La crítica actual que realizamos algunos revolucionarios es debido a la expectativa que nos generó el comandante Chávez cuando irrumpió en la vida política venezolana (antes y después de su rebelión militar).
Si a usted le generan una expectativa en torno a un proyecto social asociada a un sistema de pensamiento, cualquiera que este sea, quienes le dan seguimiento a ese proceso, esperan consecuentes asociados a la idea matriz central de ese proceso: los teóricos del capital y la primacía estadounidense en el mundo le dan seguimiento crítico a sus logros a través de la catedral de Wall Street, que les sirve para medir su poder...si suben las acciones, hay respaldo al gobierno imperial...si bajan, a niveles de un break out, hay inconformidad y se diseñan nuevas guerras para sacar adelante la economía de la muerte... y se promociona un cambio de gobierno estadounidense que favorezca esos intereses.
En Venezuela, en el proceso que los chavistas llaman Revolución; se nos ofertó primeramente la Revolución Bolivariana, y segundo, el Socialismo del siglo XXI. En ambas ofertas el socialismo, con el consiguiente control popular sobre los medios de producción, fue una constante; así mismo, se nos habló de: LIBERACIÓN NACIONAL, entendida esta como la independencia alimentaria fundamentada en el trabajo de la tierra (entregada a los campesinos); desarrollo de tecnologías; el deseo firme de abrir rutas para acabar con la dependencia en todos los sentidos; además de evitar toda asociación con la MAFIA mundial del capitalismo neo liberal, representada (entre otros) por el FMI.
Al no detectar la firmeza ante estos postulados y encontrar serias contradicciones entre enunciados y acciones por parte del gobierno, se originan las expectativas de muchos de los críticos que publicamos en aporrea, algunos muy mal llamados pasjuatos.
Claro, hay que establecer una distinción general entre aquellas expectativas que se originan fuera de la naturaleza del proceso revolucionario - que son generalmente las expectativas y deseos de la derecha, que surgen en oposición a la propuesta revolucionaria- y lo ofertado por el proceso, que son aquellas expectativas que están basadas en los enunciados revolucionarios que nos convocaron.
Eso no significa que quienes tengamos puntos referenciales consideremos a los procesos sociales como una especie de estática en donde todo está planificado, y que las contingencias particulares no exigen de cierto dinamismo, inclusive de la improvisación; pero todo ello debe estar asociado y vinculado al fin último del proceso que se defiende, a garantizar su continuidad, a perpetuarse a través de generaciones sin desdibujarse a sí mismo y convertirse en su contrario, a través de eufemismos más o menos dosificados (como los que hace poco empleó Temir Porras), que no son otra cosa que la deserción.
Las salidas que conducen al fin enunciado en el proceso revolucionario pueden ser diversas, (siempre puede haber varios consecuentes)...pero todas y absolutamente todas, deben estar circunscritas al sistema de pensamiento modelo que ofreció el proceso; esto significa que unas pueden ser más radicales que otras, y algunas podrían tener cierto margen de permisividad (el famoso paso atrás) en situaciones de conflicto.
No se es crítico por deseo, sino porque lo plantean las circunstancias y las dudas, o el suspenso ante las posibles salidas en situaciones desfavorables al proceso ...porque cuando se ha precisado salir a defenderlo, o felicitar los logros del gobierno en el escenario revolucionario planteado, LO HEMOS HECHO SIN VACILACIÓN.
PERO CUANDO LAS ACCIONES DEL GOBIERNO PUEDEN SER CONDUCENTES A DESMONTAR EL MUY SIGNIFICATIVO AVANCE QUE SE HABÍA LOGRADO EN LA DIRECCIÓN REVOLUCIONARIA SEÑALADA Y OFERTADA, surgen las inhibiciones, y con ellas las frustraciones que llevan a diferentes posturas:
una de ellas es la de rebúscate como puedas;
la otra es la del apoyo ciego e irreflexivo a toda propuesta de estado;
otra es asumir el riesgo y responsabilidad que significa realizar críticas...
