Los negros y la diversidad cultural venezolana

“Pero mi piel es clara, y sin embargo, para mí eso no es importante el color de la piel, ni siquiera estoy pendiente del color de la piel de los otros, ¿sabes por qué? porque nadie acá en Venezuela deja de tener un negro en la familia, por muy claritos que seamos...”

María Isabel Blanco Quintero



A partir de 1999, la sociedad venezolana en general y los diferentes actores del quehacer político, económico, jurídico, social y cultural adquieren una herramienta para justificar el tema del reconocimiento de sus diferentes estratos sociales, como un tema de interés para el desarrollo de la experiencia organizada de las comunidades venezolanas que se caracterizan por poseer una piel negra, morena o bachaca, fortalecidas por el uso de las leyes y la necesidad de involucrar al pueblo en la toma de decisiones que afectan su presente y futuro como Nación que aspira a organizar los mecanismos institucionales que favorecen la Democracia Participativa y Protagónica en el país (Venezuela).

En este sentido la realidad censal que se realizó en el 2.011 y llevada a cabo por el Instituto Nacional de Estadística (INE), arrojó unos resultados que demuestran la importancia del reconocimiento de los venezolanos que se caracterizan por poseer una piel negra, morena y bachaca en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y la necesidad de concretar acciones que favorezcan el desarrollo de este derecho por parte de todos los estratos que con forman la venezolanidad…, entendiendo que éste se ha convertido en una necesidad que debe permitir desarrollar a tales estratos sociales en condiciones de igualdad, porque se han convertido en un pilar de mucha importancia para comprender lo que hoy somos, cómo se ha conformado la venezolanidad y lo que seremos en el futuro.

Es por ello que en tal postura se debe partir de la premisa que la simbología se han convertido en uno de los elementos que definen el crisol de identidades que integran la venezolanidad y por ende, nuestro gentilicio que se encuentra personificado en cada uno de nosotros, producto de los encuentros, acercamientos, aceptación y rechazos..., pero todo esto, hizo posible la consolidación de un proceso que enriqueció la cultura venezolana, producto de la diversidad cultural que fue cambiando a través de que se fue dinamizando su proceso histórico vivido, en el que se hizo sobresaliente la manera tan inteligente como el imaginario que posee una piel negra, morena y bachaca (después de haberse mezclados) pasó hacer parte (en calidad de ciudadano) de los nuevos estados nación que se estaba originando en los nuevos continentes descubiertos para los europeos y lo cual lo convirtió en sujeto creador de cultura.

Por ello, en el caso venezolano podemos diferenciar que el elemento simbólico no está determinado por lo étnico, sino por la manera como se instauró el Sistema de la Trata Negrera (lo cultural), como se dio el proceso de desarraigo, como asimiló la cultura europea ( y supo entender la esclavización y como la asimiló en el Tiempo), y como se convirtió en sujeto creador de cultura, donde no solamente se sincretizó lo religioso y sus diferentes formas elementales, sino también la geografía con su vegetación y animales, lo cuales se introducen dentro del discurso simbólico de lo que se expresa en diferentes medios de expresión y principalmente en el arte.

Esta simbología nos permite entender diferentes procesos que permitieron su aporte dentro de la conformación de la venezolanidad, en su relación con otros estados-nación en la América Caribeña que se transformó en un fenómeno de impacto y transcendencia, donde sus formas de aprehensión les permitió crear toda una simbología autóctona que se convirtió en la esencia de la cultura negra venezolana y que dio origen a otras manifestaciones culturales que la hacen diferenciar de la europea como de la africana.

En este sentido, este aporte propició un nuevo sistema de participación centrado en la cohesión y corresponsabilidad que incluyó la visión de un inédito ciudadano, donde se relanzaron nuevos paradigmas que se constituyeron en la base del proceso que originó la venezolanidad, debiéndose favorecer una generación de alternativas que auspicien un sistema que fomenten procesos que transfieran su efectividad dentro del contexto local y para ello se hace necesario adecuarlas dentro de una serie de políticas que estén orientadas dentro de modelos flexibles, en el que la participación sea efectiva y consienta la construcción de una visión compartida que ha venido generado un pensamiento sistémico (Aunque para Stela Araque Contreras “…lo sistémico porque los sistemas son cerrados y cíclicos no permiten las aperturas y las transformaciones, son sistemas”), en función de concebir un ciudadano que tenga una capacidad de comunicación proactiva que a la vez posea un esquema conceptual social actualizado, con el propósito de que pueda discernir en cuando al uso agudo de herramientas que permitan su formación en colectivo.

Esto implica compartir una imagen de futuro que conlleve al desarrollo de la energía generativa de lo humano con la finalidad de afirmar su nacionalidad, construir un país más justo y ético, en el que se tome en cuenta el desenvolvimiento de sus potencialidades, la inventiva, la imaginación productivas, la sensibilidad de percepción y la comprensión de los valores del espíritu[1], donde “la nacionalidad como un concepto de integración y hermandad de todos los hijos de la patria se convierta en una herramienta del amor de los seres humanos que han superado el color de la piel y los estamentos sociales y se integran para formar sus familias (Familias pioneras en el abanderamiento de la paz y la eliminación de las guerras por causas étnicas) que conformaran el todo, la esencia de la nación generando su índice poblacional. Porque debemos reconocer que en los continentes centro y sur americano sobre todo este último ha habido una abanderamiento en la lucha contra las discriminación racial aunque no niega esto marcadas diferencias en los enquistamientos de la mala educación que genera seres deformados en ese ideario espiritual de ser una sola familia nacional sin distingo de razas y posiciones” (Ibídem)..

