El Bachaqueo y el paraestado

En las últimas semanas, luego del progresivo cierre de los pasos de frontera entre Colombia y Venezuela, nuestra cotidianidad se ha visto invadida por nuevas categorías discursivas dignas de análisis.

En las esquinas, además de las disertaciones en torno al bachaqueo, (ni el caso Leopoldo López, logró romper esta temática) los discursantes se enfrentan en torno al cierre de la frontera, el contrabando, el dólar paralelo, Dólar Today y, por si fuera poco, ahora se incluyen como categorías: Paramilitar (ismo), parapolítica y paraestado, incluidas recientemente por el presidente de la república en el imaginario colectivo nacional.

Para partir de alguna base, consultamos la fuente prodigiosa del Wikipedia, suerte de colectivo erudito de nuevas tendencias y allí encontramos que:

Paramilitar o paramilitarismo, se refiere a organizaciones particulares que tienen una estructura, entrenamiento, subcultura y a (menudo) función que la de un ejército, pero no forma parte de manera formal de las fuerzas militares de un Estado. Las organizaciones paramilitares, sirven a los intereses del Estado, o grupos de poder en él enquistados, y generalmente están fuera de la ley. Dentro de sus miembros pueden estar fuerzas policiales y militares, mercenarios, integrantes de escuadrones de asalto o grupos de seguridad privados.

Parapolítica (o para-política) es el nombre con el que se conoce al escándalo político desatado en Colombia a partir de 2006 por la revelación de los vínculos de políticos con paramilitares, con posterioridad al proceso de desmovilización que adelantaron varios de los grupos que conformaban las Autodefensas Unidas de Colombia. En Colombia se llama «paramilitares» a los grupos armados ilegales de extrema derecha que se autodenominan como autodefensas y que están generalmente ligados al narcotráfico.

En el caso del término, paraestado, no conseguimos definiciones en Wikipedia, lo cual nos parece verdaderamente insólito, así que cualquiera que se motive, pude ser el primero en definir este término como legado a las nuevas generaciones. Pero en la web conseguimos la tesis doctoral de un colombiano que no solo la define, sino que dedica su trabajo de investigación al tema y luce (confieso que apenas lo ojee), bastante interesante.

William de Jesús Ortiz Jiménez (http://hera.ugr.es/tesisugr/16183605.pdf), investido por su condición de colombiano, se atreve a definir esta situación o realidad de la siguiente manera: "Este paraestado surge, bien sea porque el Estado legalmente constituido cede poder a un grupo insurgente o simplemente establece acuerdos para el control ante el embate de un opositor que le quiere arrebatar a través de la violencia, los derechos que por constitución le pertenecen (…) El Estado, en estos casos, tiene como papel clave, siendo la única fuente legítima de poder y de violencia cuando así se requiera, fragmentarse en una gran miríada de grupos y facciones que se arrogan funciones paraestatales sobre la población, la economía, y el territorio. El conflicto se generaliza e irradia hasta cubrir la totalidad del país."

Este esbozo de ideas puede aclararnos el panorama y visualizar con más claridad el talante o la magnitud del cierre fronterizo. El asunto se torna de interés estratégico nacional. La historia colombiana quiere reflejarse en la nuestra, y eso, hay que evitarlo con mucha fuerza.

La teoría indica que el Estado es el único autorizado para el uso de la fuerza en una determinada sociedad, Y cuando este sede este privilegio a grupos organizados, se teje el entramado para el funcionamiento de fuerzas paralelas (paras) al estado formalmente constituido. En Colombia, la conformación de las denominadas autodefensas, derivaron, como era de esperarse, en las fuerzas para militares que originaron, al amparo del estado, crímenes quizás más atroces que los emanados de la lucha armada de más de 50 años que vive ese país.

En resumidas cuentas el Estado debe asumir su rol, pero la sociedad debe, en correspondencia, actuar para regularse y defenderse.

El modelo del bachaqueo, es una actitud formalizada, generalizada y, prácticamente legitimada en la actual coyuntura. El bachaqero actúa al margen de la legalidad del orden impuesto por la misma sociedad para satisfacer sus necesidades. Hay quienes por una actitud patética, ligada a complejos de clase, compra al revendedor. Hay otros que lo hacen por necesidad y otros por mera flojera. En cualquiera de los casos de la compra, no se puede hacer mucho. Pero en el caso de quien vende sí, porque son grupos organizados, al margen de la propia sociedad, que utilizan la violencia y el chantaje para imponerse, es decir, estamos seguros que nadie quiere a los bachaqueros, pero hay que calárselos. La violencia que se vive en las colas, para imponer el orden de llegada y la compra, hace que el bachaqueo sea un movimiento parasocial y paraeconómico que debe ser atendido con mayor celeridad.

El bachaqueo, al igual que la realidad en la frontera, es el resultado de años de indiferencia, de ver como la violencia se apoderaba de grandes sectores de la sociedad, imponiendo códigos culturales compartidos, los cuales legitiman la violencia como forma de organización. Un ejemplo: los entierros y el significado de la muerte.

Temas para la opinión pública:

Creo que el punto del esquema cambiario impuesto por Colombia en la frontera conforma en buena medida, argumentos sólidos para la base discursiva de la guerra económica. Y siento que es dejado de lado en las más recientes declaraciones públicas. A mi entender, este es un punto crítico y debe ser tratado a mayor profundidad.

Ahora bien, estamos viviendo una guerra permanente que afecta directamente la productividad y la economía nacional, pasando por el estado sicológico individual y colectivo de la sociedad. Esa guerra, agota y debilita la cohesión social. Hay que actuar como sociedad, partido político, organizaciones sociales, consejos comunales para anular el bachaqueo. Y los órganos legislativos deben hacer su trabajo sobre esta materia. No sabemos que hacen concejales y diputados que no legislan sobre esta nueva realidad.

El presidente Santos asegura que el esquema cambiario en Venezuela produce distorsiones tales que degeneran en el contrabando de extracción. Ahora bien, el presidente "olvida" la estrategia cambiaria Colombiana que devalúa el bolívar en la frontera. ¿Qué pasaría en Cúcuta si por cada bolívar entregaran 240 pesos como en Bogotá?

¡Insólito!, domingo 13 de septiembre, 10 am transmiten un programa en el canal TVpaco, por la señal de cable Intercable. El mismo, en su promoción, advierte que es posible gracias al financiamiento de Conatel, se llama "La Siembra de un País". El asunto es que en su presentación inicial muestran el territorio nacional sin el Esequibo.

Juanc.garciav@yahoo.com



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Juan Carlos García


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