El siglo XXI, viene originando un gran impacto en las teorías tendientes a establecer el control del poder político a través de la participación ciudadana, donde la derecha se resiste a los movimientos urbanos que se dan en el contexto democrático. Entramos a una sociedad de tutelaje político, donde el pueblo se siente comprometido a un principio de valor y paz, cuya masificación es prioritaria porque constituye una concepción de teoría de Estado, cuyo gestor es el presidente Hugo Chávez Frías. Ahora el Estado somos nosotros, la influencia de la ideología es fundamental para desarrollar conceptos jurídicos para conformar una política de derecho.
La disputa del poder por parte de Primero Justicia y Capriles Randosky, nos lleva a reflexionar a como se manejan las cuotas de poder y como fuerzas internacionales generan conflictos internos por intereses generados por quienes desean participar en los principios directrices de ese control que es regido por potencias extranjeras.
Acá, no se va a car la V República. Estamos en presencia de un advenimiento del nacionalismo, con una concepción distinta de Estado y la comunidad como pueblo se arropa al pueblo, en definitiva, existe un apoyo al presidente encargado Nicolás Maduro.
A través de la autodeterminación, el pueblo bolivariano asume su identidad y las minorías se reagrupan en una homogeneidad política en torno a un solo liderazgo y, a pesar de estar dispersos geográficamente invocan a un principio común de llevar a Maduro presidente, abriendo un espacio de conveniencia para retomar conceptos históricos que robustecen la paz y la estabilidad en el seno familiar, es una intensidad de factores con apego a la democracia
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