García Morente (Arjonilla, 1886-Madrid, 1942) en el afamado tomo de sus conferencias madrileñas llamado Lecciones Preliminares de Filosofía (Ediciones Nacionales-Bogotá, Colombia. 1998), texto con el que muchos neófitos, como quien esto escribe, hubieron de iniciar el ejercicio del filosofar. Esto es, pensar, dudar, contrastar y elaborar conceptos, visiones responsables, sostiene que:
Sólo sabrán Uds., qué es filosofía cuando sean realmente filósofos. Por consiguiente, no puedo decirles lo que es filosofía. () ¿Qué quiere esto decir? Esto quiere decir que la filosofía, más que ninguna otra disciplina, necesita ser vivida. Necesitamos tener de ella una vivencia. La palabra vivencia ha sido introducida en el vocabulario español por los escritores de la Revista de Occidente, como traducción de la palabra alemana Erlebnis. Vivencia significa lo que tenemos realmente en nuestro ser psíquico; lo que real y verdaderamente estamos sintiendo, teniendo, en la plenitud de la palabra tener, (P. 8).
En otras palabras, el referido autor invita a su audiencia a involucrarse emocionalmente en los procesos de aprehensión de la realidad, vivencial, como diría Maturana (Santiago de Chile, 1928) en la naturaleza de las cosas reales, pues de acuerdo con Hegel todo lo real es racional y todo lo racional es real. Pero en esa función del conocer entra el juego la emoción, mediante la cual el ser humano es como toma muchas decisiones. Por lo que cabe también decir que sólo se conoce desde adentro del objeto que se conoce y comprometiéndose en ello emotivamente y no solo a través de las dimensiones racionales, con una experiencia exclusivamente de las funciones intelectivas o con la elaboración de nociones abstractas.
En el aprendizaje juega un importante rol la dimensión socio- afectiva, que supone tener una vivencia, una experiencia total, con sensibilidad. Todo lo cual puede llenar de sentido ciertas categorías y conceptos, de tal manera que a pesar de la distancia temporal y geográfica ambos autores, García Morente y Maturana, coinciden en el rol de la vivencia y el emocionar en el aprendizaje, de una disciplina en particular o de todas en general. En tanto en cuanto aluden al vitalismo y el hablar y comprender lo real dado físico-natural y lo cultural-humano a partir del involucramiento emocional. En otras palabras la emoción y el lenguaje en la interacción humana con las cosas, con el mundo y entre los humanos en general son aspectos nodales en la construcción del conocimiento. Ello implica un giro significativo y de nuevo tipo en lo atinente a los fundamentos del pensar y estable así Maturana un nuevo constructo en el campo de las ciencias humanas y sociales.
En efecto, en el libro El árbol de conocimiento, escrito al alimón con Francisco Varela (Santiago de Chile, 1946) y Humberto Maturana, investigan las bases biológicas del conocimiento y señalan que la verdad constituyen un bien compartido y contextualizado, entendiendo con ello que las ciencias humanas y sociales vendrían a ser una mirada reflexiva acerca del quehacer humano, (en: La belleza del pensar, emisión de finales de diciembre de 1995; recuperado el 03 de noviembre de 2013). Igualmente, la verdad bajo esta óptica no representa una mirada estática, un saber-certidumbre, ( en ob cit), anclado en unos criterios de validación petrificados, al modo del ser-ahí de Heidegger
Las ciencias humanas y sociales, recordando en esto a Pierre Vilar (Frontignan, 1906- Saint Palais, Francia, 2013) es una historia en construcción, en términos de meditación y/o en la perspectiva de la reflexión acerca de lo que se tiene delante. Donde resalta, en palabras de Maturana la emoción desde la cual hablamos, como experiencia subjetiva. O desde el apego a visiones de poder político, económico, cultural y/o bajo el apego a posiciones teórico-metodológicas de la tradición que hayan tejido ciertas comunidades científicas y hasta centros militares, que despliegan su determinada forma de hacer ciencia, tecnología o estructuras societales como soluciones únicas y omniabarcantres.
Se impone, en cambio y de acuerdo con Maturana (ob cit) una apertura, actuar en la labor de hacer ciencia social y humana con apertura y sin apegos fijos e inmovilizadores, saltar, por así decir, como los corredores de pista y campo los obstáculos de las certidumbres que suelen derivar de los métodos científicos tradicionales y migrados de las ciencias naturales. En esta modalidad conviene reflexionar, cambiar la mirada introduciendo un nuevo elemento en el proceso del conocer: lo emocional.
