Pensar la ciencia desde América latina y el Caribe

-Resumen Razonado de un Ensayo de Hugo Zemelman M-

I

Hugo Zemelman M., (Concepción, Chile, 1931-Michuacán, México, 2013). Sociólogo, abogado, con estudios avanzados en ciencias sociales en Flasco. Reconocido intelectual, “…compañero de ruta de Pablo González Casanova y Sergio Bagú y otros”, (www.jornada.unam.mx/2013/). Una persona que en su ansia de conocer la realidad sociohistórica con fundamentos científicos confiables y como apoyo para la transformación social humanística, llegó a ser un denodado investigador y epistemólogo latinoamericanista, quien participa activamente en el movimiento de la Unidad Popular en su Chile natal de finales de la década de 1960 y comienzos de 1973, cuando tuvo de exiliarse en México.
En efecto, luego del golpe militar fascista encabezada por el sanguinario general Augusto Pinochet y que diera al traste con el Gobierno socialista del Dr. Salvador Allende, quien además fuera allí muerto en el momento del bombardeo al Palacio de La Moneda, de acuerdo a otro compañero de ruta de Hugo Zemelman, el Dr. Pablo Tasso, (citado por La Jornada, 2013, 04 de octubre). Así Zemelman vivió en México desde 1973 en adelante y se desempeño como docente e investigador del famoso Colegio de México; también fundó el Instituto Pensamiento y Cultura en América., C. A., Ipecal. Este pensador y científico social murió en Michoacán donde según la fuente periodística antes citada a consecuencia de un infarto el 4 de octubre de 2013.

Los testimonios vertidos a propósito de su partida y recogidos por La Jornada (op cit) coinciden en señalar que este investigador fue un convencido socialista, que impulsó la asunción y creación de un pensamiento descolonizado y la autodeterminación cognitiva y cultural de los pueblos del sur, de tal manera que representa un autor al que habría que leer y estudiar. No sólo por los sectores académicos y/o universitarios sino por los grupos populares, principalmente aquellas comunidades organizadas donde se puedan generar grupos de estudios o de discusión y difusión, que requieren referentes desde la Ciencia social o la Filosofía de la praxis que abran horizontes para la acción.

De la obra directa del citado investigador, en una fuente electrónica del centro de estudios creada por él difunde un texto ensayístico de inquietante título: “Pensar Teórico y Pensar Epistémico: Los Retos de las Ciencias Sociales Latinoamericanas”, (www.ipecal.edu.mx/index.php?...), cuyas ideas o tesis principales, según la perspectiva personal de quien esto escribe, se comentarán a continuación. Líneas éstas que sirven de homenaje a la memoria luminosa y pensar comprometido de este ínclito latinoamericanista. Una cuestión que hoy se revela como más necesaria que nunca, con la presencia a veces avasallante de una discurso y una práctica con pretensiones hegemónicas en lo científico, cultural, económico y político desde ciertos centros de poder mundial; y la irrupción, por otra parte, de nuevos retos a los modelos de ciencia social y sus modos de articular la realidad con vistas a la transformación; y dar sentido humanístico a diversas organizaciones e instituciones del Estado y la sociedad en general.

II

Zemelman en “Pensar Teórico y Pensar Epistémico: Los Retos de las Ciencias Sociales Latinoamericanas”, (op cit) postula algunas ideas (o tesis) que sustenta rigurosamente con arreglo al sustrato ontológico, epistemológico, axiológico y metodológico de lo que podría ser una ciencia social desde el espacio-tiempo latinoamericano-caribeño, al que ésta habría de servir como un instrumento de emancipación mental y como factor amigable y operativo para la construcción socio-comunitaria de unas condiciones de vida adecuadas a las demandas fundamentales que plantean las metas del milenio, señaladas por la Unesco en cuanto al acceso a la salud, educación, cultura, salubridad y demás servicios básicos como agua potable, entro otros.

