Chávez, un estado de conciencia superior

El fenómeno Chávez, tan admirado por la gran mayoría de seres humanos de buena voluntad, rompe el paradigma que reza “Nadie es profeta en su tierra”, ya que él lo fue, no sólo en su patria amada, sino en lugares remotos del planeta, sin importar distancias, diferencias de idioma, culturales o ideológicas. Lo podemos analizar o interpretar como el resultado de la conducta heroica de ese ser ejemplar que demostró a la humanidad la posibilidad de aproximarse a ese personaje utópico que sólo en novelas de ciencia ficción es posible concebir su existencia. No obstante, debemos ir más allá del significado simple del extraordinario suceso que significó la existencia del referido líder, quien únicamente podría ser comparado en este continente con el genio de América, El Libertador Simón Bolívar.

En este sentido, necesario es reconocer que no es la humanidad de un ser en especial lo que hace tal efecto en el resto de sus semejantes y deja huellas imborrables, a tal punto de ser venerado o lograr que de una manera espontánea se desplieguen multitudes en peregrinación constante durante semanas, para lograr darle su último adiós en el momento de su despedida física. La razón verdadera de que esto ocurra no obedece al personaje físico que alcanza una empatía extraordinaria con sus semejantes y logra ese vínculo mágico de amor obteniendo tales efectos.

Sin lugar a dudas, no es el ser individual quien logra este resultado en un tiempo tan breve. Pudiera compararse con la trascendencia del mensaje de Jesús, el Cristo, quien en tan sólo tres años terrenales dedicados a impregnarnos del sublime aroma de sus enseñanzas de amor verdadero a toda la creación divina, logró trascender en el tiempo y espacio, sin haberse alejado físicamente más allá de unos cuantos kilómetros del lugar de su advenimiento, habiendo alcanzado apenas la edad de treinta y tres años cuando fue crucificado, en una época en donde no existían los medios de comunicación modernos que permitieran la divulgación de su mensaje; luego de más de dos mil años, es ejemplo sin parangón para la humanidad, de una nueva propuesta y un extraordinario concepto revolucionario de humanismo que rompe con lo concebido por el materialismo occidental neoliberal que confronta al capitalismo (o en su fase superior al imperialismo) con el socialismo que plantea un sistema social basado en el desarrollo de un modelo de justicia, igualdad y cuyo principal objetivo es el ser humano, quien es considerado un ser social por naturaleza.

Podríamos decir que cuando empleamos el término “Chávez”, nos referimos a una forma específica de pensar, expresarse y actuar, que obedece a un modelo ético y moral de características muy especiales, con valores de índole humanista y espiritual, con raíces en el cristianismo primitivo; por lo tanto, crítico y revolucionario, que rompe esquemas establecidos del modelo capitalista, planteando un nuevo concepto de sociedad basada en la igualdad y la justicia social.

El suceso que origina que estos hechos ocurran y sean factores de transformación relevantes para la humanidad, es cuando uno de nosotros logra conectarse con esa escala superior de la conciencia universal, que está latente esperando que logremos alcanzar y que permite que nos elevemos a un estado superior de razonamiento y capacidad de ver, analizar e interpretar nuestro entorno, el cual una vez adquirido, no tiene retorno y viene acompañado de una visión sublime de toda la creación que transforma la energía y eleva todo lo que encuentre en su camino. Este despertar a una escala superior de comprensión de la creación y las leyes que la rigen, es lo que marca la extraordinaria diferencia entre aquellos seres que logran penetrar en ese estado de iluminación y sabiduría, que hace que se diferencien del resto de la “bandada” como se denominaría a la humanidad, en la trama de Juan Salvador Gaviota.

Esto significa que lo que marca la diferencia no es un parto fortuito de la naturaleza, que cada cierto tiempo trae un individuo excepcional que transforma los esquemas establecidos y deja una enseñanza que permite seguir avanzando en lo que consideramos nuestra evolución. El hecho se produce cuando alguien logra elevarse a esa escala superior, luego lo demás viene por añadidura, es algo que se podría calificar como mágico, que transforma a ese ser iluminado en su conciencia, en el mensajero elegido, portador de esa sabiduría que se compromete a transmitir.

Es importante saber que cualquier individuo tiene la posibilidad de alcanzar ese nivel de conciencia a través de muchos caminos. Existen dos maestros que nos llevarán irremediablemente a alcanzar ese sublime estado de sensibilidad y comprensión, el AMOR o el DOLOR. Según nuestra experiencia de vida y el sendero que elijamos, seremos guiados a esa escala superior. En la medida que mayor número de seres humanos logren avanzar en ese sentido, será más fácil para el resto hacerlo, porque se va creando una especie de masa crítica con mayor intensidad de irradiación que puede ser captada por un gran volumen de humanos que como receptores de ondas, reproducen el mensaje con facilidad. Entonces podremos decir con certeza, “Yo soy Chávez”, porque en verdad nos referimos a un estado de conciencia, no a una individualidad.

Nuevamente estamos en presencia de ese proceso de transformación, de alguien que evidencia una sorprendente claridad e inteligencia, que todos se preguntan, ¿De dónde proviene tal apertura de conciencia? Me refiero al evidente cambio y madurez del camarada Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, quien en su prédica, más que en su discurso, comienza a evidenciar ese estado al cual me he referido, que evoca la presencia de nuestro Comandante Supremo, Hugo Chávez Frías. Va erigiéndose el líder nuevamente, vemos enfocar en las pantallas de la televisión a rostros de hombres y mujeres con lágrimas en sus ojos que evidencian lo profundo que va llegando el mensaje, tal y como lo fue en un principio con nuestro referido líder de la Revolución Bolivariana. Los hechos hablarán por si solos.

Si alcanzamos entender que sí es posible lograrlo, y razonar el valor de nuestra participación individual en el proceso de consolidación de nuestra Revolución Bolivariana, buscaríamos sintonizarnos con ese estado Crístico superior de conciencia que representa ese despertar a una sociedad socialista verdaderamente humana. Entonces podríamos decir con dignidad “Chávez somos todos” y sólo así seremos invencibles.


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Miguel Ángel Carbajal


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