Un ejemplo de quien hablaba desde el apego a la Academia militar de Venezuela o Universidad Militar Bolivariana de Venezuela vino a ser el fallecido presidente Hugo Rafael Chávez Frías (Sabaneta de Barinas, 1954-Caracas, 2013), según recuerda Peñaloza-Murillo (2013, noviembre, 03, diario El Nacional, Caracas): No era para menos. Él se formó ahí, (P. Opinión., P 7) Y llegó a amarla tanto que se puede comprender la emoción con la que hablaba de su Casa de los Sueños Azules, hasta poder decir Soy loco de amor por ti, fue un apasionado, según el citado articulista, la institución que lo hizo oficial militar y le permitió armar su proyecto conspirativo revolucionario. Chávez fue exageradamente agradecido con su Alma Mater, la institución armada, (0b cit.). Por otra parte, Chávez en tanto que líder carismático, parafraseando el libro de un autor, fue un amago de las emociones (Uzcategui, JL.1999. Chávez, mago de las emociones, en www.analitica.com). Es decir, alguien que con su lenguajear logró emocionar a amplios sectores de la población venezolana y hasta latinoamericana y caribeña.
Sin embargo, paradójicamente cabría pensar que Hugo Chávez mantuvo una visión tradicional de las ciencias, aquella fundada en la matematización de la naturaleza, demostrativa y cuantificable. Aunque en los últimos años descubrió a Nietzsche y su noción de la voluntad de poder y el eterno retorno, con apertura a la visión trascendente de la religiosidad, renunciando a toda certidumbre derivada de los aportes de las ciencias y técnicas modernas, en particular de la biología aplicada, que es la medicina. Como en el cuadro de Tiziano Cristo Coronado de Espinas, obra que por demás analiza Maturana o más bien lo contempla y medita en El Árbol del Conocimiento, el fallecido presidente Hugo Chávez se aferró al manto sagrado del Mesías.
Como Blaise Pascal (Clermont-Ferrand, Francia, 1623-París, 1662), matemático, físico y filósofo francés y conservando la distancia el líder de la Revolución Bolivariana y del Socialismo del Siglo XXI, fue un hombre escindido, dividido entre la razón fundante de la modernidad y la religiosidad, la emoción y la razón y el conocimiento inteligible.
Maturana (1995) en la entrevista que le realiza Cristian Warnken, (Santiago de Chile, 1961) fuente audiovisual para las presentes reflexiones, (La Belleza del Pensar, Artv, diciembre de 1995, recuperada el 03 de noviembre de 2013), acota algo que se vincula con lo dicho anteriormente. A saber que el mundo en que nos desenvolvemos es de incertidumbre, lo cual nos impide reflexionar. El hecho de creer que todo lo sabemos y conocemos nos limita, llevándonos a encerrarnos en una burbuja y dejar fuera la posibilidad de preguntarnos el porqué de los porqué. En otras palabras: Cómo yo sé que lo que digo lo sé, y sé que esto es cierto.
La opción viene a ser entonces aceptar la incertidumbre y preguntarse cómo es el ser del ente antropológico o el ser humano, en una condición de existencia dada y donde entra en juego la condición de ser un ente antropológico racional y sintiente, como diría también el filósofo español Xavier Xaburí (San Sebastián, 1898-Madrid, España, 1983). Los seres vivos, argumenta Humberto Maturana (ob cit) les es dado vivir en unas condiciones de existencia y de allí emerge una reflexión. Aquella referida a responder la pregunta nodal: ¿Qué tuvo que pasar para que haya vida?, se pregunta Maturana en su Epistemología Biológica. La respuesta es compleja y no es este el lugar ni hay espacio en estas pocas cuartillas para discurrir sobre ello, lo que interesa destacar es que Maturana al respecto que: Me doy cuenta que no puedo tener una experiencia fuera de mí, (por eso) hay que poner la objetividad entre paréntesis. Tener presente que la subjetividad pertenece al objeto, (ob cit).
Por tanto, de lo anterior se concluye que un objeto de conocimiento tendrá tantas respuestas como preguntas sea capaz de realizar el sujeto cognoscente, o tendrá diferentes destellos en la iluminación reflexiva a tenor de la mirada del observador; de tales premisas se tiene de corolario que la antropología cultural enseña, recuerda Maturana, que existen múltiples pueblos en la tierra, con vivencias distintas. Con una lógica de sentido que han tejido por décadas, donde de una generación a otra se entrelazan el razonar y el emocionar, en una red de conversaciones en el que se da el Fluir de la convivencia en el marco de una cultura regional o local o de una civilización; espacios en que se puede comprender la presencia de un nuevo sustrato epistemológico. A saber, el emocionar, como un elemento que es propio de los animales y de los humanos en particular.