Una de las ideas o tesis principales de Hugo Zemelman viene a ser que, en sus palabras “…yo definiría en un concepto: el desajuste, el desfase que existe entre muchos corporas teóricos y la realidad”, y cuya palabra clave es “desfase”. El objeto o tema-problema sobre el que discurre la ciencia social, ontológicamente, ese ser social, pues, las estructuras económica-sociales donde se desarrolla la acción de los hombres y mujeres en el tiempo y el espacio; está en continuo movimiento, es una entidad, que como decía el remoto Heráclito en sus fragmentos tiene como constante el cambio; dado que, volviendo a las palabras de Zemelman “…la realidad socio-histórica, tiene múltiples significados. No es una realidad clara, inequívoca, con una significación cristalina a la cual se le pueda abordar sencillamente construyendo teorías o conceptos”, (op cit.).

De lo anterior se tendría de corolario que el llamado sustrato epistemológico de las ciencias sociales, en particular la historia, la sociología y los estudios culturales tienen un talante racional y demostrativo pero en ese empeño debe superar ciertas limitaciones en cuanto a la consistencia en que apoya sus razonamientos y demostraciones, dado que para un mismo evento suelen darse diversas interpretaciones. Pero lo fundamental es el desfase entre la realidad dada, lo que se tiene delante, pues, y la “caja de herramientas” teórico-conceptuales, como día Rigoberto Lanz, que usa el investigador o el simple observador como recursos intelectuales para hacerse de una honesta comprensión de lo acaecido.

La tarea entonces es superar ese “desajuste entre teoría y realidad”, de lo contrario se “incurre” en la construcción de discursos meramente ideológicos, enunciados que ocultan el ritmo de la realidad y la lógica de sentido de las acciones de los hombres y mujeres en los marcos sociales, ello de acuerdo a los intereses de los grupos sociales que ostenten el poder; pero así no se construye conocimiento sino que repetirá prejuicios y argumentos que validan ciertas prácticas sociales descritas acríticamente, a semejanza de cómo reporteros y periódicos falaces propalan ciertas informaciones.

Otra idea de Zemelman es que la resolución a ese mencionado desajuste no es exclusivamente teórico, “en el sentido- de acuerdo a este mismo autor- de que basta con construir un cuerpo de proposiciones con una función explicativa que resuelva de una vez y para siempre el problema”, (op cit); a lo que agrega de continuo: “…La solución, pues, no es teórica, en la medida que el problema es la teoría misma; por eso requiere ser re significada, revisada a la luz de las experiencias de las realidades históricas, muchas veces emergentes, nuevas, inusitadas, imprevistas”, (ídem). Así se entiende que los nuevos contenidos emergentes de las prácticas sociales necesitan de otras categorías y conceptos también nuevos, de tal manera que no hay certezas sino dudas, aproximaciones a la realidad social que deben ser validadas con las lógicas de sentido que los mismos actores sociales asignen a sus respectivas acciones; de donde se tiene que el conocimiento es una creación colectiva y no acción exclusiva de grupos privilegiado; de allí que si bien el pensar teórico tiene ya de antemano contenido ( el de la ciencia normal, en términos de Kuhn), el pensar epistémico no y eso, según Zemelman, “cuesta entenderlo”, ya que se ha permitir que el pensamiento se coloque en las circunstancias, recordando a Popper, con sus “Conjeturas y refutaciones” e interrogados por la realidad misma; ya que “…la centralidad del pensamiento epistémico es la pregunta, no es predicado, no es la atribución de predicados. (…). Se plantea la dificultad de colocarse frente a las circunstancias sin anticipar ninguna propiedad sobre ellas”, concluye este epistemólogo latinoamericanista.

A los fines de “hacer aterrizar la teoría”, como se dice popularmente, leer a este autor “nuestro-americano”, que decía José Martí, resulta provechoso por demás, ya que replantea conceptos muy trabajados por la teoría social tradicional e invita a resignificarlos, como por ejemplo: conflicto social, cambio, poder y procesos históricos, entre otros. Ya que el plano axiológico siempre está presente a lo largo de todo el texto en cuestión, pues constantemente alude a una nueva escala de valores donde la gente pobre recupere su dignidad; y en lo metodológico deja el siguiente encargo: “La cuestión a la que hago referencia es ¿cómo leemos? Todos sabemos leer, todos sabemos descifrar palabras, pero no necesariamente sabemos leer”, desde las lógicas constructoras del discurso de los emisores.



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Luis Saavedra

Docente, Trabajador popular.

 luissaavedra2004@yahoo.es

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