En una declaración publicada en este portal (http://www.aporrea.org/ideologia/n278420.html) y originaria de "Panorama Digital" (Martes, 29/09/2015 03:27 PM) el jóven director de orquestas sinfónicas Gustavo Dudamel declaró "No soy político ni activista"
"En un articulo de opinión publicado en el diario Los Angeles Times, el director de la Orquesta Filarmónica de Los Angeles y de la Orquesta Sinfónica Simon Bolivar, de Venezuela, dijo que la presentación conjunta que haran ambas formaciones en la ciudad californiana podria convertirse en un escenario para las manifestaciones" (cita textual)
He esperado que pasara la presentación mencionada por él, para que no vaya a decirse que este escrito tiene intenciones de sabotear alguna actividad específica tal como el mismo Dudamel expresa en relación a sus críticos:
"No soy ingenuo (...) Es posible que los manifestantes intenten usar los conciertos para mostrar su apoyo a favor o en contra de las políticas del Gobierno en Venezuela"
En primer lugar; es posible que el director no sea un militante de algún partido, y en ese sentido podría afirmar que NO ES POLÍTICO (eso no lo hace mejor ni peor director), pero es obvio que sus actividades tienen un inexorable matiz político en la medida en que él si favorece con su ACTIVIDAD a algunos intereses internacionales, que no son precisamente los de la independencia cultural y la lucha contra la hegemonía mundial regentada o tutelada por parte de las siempre potencias dominantes, y su cultura neo-colonial, que nos presentan como universal a toda la humanidad.
Una cosa es la heredad cultural y el papel que ella desempeña en nuestra historia (y no siempre asumida voluntariamente), y otra es el tributo permanente a esta herencia (actividad central del joven director), práctica que la coloca en un lugar preeminente o predominante por sobre las manifestaciones propias; así como también contribuye a la obnubilación de las culturas de los países que hemos sido hermanados a través de una larga trayectoria de luchas (léase países de América); o de aquellas culturas que han sido tratadas de invisibilizar por la poderosa ficción de universalidad con que es ataviada la cultura de cuatro o cinco países de Europa Central y de casi doscientos años de su historia (y que el director representa esencialmente en su actividad).
En ese sentido, Dudamel es un activista de los intereses culturales con los que se ha identificado, y que a su vez, son el nervio y alma de la corporación de orquestas de su mentor Abreu; esto no tiene porque descalificarlo como artista, es decir, en su condición de ser un buen director de orquestas (técnicamente hablando). El hecho de que él se niegue a aceptar que es un activista es un asunto de enfoques o de conveniencias.
Y es que ser activista por los derechos humanos o el equilibrio ecológico no es un defecto o una debilidad para un artista; al contrario, puede ser enfocado como un valor agregado y como indicador de un alto grado de sensibilidad social, lo cual puede incidir en el trabajo que desempeña.
En la historia del arte y la cultura en general (o de "Lo Cultural", en palabras de Gloria Martin) ha habido y hay artistas comprometidos con causas loables, con filantropías: altruismo, generosidad, magnanimidad, humanitarismo, amor, desprendimiento... como lo es por ejemplo Sean Penn, por los derechos humanos, sin por eso restarle méritos como actor y hombre del cine; como lo fue Picasso, García Lorca (que además se definía como revolucionario), Pablo Neruda, Ernesto Cardenal...como lo han sido músicos célebres como Hanz Werner Henze, Isan Yun, Leo Brower...y sin ir muy lejos, aquí en Venezuela, Antonio Estévez, Raimundo Pereira y Modesta Bor.
Y en cuanto a la actividad relacionada con los intereses soberanos de una nación, y que puede tener visos políticos; hay también una larga lista de artistas que en su momento defendieron los intereses de sus países sin que por ello se les deba colocar el calificativo de políticos, un caso célebre fue el polaco Chopin.
Actualmente, puedo citar el caso del West-Eastern Divan, iniciativa que fue concebida en 1999 en las mentes de dos artistas e intelectuales: el gran músico argentino-israelí Daniel Barenboim y el intelectual palestino Edward Said. Una orquesta integrada por músicos de ambas culturas en conflicto (Israel-Palestina):
un foro para el diálogo y la reflexión sobre el problema palestino-israelí. A través de los contactos interculturales hechos por los artistas, el proyecto aspira a representar un importante papel en la superación de diferencias políticas y culturales entre los países representados en el taller. http://www.barenboim-said.org/es/proyectos/orquestaWED/
Lo paradójico del caso asociado a las declaraciones del director, y muy a pesar de que Dudamel exprese que no es un activista; la organización que él representa en Venezuela, se jacta de tener una supuesta Acción Social (o sea, una forma de activismo), aunque esto último es una redundancia tonta que sirve como eslogan a los políticos y politiqueros para justificarle sus mil-millonarios presupuestos, porque la música es en esencia un ACTO EMINENTEMENTE SOCIAL, a menos claro, que se practique en un submarino sin tripulación, en el aislamiento de una nave espacial, o en el discreto espacio de que disponemos a veces para escuchar música en soledad, por medio de aparatos de reproducción fono-mecánica, lo cual no es el caso promovido por las orquestas que el representa y de las cuales es un eficiente y destacado ACTIVISTA.