En ese particular, el lenguaje viene a ser un vehículo del pensamiento racional pero también un vehículo privilegiado para el expresión emocional. Al respecto Maturana (ob cit) dice:
la vida humana, como toda vida animal, es vida en el fluir emocional que constituye en cada instante el escenario básico desde el cual surgen nuestras acciones. Más aún pienso que son nuestras emociones, y no nuestra razón, lo que determina en cada instante lo que hacemos. El que actuemos desde la emoción no niega La razón, pero le permite a uno darse cuenta que la razón se funda en premisas fundamentales cuya asentación (sic) no es racional sino emocional.
Se ha de entender entonces que la emoción como atributo fundamental y el emocionar como en tanto que acción humana que llena de sentido la vida en la experiencia del convivir, viene a ser un elemento fundante de las organizaciones, en el espacio del vivir y en la coordinación del hacer: Ingeniería, Derecha, Cocinar, Artes visuales, Dramaturgia; en fin, toda esa praxis de elaborar bienes culturales, participar y colaborar en el contexto comunitario, cuidar de sí mismo y de los demás congéneres.
Adicionalmente, y para retomar lo señalado por Peñaloza-Murillo en su suelto periodístico, ya citado y que se llama El Síndrome Alma Mater, (op cit) se queja porque: cuando un ve que, en el caso de los presidentes civiles ( de Venezuela en el tiempo contemporáneo), egresados de las universidades autónomas, nunca se ha manifestado desde el poder un amor semejante (al del presidente Hugo Chávez por la Academia Militar de Venezuela) hacia éstas, la pregunta atónita que nos hacemos la gente de estas instituciones, a raíz de la última huelga universitaria, es ¿por qué nuestros egresados cuando están en el poder, arremeten contra sus universidades de origen, muy diferente a lo que hacen los egresados de las instituciones militares?, ( El Nacional, 05 de noviembre de 2013. Caracas. P. Opinión. 7).
La reflexión es, la universidad autónoma venezolana, ¿no genera lazos emocionales? ¿Por qué sus egresados, para decirlo coloquialmente, son tan mal agradecidos cuando eventualmente llegan al poder? Se convierten en sus peores y feroces enemigos, vuelve a decir Peñaloza-Murillo, pero agrega que: Este síndrome no es nuevo; recuerdo cómo en el gobierno de Luís Herrera Campins y en el de Jaime Lusinchi la universidad autónoma y democrática venezolana fue maltratada, humillada y violada con un estilo diferente de cómo lo hace hoy; y agrega a continuación que también fue despojada por el respectivo gobierno de turno (Guzmán Blanco, 1975-1877; J: V: Gómez, 1908-1935; Pérez Jiménez, 1952-1958; Rafael Caldera, 1969-1974).
Cabe pensar de las anteriores referencias que esa mal querencia de los presidentes civiles en Venezuela hacia su Alma mater seguramente obedece a variadas circunstancias, pero en lo que aquí interesa conviene insertar que puede haber la presencia de un tópico olvidado de la humanidad. A saber que la universidad venezolana suele cumplir sus funciones tradicionales o clásicas de docencia, investigación y vinculación comunitaria, desde el plano que Maturana denomina el mundo de la certidumbre y el rigor teórico-metodológico de la razón instrumental. Y bajo la guiatura de la axiología utilitaria, un obstáculo que impide la contemplación de los objetos sensibles, no permite descubrir sus cualidades y atributos particulares de las cosas. Habitar en la naturaleza o en las condiciones de existencia. Asumir otros criterios de validación, aquellos que propendan a alcanzar acuerdos consensuados y la intersubjetividad, la emoción.
Ergo, se quiere decir que en estos tiempos en que la doxa periodística escrita o audiovisual discurre emotivamente acerca de la transformación universitaria, presupuesto, salarios y autonomía, entre otras, convendría decir que semejante proceso no puede ser sólo en los órdenes técnico-curriculares y administrativos, debe irse a fondo en los planos del fluir de la convivencia y el emocionar, en un modelo axiológico que reconozca el urdimbre entre lo emocional y lo racional.