Es por ello que sobre esas políticas exclusivistas se deben dirigir los esfuerzos de la educación para combatirla y execrarla, a través del amor dejado como ejemplo por esos epónimos negros, bachacos y morenos que en épocas de dominación se enfrentaron a un sistema para romper sus patrones esclavizantes y exclusivistas para integrarse y formar familia sin importar el color de piel, ni la condición social (eso no significa que somos una mezcla racial indefinida que anda buscando desesperadamente que la ubiquen en alguna parte, que le den un contenido científico, porque no somos insumos de laboratorio), puesto que se habían que dado sin geografía ancestral (porque no eran considerados africanos sino piezas de ébanos) porque habían comprendido con mucha importancia su nuevo papel como sujetos creadores de cultura y se hizo necesario crear una nueva geografía espacial diferente a la europea y a la africana.

Una nueva raza decía Bolívar, era necesario dentro su contexto histórico darle un contenido político, en el que había que romper un sistema, en el que era necesario definir quiénes éramos para terminar de romper con las cadenas, con el yugo del propietario del imperio que nos dominaba y nos marcaba a blancos, negros y los mal llamados indios porque Colón murió aún sin saber que no había llegado a las indias, lo peor de todo es que nosotros al parecer queremos seguir en la ignorancia del difunto colón que bastante daño hizo. (Y marcaba a los del mismo color de piel del conquistador porque tampoco deberíamos ignorar que también habían esclavos blancos y los nacidos en este gran continente también eran vistos y utilizados como cancerberos por eso el llamado de Bolívar, no era el afán de darle una connotación étnica sino libertaria). (Ibídem).

Porque no es que no se supiera de dónde salimos porque ningún ser humano en este continente ni en el mundo salió de la nada y por nuestra mezcla étnica y para ser lo que somos nuestros padres y madres ancestrales pagaron muy altos precios…me atrevo a pensar que ningún pueblo de la tierra pagó tan caro el ser la mezcla étnica que somos, ni siquiera en el llamado viejo mundo, donde las diferencias raciales son muy marcadas frente a la homogeneidad dentro de una diversidad que somos los pueblos americanos (Ibídem).

Por lo tanto, toda propuesta de acción que tenga que ver con esta tópico estar ligada a un propósito alimentar esa simbología en lo político y va a tener como esencia, robustecer del autoestima del venezolano[2], a partir de la convicción de que los esfuerzos colectivos y la participación organizada son la base para la materialización de la Republica que está naciendo y allí la cultura juega un papel fundamental porque es el lugar donde se recrea la unidad simbólica del pueblo, los valores universales, puesto que se convierten en el compendio de las actividades espirituales y materiales de la sociedad y en el vehículo más eficaz y legitimo para estimular y enaltecer las posibilidades de expresión del pensamiento y de las aspiraciones del hombre en sociedad. Por ello debemos construir en base a la solidaridad la gran patria bolivariana, esa unión que se hace necesaria y que se ha transformado en la varita mágica para salir del estado de empobrecimiento en que nos tuvieron por muchas décadas los imperios del mundo mientras ellos se apropiaban de todas nuestras riquezas naturales y un grupo muy minoritario representado por AD y COPEY (hoy por Primero Justicia, La MUD, etc.), usufructuaban los poquito que quedaban en la bandeja, lo cual conllevo a que los estratos negros, morenos y bachacos cayeran en situación de pobrezas crónica y se crearon mecanismos donde la simbología que representaban la cultura de estos imperios se convirtió en el modelo a seguir, la cual se imitó y se convirtió en el patrón para todos los venezolanos que ha costado sustituirla a pesar de los esfuerzos hechos por el Gobierno Bolivariano para salir de ella.

En este sentido los venezolanos y venezolanas debemos tomar conciencia y hacernos un llamado a la reflexión proactiva, en el que se haga imperante internalizar la importancia de lo que somos y del país que tenemos, en donde la cultura negra, morena y bachaca han jugado un papel muy importante en su fortalecimiento y es hora que pongamos de nuestra parte para superar los vestigios que implanto el capitalismo, a través de una simbología que se ha hecho imperante que solamente busca como propósito seguir cultivando las leyes del mercados, en el que no les importa ir contra el crisol que hace parte de la identidad, con tal de imponer sus criterios e irrumpir en un mundo donde las brechas se hacen cada día más transparentes, cuyo impacto no soporta la destrucción del ambiente a través de la imposición de la tecnología bélica cuyo propósito busca incentivar las diferencias de clase entre pobres y ricos y adueñarse de sus recursos naturales.

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[1] Por ello no les pudieron quitar al imaginario que tiene una melanina negra su animus, a pesar que se apropiaron de su corpus, en el que se desarraigaron más de trecientos millones de seres vivos por más de cuatrocientos años aproximadamente, muriéndose muchos por diferentes enfermedades, el hambre, la peste o por la desesperación y nostalgia de ser apartados de su geográficos ancestral originaria.

[2] Principalmente la de los emporios originales y la del imaginario que posee una pigmentación negra, al cual no se le han dirigido políticas públicas que sean cónsonas con su idiosincrasia y ello es delicado porque son estratos que se caracterizan por poseer una fragilidad manifiesta y una gran parte se encuentra en situación de pobreza crónica.


legisnegro@gmail.com


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