Dudamel ES UN ACTIVISTA de los intereses que representa su trabajo (a menos que se piense que la música es asemántica y se representa a sí misma) y además, su ACTIVISMO tiene otras connotaciones o diligencias, que están al parecer muy lejano de asociarsele con filantropías (tal como se vende el proyecto que él representa en Venezuela), de hecho, prestó su imagen para la muy poderosa empresa Suiza ROLEX :
La imágen del artista "puro": aquel que no se vincula con la mundanidad de los derechos humanos, con lo profano, o dicho de otro modo, con las causas que tocan sensibles intereses de los poderosos, no es más que una vieja historia de los mismos poderosos por deslastrar el arte y sus representantes de la enorme carga social que lleva dentro cuando es contextualizado, ya que esta práctica evidenciaría, aunque a veces de modo soterrado, la enorme disparidad en que se fundamentan las relaciones sociales de las sociedades occidentales.
Negar o soslayar la carga social del arte es aceptar la lógica de la utopía cultural neoliberal fundamentada en la interacción de un conjunto de sujetos autónomos plurales regidos por las leyes del mercado y el juego democrático; de este modo se incorporan al flujo social las demandas de sectores privilegiados dentro de las políticas de estado, consagrando con ello a los valores de las culturas hegemónicas en detrimento de los que, siendo subalternos desde el punto de vista económico y social, pasan a ejercer una doble subalternidad en la medida en que son desplazados culturalmente.
Los conciertos en Los Ángeles a los que hace alusión el director, es un ciclo llamado Beethoven Inmortal; para ello desplazaron hacia esa esa ciudad estadounidense cientos de personas desde Venezuela, con el fin último y personalísta (por parte del director), de hacer una especie de Record Mundial de interpretaciones del genio de la cultura alemana del siglo XIX.
Meses atrás, el sistema que él representa (es decir, del que es un activista), viajó a Italia con una cantidad asombrosa de personas (no tengo la cantidad, pero parece que superan las doscientas personas), entre los que estaba una orquesta, actores y personal de apoyo, para hacer en el teatro Scala de Milán, la representación de una Ópera del gran Verdi...con motivo de la celebración de los tantos años del llamado sistema.
Ambas representaciones (en Italia, en los Ángeles, y no estoy agregando otra reciente en New York) han costado sumas fabulosas a los venezolanos (como todos los viajes que realizan permanentemente), en un momento de crisis económica, ética y moral de nuestra sociedad (creo que la corrupción y la impunidad entra en el terreno de lo ético y lo moral cuando supera las barreras legales y es tolerada y casi aceptada como forma de convivencia cotidiana); entonces...¿porqué se celebra en Italia un aniversario del llamado Sistema?...porqué un festival Beethoven en Los Ángeles colaborando con recursos económicos muy elevados por parte de Venezuela, cuando este director no ha hecho un festival Latinoamericano o de compositores venezolanos en nuestro país (y menos en sus entornos preferenciales: Europa y USA)..¿hay o no hay un activismo dedicado o proyectado a ciertos intereses de parte del director?
Es un hecho que en Venezuela, quienes tenemos una visión crítica y reflexiva del llamado sistema de orquestas (y la cantidad de micro-empresas que han creado), somos perseguidos, cercados y se nos trata de invisibilizar desde instituciones gubernamentales y privadas, en eso siempre han estado de acuerdo ambos sectores sociales (gobierno chavista y oposición, sector público y privado); eso no lo pueden negar desde las más altas esferas del poder (¿verdad o no? ministros y funcionarios).
Es de hacer notar que: del mismo modo en que las visiones críticas de este u otro proyecto son invisibilizadas; su defensa exacerbada e irreflexiva despierta suspicacia, en un país en donde muchos de los proyectos destinados a supuestos fines sociales, han sido permeados por la descomposición y la corrupción...cabe entonces preguntarse si ante este estado de cosas, es solo el amor al arte (aunque sea el que nos afirma la dependencia) y la supuesta redención social lo que mueve a financistas y activistas de dichas empresas, en un idílico y paradisíaco edén de felicidades... o cabe preguntarse si existen otros intereses que se deslizan por el ya nada discreto tobogán de la descomposición.
salud!!!
PD.- Este 12 de Noviembre se cumplen 92 años del nacimiento de uno de los artistas venezolanos que más difundió e hizo conocer nuestro discurso musical a nivel internacional: Alirio Díaz; concertista de guitarra, pedagogo, intelectual, investigador. Su larga trayectoria, sus logros y aportes al mundo guitarrístico nacional e internacional, lo hacen merecedor de los más sinceros tributos y reconocimientos que pueda hacérsele a un artista, sin embargo, la clase política y gerencial venezolana, prefiere tributar otros mundos, otros escenarios. Su libro: "Cuando diviso el humo de la aldea lejana" es una invitación a la reflexión sobre una vida que, conociendo los emporios culturales del llamado Primer Mundo, nunca olvidó sus orígenes. Viva Alirio Díaz y su hermoso legado.