Ya antes habíamos escuchado la expresión “Caiga quien caiga”, con la sorpresa para todos de que los que casi caímos fuimos nos-otros con el golpe de estado y el paro petrolero.
Hace unos años, a raíz de la derrota sufrida cuando se sometió a referendum la enmienda constitucional, recuerdo con claridad los mea culpa del gobierno; a través de funcionarios y de discursos del presidente Chávez.
Participé en una reunión evaluativa con el entonces vice-presidente Jorge Rodríguez, en dicho encuentro estaban representantes de redes y movimientos sociales, así como del magisterio.
Un Jorge Rodríguez menos soberbio y sobrado nos escuchaba e inclusive recuerdo que se ausentó de la sala unos minutos con el celular en la mano y al regresar nos dijo, “era una llamada del presidente”....le dije que nos estaban dando duro con la crítica y el presidente me dijo “Aguanta el palo de agua”.
El entonces vicepresidente, recogió todas y cada unas de las denuncias y propuestas con la promesa de darle seguimiento (en mi caso particular, denuncié un entuerto gigantesco y lo enfoqué desde la perspectiva que a él le compete: sicológica; me dijo “te llamaré”...).
Con el paso de los meses, se fue diluyendo el sabor de la derrota, los entuertos siguieron su ruta y los funcionarios que habían sido fuertemente criticados, comenzaron a emerger nuevamente, fortalecidos en cargos nuevos; el enroque seguía intacto.
En otra oportunidad, vivimos una situación cercana al desacato y la rebeldía cuando en unas elecciones del PSUV vimos con asombro como algunos candidatos, que reflejaban un inequívoco rechazo por la recién creada militancia, entraron por la puerta principal a una dirección escogida por cooptación.
Todos terminaron aceptando la imposición, algunos (mi caso) nos retiramos de cualquier vinculo con esa organización y decidimos seguir apoyando el proceso revolucionario desde otras trincheras (en fin, el Psuv es solo una maquinaria electoral).
Hoy, volvemos a sentir la misma sensación frustrante de todos estos años, con el agravante de que tenemos varios procesos electorales cercanos en proceso.
El capitán de la nave levanta la mano y proclama la creación de comisiones de inspección (cuando asumió el poder dijo: no se extrañen que les llegue así de pronto una revisión de cuentas; que hasta yo mismo camuflado, llegue a un hospital a verificar su funcionamiento): Hoy, todos estamos atentos nuevamente a esta nueva instrucción que llena las bitácoras y jefaturas.
Mientras tanto:
el poder judicial sigue vergonzosamente corrompido con los mismos vicios de los gobiernos puntofijistas, caldo de cultivo de la impunidad;
los ministros no son eco de las voces inquietas de su ministerio (caso excepción es el de Villegas, por todos anhelado y querido, como lo fue Eduardo Samán);
el funcionariato se ocupa de colocar amigos y familiares en los “puestos” y ejercer descaradamente el tráfico de influencias;
los funcionarios que resultan competentes en sus cargos son transferidos inexplicablemente a otras tareas que bien pudieran hacer otros (como el reciente caso de Tarek El Aisami, sin duda alguna el mejor ministro de un área tan sensible como la seguridad);
el despilfarro en propaganda efímera e innecesaria (gorras, franelas, vallas, bolígrafos) sigue a todo tren, fomentando riquezas mal habidas, o habidas al calor del discurso social;
miembros del servicio exterior trabajan para intereses personalistas que en muchos casos, son adversos al gobierno que representan;
se enriquecen desporporcionadamente muchos supuestos “afectos” al proceso, cuadros supuestamente revolucionarios cuya labor es aparentemente logística.
Si, todos sabemos que los logros de este gobierno no son comparables con ningún otro habido en la historia de Venezuela, por lo menos en todo el siglo XX y lo que va del XXI; que ha crecido la matrícula escolar y universitaria; que ha mejorado la calidad de vida del venezolano; que nunca como ahora puede sentirse la soberanía.
Pero muy a pesar de todo esto, los malos (en lenguaje cinematográfico), al igual que en las películas de gánsters, con toda su panoplia intimidante de discursos, respaldada por poderosos cargos públicos y supuestas fórmulas y estrategias políticas que solo ellos comprenden, siguen horadando el corazón de los venezolanos, que asombrados ante su impunidad hemos comenzado a rebelarnos nuevamente, a alzarnos como siempre lo hicimos.., sin miedo a la Inquisición que nos califique de contrarrevolucionarios o de practicar no se que cosa sin Chávez; o a ser víctimas de la evaluación de sabios y doctos voceros de la inmaculada élite mediática.
Presidente, todo su esfuerzo merma en buena parte de las instituciones, algunas gobernaciones, direcciones ministeriales y asambleístas (por no decirles diputados, que en algunos casos, es una franquicia) y en el juego del poder por los cargos públicos y los votos.
La adulación y el ejercicio de una supuesta conciencia revolucionaria incólume a su servicio ha sido la bandera de estos gánsters...los malos de la película... que están pero cerquiiiita de usted.
No olvidemos que el pueblo es el protagonista, el guión lo determina la historia, y el presidente... es el muchacho de la película.
Nos-otros, podemos decirle las cosas porque lo queremos, pero su funcionariato, le tiene temor (y muchos son timoratos) y difícilmente le contrariarán.
¡Viva el creciente descontento de los revolucionarios que objetivan su desencanto en acciones reivindicativas, que fortalecen el poder popular y enarbolan la conciencia liberadora, des-colonial y la deconstrucción de la subalternidad!
diegosilvasilva@cantv.net
¡Viva Sabino!
¡Viva Palestina!
¡Larga Vida Presidente Chavez!
¡VIVA APORREA!
Salud!!!
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