Cuatro años han transcurrido, sin embargo, en nuestras almas, aquellos días de abril brotan inevitablemente, haciéndonos revivir aquella avalancha de emociones que fueron desde el duelo humano, la desesperanza política y la alegría revolucionaria de la victoria espontánea y popular. Cuánto dolor surgió, cuánta crueldad se hizo presente, cuánto coraje, cuánta cobardía, cuánto engaño, cuántas ambiciones, cuántas luchas personales y generales. La derecha dejó tras de sí un torpe y premeditado plan firmado con la tinta sangre de nuestros compatriotas. La izquierda, el proyecto socialista, recibió un impulso popular y político inconmensurable, comenzó a adquirir forma un proyecto definitivo e indetenible para poner en práctica la Constitución Bolivariana y avanzar hacia una sociedad alternativa, solidaria, de inclusión. Precisamente los excluidos, los seres invisibles para los gobiernos anteriores, se convirtieron en los protagonistas del rescate de la dignidad, dejando detrás sus temores, sus bienes y hasta sus seres queridos, se echaron las calles del país a reclamar que les fuera devuelto lo que les pertenecía, su Revolución, su Presidente, su esperanza, su futuro, su Patria.
Cuán útil y sabia fue la decisión popular de arriesgarse a todo por recuperarlo todo. Cuatro años más tarde la Revolución Bolivariana se ha consolidado y se ha profundizado gracias a la sobredosis de Pueblo y amor que recibe día tras día. Las comunidades se han organizado para trabajar en conjunto, para reclamar sus derechos y para construir, con el Estado, sus propias soluciones. Aquella visión política tradiconal de gobernantes y gobernados se está superando en Venezuela, nutriendo con cada medida la teoría y práctica de la democracia participativa. Pronto no habrá necesidad de acercar en la mayor medida posible a gobernantes y gobernados, tal como lo planteaba la descentralización político – administrativa de los 90, por la sencilla razón de que las comunidades organizadas, los comités de tierra, salud, agua energía, educación, los invaluables Consejos Comunales, nos harán llegar al punto en el que el pueblo se gobierne, alcanzaremos en buena medida el autogobierno. El Gobierno Bolivariano deposita, más bien le retribuye al pueblo, la confianza que en él ha depositado. Ese doble sentido de la confianza, fomenta la corresponsabilidad, la capacidad de trabajar en equipo, la posibilidad de ejercer contraloría social, la planificación, ejecución y evaluación de las políticas públicas entre todas y todos los ciudadanos.
Aquellos días de valiente abril dieron pie a las Misiones, democratizaron el acceso a la educación, a la salud, a la ciencia, al deporte, a la propiedad, a las tierras, al capital. Abril fue el punto que definió la revolución como tal, dejando atrás las escurridizas tesis reformistas, los inútiles intentos por construir sobre las bases carcomidas de la democracia representativa. Abril 2002 hizo que el mundo entero conociese y entendiese en toda su magnitud el proceso Bolivariano. Después del golpe y la revolución del 13 de abril, el mundo ubicó con claridad en el tablero internacional al Gobierno Bolivariano. Se entendió el rol reivindicativo, el cariz antiimperialista, soberano, integracionista de nuestra Revolución. La izquierda mundial se vio reflejada en aquel pueblo valeroso, en aquel Presidente que adelantaba transformaciones radicales de forma pacífica y democrática, pleno de magnanimidad y coraje infinitos. Los pueblos del mundo se vieron al espejo y allí hallaron la imagen de la lucha libertaria venezolana. De hecho, aquel gesto digno de los ciudadanos de nuestro país fue una de las chispas más encendidas de todo el giro a la izquierda que está viviendo nuestro continente latinoamericano y caribeño. Venezuela les ha demostrado que sí es posible avanzar hacia la construcción de ese otro mundo indispensable. Que sí se pueden generar las transformaciones en democracia si hay claridad en los dirigentes revolucionarios y en las bases populares. Que sí es posible ser libres y soberanos, dignos al dirigirnos a los poderosos y firmes como lo fueron nuestros libertadores hace 200 años.
Hace tres años, al escribir la primera entrega de Aquellos Días de Abril, cerramos con estás palabras, siempre vigentes:
“El pueblo de ropas sencillas y el pueblo de los uniformes y las armas, se conjugaron aquellos días de abril para hacer justicia y regresaron a sus casas y cuarteles a descansar al fin, tras tres días de lucha incesante. Antes de colocarla en sus mesas de noche, la observaron, le quitaron los restos de polvo y sudor, sonrieron y volvieron a leer en su portada: Constitución de la República Bolivariana de Venezuela”.