La guarimba y la batalla de las inteligencias

Aunque los críticos de oficio soslayen su importancia estratégica y los voceros del radicalismo chavista no pierdan oportunidad para cuestionarla, los hechos objetivos de las acciones desarrolladas por el Estado Venezolano, se han demostrado acertadas en lo político, efectivas en lo operacional y victoriosas en lo estratégico; a pesar de la extensión en el tiempo de la confrontación, el costo político interno y externo del uso proporcional y oportuno de la fuerza, las dolorosas bajas propias y las víctima ajenas a la confrontación, el desgaste emocional del personal participante en las operaciones y el reconocimiento de que la fuerza contraria organizada fue superior a la estimada y que todavía quedan residuos operativos en la clandestinidad que no será fácil detectar y neutralizar, dado los apoyos de inteligencia y logística que disponen y las bases sociales en medio de las cuales se movilizan.

De todas las batallas que se han producido a lo largo de estos quince (15) años de Revolución Bolivariana, la que se abrió con la convocatoria a la #LASALIDAYA , el pasado 12 de febrero, con el ataque a la sede de la Fiscalía General de la República, frente al Parque Carabobo, de la avenida México de Caracas, representa la de mayor preparación política, técnica y operacional, tanto por parte de las corrientes fascistas agrupadas alrededor de Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado y del espionaje de los Estados Unidos de América, como por parte del Estado Venezolano, representado por el Presidente Nicolás Maduro Moros, quienes sin delatar sus planes, hicieron uso de los más diversos medios para contener, neutralizar y derrotar al contrario, en un escenario de simulación y confrontación entre el proyecto de Soberanía, Paz y Justicia Social que representan las fuerzas bolivarianas y, el de Dependencia, Violencia y Explotación Capitalista que encarna la derecha fascista.

A pesar del sigiloso proceso de diseño y organización en el exterior de la ofensiva de las fuerzas contra-revolucionarias financiadas por el gobierno de los Estados Unidos, tales movimientos fueron detectados e identificados los actores y factores involucrados, por lo que los altos cargos del Estado Venezolano, desde antes del fallecimiento del Comandante Supremo, Hugo Chávez Frías, ya habían iniciado el proceso de preparación de las fuerzas propias para responder al plan golpista, (Comando Anti-Golpe dixit), lo cual se vio seguramente acelerado por la partida del líder bolivariano y la estrecha victoria electoral del Presidente Maduro y, especialmente, por las dimensiones violentas de la derecha ante su derrota, impulsadas por la incitación a “descargar la arrechera”, hecha por su candidato Henrique Capriles Radonsky; decisión unilateral del dirigente golpista que pareció delatar los planes subversivos que venía organizando la otra fracción del liderazgo contra-revolucionario.

Los complotados y sus experimentados asesores del espionaje usamericano hicieron uso extensivo e intensivo de medios de desestabilización e ingobernabilidad, dirigidos a crear condiciones propicias para el asalto al Poder, tales como la denuncia de escasez de alimentos, la inseguridad y la libertad de los presos políticos, la utilización de grupos estudiantiles y de jóvenes de las urbanizaciones de la llamada clase media para desarrollar tácticas de violencia callejeras, la captación de oficiales activos de la Fuerza Armada, la mundialización de la mediática desinformativa para desacreditar al Estado acusándolo de violaciones graves de derechos humanos, la utilización de los espacios de poder estatal (gobernaciones y alcaldías) para apoyar y sostener el esfuerzo de violencia de calle y, las presiones políticas y diplomáticas externas de los Estados Unidos y sus aliados (caso Panamá-OEA-María Machado).

Estas acciones forman parte de un bien elaborado Plan General que supone contar con una dirección política “abierta”, integrada entre otros, por López, Ledezma y Machado, la cual se articularía con una dirección de logística y operaciones de distracción, simulación y combate, seguramente dirigida por el general Rivero, el Almirante Carratu Molina y el “Aviador” quienes, con el posible auxilio de los alcaldes de las ciudades bajo su dominio político (Muchacho, Blyde, Ocaríz, Scarano, Cochiolla, Trejo y Ceballos), se haría uso de tácticas de violencia callejera, francotiradores, incendios, acoso a chavistas, marchas pacíficas de distracción, declaraciones artistas famosos, redes sociales y hasta nudismo guarimbero, las cuales fueron agotando sus recursos políticos y financieros en la medida en que se hacía evidente que no se trataba de una protesta social y política sino una operación golpista dirigida al derrocamiento violento de un gobierno democrático, lo cual trajo consigo el repudio de parte importante de la comunidad regional e internacional y la aparición de importantes fisuras entre los propios sectores de la derecha.

La batalla dirigida por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela y líder de la Revolución Bolivariana, Nicolás Maduro Moros, ha sido altamente efectivapara alcanzar la victoria porque, en lo político, desarmó desde un inicio la estrategia de confrontación de la derecha subversiva, haciendo un llamado al diálogo sin condiciones, porque siempre hizo un uso proporcional y no letal de la violencia por parte de las fuerzas de seguridad, lo que evitó la generalización de la violencia y el aumento de la víctimas ( aunque hubo que pagar la dolorosa pérdida de nueve (9) funcionarios y elevados daños económicos); contuvo a las organizaciones del pueblo bolivariano dispuestos a enfrentarse a la violencia guarimbera dejándole al pueblo en armas la responsabilidad de defender – “por ahora” - las instituciones , convocó a UNASUR y a la Santa Sede, a convertirse en facilitadores y veedores del proceso de diálogo para la superación política del actual conflicto y, desplegó a nivel regional y mundial, una efectiva campaña de información política, diplomática y mediática que, aún con los desequilibrios informativos frente a las corporaciones globales del Capitalismo, ha podido producir altos niveles de comprensión y solidaridades superiores a eventos similares del pasado.

Finalmente, el factor inocultable de este nuevo intento de derrocamiento de la revolución popular, pacífica, democrática y bolivariana, legada por el Comandante Hugo Chávez, fue el gobierno de los Estados Unidos y sus servicios subversivos de inteligencia, quienes han prestado toda la cobertura financiera, política y diplomática a la estrategia de violencia desarrollada por el sector más radical de la ultraderecha venezolana, promoviendo diversas acciones difamatorias contra el gobierno bolivariano en organismos internacionales, como la OEA y la ONU, las cuales han sido desenmascaradas y derrotadas por la diplomacia venezolana dirigida por el Canciller Elías Jaua Milano y que, en el extremo de su actual desesperación ante la nueva derrota recibida, amenaza con sanciones económicas y políticas, que serán contestada, como corresponde, con severas contramedidas del gobierno del Presidente Nicolás Maduro; sin que ello implique desconocer que no desistirán de continuar apoyando de sus acciones porque su propósito sigue siendo derrocar el gobierno bolivariano para apoderarse de la riqueza petrolera nacional, intentar revertir los procesos de cambios soberanistas con Justicia Social que se vienen operando en América Latina y el Caribe y, hacer retroceder la integración y unión de los pueblos de Nuestra América que viene destruyendo la vieja hegemonía imperialista en la región.


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Yoel Pérez Marcano


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