El 5 de marzo de 2013 partió a otros espacios inmortales nuestro amado comandante Hugo Rafael Chávez Frías. Él presintió su muerte, baste verlo y escucharlo en su última comparecencia pública el 8 de diciembre de 2012, cuando vino de Cuba expresamente a eso, es decir, a su última gran jugada política, porque, hay que decirlo, ni en la mayor gravedad de su salud dejó de tener no sólo su visión estratégica y futurista, sino actuar en consecuencia, o sea, dejar sentadas las bases de la política futura cuando ya no estuviese entre nosotros como en efecto ocurrió. Venezuela y su pueblo fueron siempre su Norte.
Si le hacemos un seguimiento a la conducta política tanto de Chávez como de todo el directorio revolucionario, la dirección del PSUV, después de las elecciones de octubre, apreciaremos que la decisión de proponer al camarada Nicolás Maduro como candidato presidencial, en caso de él no poder asumir las riendas de la conducción del gobierno y del país, no se produjo ese 8 de diciembre, pienso que fue, ante la posibilidad de su muerte o de una tardía recuperación, la concreción de una decisión de alta política que tuvo forzosamente que ser conversada después del triunfo electoral del 7 de octubre con el directorio revolucionario, cuando se comenzaron a presentar los nuevos signos de la enfermedad que se creía estaba conjurada. Probablemente la dureza de la campaña, aquella mojada de varias horas el 4 de octubre con el fin de la campaña en Caracas que seguramente afectó sus pulmones
No sólo era una orientación, una solicitud, una orden en esa reunión donde estaba parte de la Dirección Revolucionaria y donde quedó establecido que Nicolás sería el candidato. Tamaña decisión creo que no podía ser improvisada, tuvo que contar con un debate previo y alcanzarse un consenso no ya en torno a la candidatura de Nicolás, sino en torno a la política a seguir, es decir, la continuidad revolucionaria y la aplicación del Programa de la Patria. Las razones para nominar a Nicolás fueron clara y ampliamente expuestas y razonadas por Chávez en la comentada comparecencia pública o reunión ministerial televisada.
El comandante dijo en esa reunión que la revolución no podía depender de un hombre, de un líder, de una sola persona. Pienso se refería a los tristes hechos históricos donde los procesos dependieron de un hombre y las revoluciones se frustraron: Gucaipuro, Bolívar, Zamora, Argimiro Gabaldón, Fabricio Ojeda entre otros. Claro, Chávez superaba esos hechos de nuestra historia, él no sólo era el líder, encarnaba la revolución, dejó toda una teoría y una ideología política revolucionaria y, sobre todo, una legión de cuadro políticos de primera línea, tanto los que han sido llamados sus Apóstoles, la dirección revolucionaria, sino aquella que se ha ido conformando en el crisol de la construcción del Poder Popular, de sentar las bases del socialismo bolivariano del siglo XXI. Ya la revolución estaba construida, no es que se iban a sentar sus bases. Los líderes que murieron y con ellos las revoluciones no llegaron a alcanzar esos niveles de organización social y popular, Chávez sí. Hoy tenemos un pueblo con conciencia para sí, como diría el viejo Carlos Marx.
Es en ese marco que apreciamos y valoramos la candidatura de Nicolás Maduro, como cabeza de una dirección colectiva, porque esta viene a ser la nueva realidad, ya no hay un líder sino muchos líderes cohesionados y unidos. Ese es el legado que deja el comandante Chávez. Si no llegase a ser así, la revolución se pierde; por eso el enemigo imperialista norteamericano, la oligarburguesía, el cipayismo criollo de la Mud y sus pichones de fascistas han tratado vanamente de encontrar brechas, huecos, “detalles” que evidencien ambiciones, luchas por el poder para dividir el campo revolucionario.
Tenemos ante nosotros el reto de ganar las elecciones del 14 de abril, inesperada oportunidad para la derecha reaccionaria y fascista que salió vapuleada hace 6 meses en los comicios de octubre pasado y su candidato hecho añicos. Pero nuestra Constitución Bolivariana impone nuevas elecciones, ya lo dijo también Chávez, ideólogo de aquel proyecto constitucional y ellos no desaprovecharán la oportunidad de derrotar el chavismo y arremeter contra la revolución bolivariana y sus enormes conquistas.
Pero para la derecha canalla y miserable el tiempo es muy corto; no estaba totalmente preparada para participar en unas nuevas elecciones, de allí que escogieron a un candidato perdedor, no había más nadie a quien lanzar ni tenían tampoco tiempo. El programa político de Radonski es el mismo paquete neoliberal que tenían escondido en las pasadas elecciones y fue denunciado y puesto al descubierto. La política de entrega de nuestra soberanía, de nuestras riquezas, los enormes activos que significan Pdvsa, CANTV, los satélites, las Empresas Básicas de Guayana… ya los tienen negociados con transnacionales norteamericanas, mexicanas, europeas. Ese fue el precio para obtener el apoyo financiero internacional. Ese mundo perverso del capital trasnacional ve en las elecciones del 14 de abril la posibilidad de recuperar la cuantiosa inversión que perdieron en octubre y de hacerse del país más rico e importante del continente.
Para la Revolución el tiempo no es ni corto ni largo, es el tiempo dilatado de una obra revolucionaria hecha en 14 años, allí está su gran fortaleza política, allí radicará su victoria indiscutible para ir en pos de la construcción de la Venezuela bolivariana y socialista. Si la derecha tenía la ilusión que con la muerte del comandante Hugo Chávez se terminaría la revolución, baste ver la respuesta popular a partir del 6 de marzo, cuando sus restos fueron trasladados del Hospital Militar a la Escuela Militar en Fuerte Tiuna. Millones de venezolanos y venezolanas de los estratos más humildes, de la clase media, de los trabajadores, de la FANB, espontánea movilización que aún dura, de la burguesía incluso.
El chavismo, como doctrina política y filosófica, que estaba medio escondida o mezclada con otras corrientes del pensamiento emergió todopoderosa en Venezuela, América Latina y caribeña y en el resto del mundo y es a eso que se va a enfrentar el imperialismo yanqui y la maltrecha derecha en la persona del camarada Nicolás Maduro. Vamos a esta nueva batalla confiados en la victoria pero no dejando de buscar voto a voto el triunfo para brindarle al Comandante por lo menos diez millones de votos.
(28/03/13) (humbertocaracola@gmail.com) (Con Chávez y Maduro el triunfo de la revolución bolivariana y socialista está seguro)