear mejores condiciones de intercambio con los EEUU y el resto del mundo. Esto lo saben los norteamericanos y se oponen a la construcción de un canal entre el rió Amazonas y el Puerto de Guayaquil. Sería la conexión del Atlántico con el Pacifico y una salida directa a los mercados asiáticos para Brasil, Argentina y los demás países de sur América. Allí radican las presiones de la administración Bush y su asociación con la oligarquía ecuatoriana para mantener gobiernos genuflexos en el país sureño a los efectos de impedir una obra de esta naturaleza que por cierto fue propuesta desde la época del Mariscal de Ayacucho. Incluso para plantearse la idea de separar Guayaquil del resto del país. Metodología secesionista aplicada en el pasado. Bastaría citar como ejemplo, la intervención del Medio Oriente por parte de EEUU y Europa en los siglos pasados, que fragmentó la nación árabe y permitió el control de su petróleo. En Ecuador, se señala al expresidente León Febres Cordero de liderar y apoyar tales ideas. No cabe duda que estas acciones de intromisión e intervencionismo por una parte y de entreguismo y antinacionalismo por la otra, sean el origen de la rebelión de las masas en Ecuador y en general en América Latina.