Cuando la conocí me sorprendió que antes de escuchar su nombre me mostro su dentadura, mejor dicho, su sonrisa, quizás su alma. María Chirino como buena nativa de la Sierra de Falcón; olvidaba los sufrimientos o los malestares con una travesura de humor, burlándose de la tristeza o señalando la angustia. Tenía sobre sus manos, manos campesinas, el espesor de la tierra y cargar con la labor diaria de madre. Entre la tierra y su piel curtida nos confundíamos en colores. María orgullosa campesina tenía palabra y tenia canto. Mejor dicho cuando hablaba cantaba y cuando cantaba contaba historias. Hablaba con música serrana.
María Chirino nunca me termino de contar sus historias con la lucha de los años 60 en la Sierra, donde muchas noches se acompañaban de ruidos de camiones del ejército con disparos de ráfagas solitarias, los campesinos esperaban que le tumbaran la puerta y los hijos despedir su padre por última vez, no escucharlo por mucho tiempo, porque su voz estaba encerrada y quizás apagada por la muerte. Sabía que tenía muchas historias, igual cuando la escuchare de otros, estoy seguro que María Chirino estaba en el frente de la lucha. Recuerdo que hablando del Comandante Magoya me dijo; Preguntarle a Magoya quien es María Chirino? Nunca dude que era una luchadora. Cuando se formo el movimiento Afrodecendiente en Falcón y apareció José Leonardo Chirino de nuevo, ahora en presencia de sus dirigentes y luchadoras. La Comandante María Chirino estaba levantando su bandera. Porque tenía memoria, memoria de pueblo, sabiduría de gente corrida en la vida. Ella como muchas era José Leonardo Chirino. Como lo canto Ali Primera y como lo mistifico el comandante eterno. María es una revolucionaria que no necesitaba disfrazarse con franelas rojas, como dicen; tenia clarito que su corazón estaba en la izquierda.
Me despierto sobre saltado y me golpea la noticia que María Chirino decidió despedirse y pasar a otro frente de lucha, la eternidad. Me falta el aire, me faltan ganas, me faltan lágrimas y prefiero luchar contra el silencio escribiéndote María. Porque no recuerdo que te agradecí por el cocuy pecallero que me regalaste cuando recibimos la condecoración José Leonardo Chirino, disfrute la celebración. No tengo memoria para contar cuantos dulces de leche de cabra que tu amiga eterna, la Profesora Fulvia Polanco nos traían para endulzar nuestras palabras. Tengo duda cuantas veces me abrazaste y no supe responderte. Lamento no sentarme contigo al lado y contar chistes calladitos ante la tediosa reunión de discursos repetitivos.
Caramba María espero que tus cantos de Salves remuevan el repertorio de cantos celestiales. Tus salveros de San Hilario sabiendo que hoy es día de Reyes arrancan aquí y tú recojas sus notas, que parecen un montón de pájaros de la Sierra en el atardecer. María me quedo con tu sonrisa y tus manos de pueblo que me dejan mucho, solo quiero decirte; Salve María.