Cuando en 1999, se promulga nuestra constitución nacional, y se define nuestro estado como multietnico, plurilingue y multicultural, se rompe definitivamente se con la manera como veníamos comprendido nuestra identidad. No es que seamos una especie de híbridos, producto del mestizaje cultural entre indios, negros y europeos, diluidos en la nada, sino precisamente lo que le da riqueza a nuestra identidad es que estamos conformado por una numerosa diversidad cultural que las políticas de la IV república pretendieron invisibilizar.
Entonces el reto que se le presento a nuestro estado revolucionario luego de 1999, no fue copiar la postura de la derecha tradicional, que haciéndole el juego al liberalismo proponía políticas focalizadas para "algunos sectores" y los demás que se jodieran, pero tampoco la propuesta de la izquierda de políticas universales, iguales para todo el mundo, porque resulta que esa igualdad también arrastraba exclusión. El reto más grande era y siguen siendo la equidad.
Por ello, en esta Venezuela revolucionaria, desde la izquierda, tenemos que revisarnos, y dar la justa importancia a las culturas de los indígenas, inmigrantes, afrodecendientes, colectivos ecologistas, de mujeres, de sexodivers@s, entre otr@s. Nosotros no podemos pensar en un socialismo que excluya al otr@ al utilizar la formula de la igualdad, en lugar de equidad.
El llamado urgente que se hace desde nuestras regiones, es fortalecer lo que somos con nuestra culturas vivas, formas de organización propia, pedagogías propias, cosmovisiones, imaginarios colectivos, idiomas, conexión con la tierra, sistemas de valores, formas de amar, maneras de producir. Reconocer nuestros procesos históricos, nuestras luchas, batallas, victorias, que dan cuenta de nuestra identidad como venezolanos, latinoamericanos y caribeños.
Lo complejo es dibujar políticas nacionales en contextos de diversidad.