La consecuencia para quienes hacemos crítica, es el cerco y la satanización, PEOR QUE LA QUE SE HACE A LOS AGENTES DE LA DESESTABILIZACIÓN, DEL TERRORISMO, Y DE LA DERECHA QUE CLAMA POR UNA INTERVENCIÓN...esa es la pequeña pero sensible diferencia.
El comandante Chávez citó frecuentemente a Simón Rodríguez, y yo creo que él llego a una interpretación máxima de su filosofía cuando nos legó el documento que algunos llaman “golpe de timón”...porque allí develó la farsa de los eufemismos: un funcionario cree que al ponerle a una avenida o a un supermercado “socialista” ya lo hizo todo....
Estoy hablando entonces de lo que se tiene y de lo que podría estar por venir, sin eufemismos; porque tanto los funcionarios y dirigentes que defienden el gobierno a capa y espada, como los críticos, fundamentan sus lineamientos en cuestiones más o menos hipotéticas cuando no han sido implementadas, pero cuando se evidencian resquicios o grietas entre lo ofertado y el resultado, lo hipotético queda relegado y la realidad se impone.
La expresión “anti-imperialismo” se ha usado en los momentos más álgidos del proceso venezolano, del mismo modo como se ha usado la frasecita mágica “salto de talanquera”, que ahora otros han sustituido por “divisionismo”, ya que este último vocablo (porque no se trata de lucha política e ideológica, sino de como se colocan las minas caza-bobos en el terreno), se adapta más a la contingencia actual: lanzar a los críticos a la hoguera y acabarlos, al señalarlos ante el pueblo revolucionario como los causantes de todos los males y desgracias, de los errores, de las deficiencias, del auge de la corrupción, y de una posible derrota por parte de las fuerzas aliadas al imperialismo estadounidense ocasionadas por la división interna, que según los inquisidores, sería provocada desde la trinchera del pensamiento y no sería el producto de los males citados.
Otros inquisidores, han preferido usar expresiones como “ultra-izquierda” (aunque ya parece que no les surte efecto, porque muchos revolucionarios actuales fuimos tildados con ese calificativo en los años más oscuros de los gobiernos de la cuarta), y algunos usan la expresión “vieja izquierda”, metiendo en el mismo saco a Pompeyo Márquez, Teodoro Petkoff y Gabriel Puerta, junto a Argimiro Gabaldón, Fabricio Ojeda, Nicolas Hurtado y Livia Gouvernier ¿o es que estos últimos cuatro no eran de izquierda?...y si yo les dijera que Paul del Río, el Chino Daza, Humberto Vargas y otros cientos de revolucionarios, entre ellos algunos sobrevivientes de masacres y que apoyan decididamente los postulados originales de Chávez, son de eso que llaman “vieja izquierda” (en donde me incluyo)...
En la medida en que estimulemos el ejercicio de la capacidad de pensar, de la autonomía cognitiva, o sea, el uso y funcionamiento supremo e independiente de la atención significante y la capacidad de relacionar e indagar, cambiando nuestros propios modos de percibir y de significar, lograremos que los militantes revolucionarios crezcan en compromiso y convicción ideológica, y seguirán aumentando las situaciones expectantes con el proceso y sus enunciados, y las inhibiciones aparecerían cuando las acciones del gobierno contradigan los postulados que enuncian como bandera, entonces, sobrevendrán probablemente mas críticas y con ellas...mas pasjuatos, divisionistas, ultraizquierdistas y viejoizquierdistas...marxistas no ortodoxos...comunistas y bolivarianos como Alí y como Chávez...y seguramente, dibujarán una sonrisa en vez de un llanto, cada vez que la mentira averíe una de sus alas.
Cada derrota es una identidad perdida (a medias), lo importante es no perderla completamente, como algunos que pregonan nuevas identidades después que al ser derrotados una vez, asumieron la identidad del contrario y luego se pregonan impolutos defensores de la revolución, o de aquellos que lograron el milagro de la doble identidad y son la mentira, que después de cortar la cabeza a la verdad, anda por el mundo usándola en sustitución de su rostro...como un antifaz.
Viva la unidad cimentada en valores revolucionarios.
salud!!!
diegosilvasilva@cantv.net