Una vez que el Consejo Nacional Electotal emitiera el último boletín con los resultados oficiales, correspondiente a las elecciones parlamentarias del 6-12-2015, en el cual se dictamina que la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), obtuviese 109 diputados, sumados con los tres (3) representantes indígenas que irían en ese conjunto político, totalizarían para la oposición 112 parlamentarios, suficientes para obtener las dos terceras partes del Poder Legislativo, es decir, la mayoría calificada, que de acuerdo con lo establecido en la Constitución Nacional le permitirá a la oposición en lo sucesivo, una serie de amplias acciones en el espacio jurídico; por efecto, las disminuidas fuerzas del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus "aliados" lograron 55 escaños en el seno de la Asamblea Nacional.
Ahora bien, luego de tales resultados, y de haber escuchado las diversas declaraciones del presidente Nicolás Maduro, así como de los principales voceros de la cúpula del PSUV, entre ellos, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, es evidente que será muy cuesta arriba la posibilidad de entendimiento y diálogo entre el gobierno y la oposición.
En consecuencia, un cenáculo partidista quien al parecer no ha comprendido el mensaje que acaba de enviarle el país, al continuar manteniendo una permanente confrontación, en este caso verbal, cuando el pueblo lo que está pidiendo es que cese la diatriba política y se superen las dificultades económicas y sociales, no hay duda, que lo está ocurriendo con el PSUV, es por analogía, recordar aquellos tiempos cuando algunos sectores de la oposición respondían con violencia ante resultados adversos en las urnas electorales.
Es evidente que la racionalidad y la sindéresis se perdieron desde el pensamiento de Nicolás Maduro y el llamado "Comando Politico de la Revolución". Una conducta de este tipo para nada se asemeja con una rectificación. De hecho, la "reunión" que sostuvo dicho grupo, posterior a la debacle electoral, si algo debió tener como punto de agenda principal fue la renuncia irrevocable de todos sus miembros en los cargos directivos del PSUV, pero al parecer ha sido todo lo contrario; verbigracia, se han radicalizado, sin analizar que tal actitud terminará por hundir la agónica revolución bolivariana.
Quienes hemos sido críticos con el propósito de advertir lo que sucede en el país hemos sido tildados de "traidores". No obstante, el tiempo nos ha dado la razón, y eso no puede ser desmentido, aunque se intente disfrazar una estruendosa derrota bajo el remoquete que ha ganado la "guerra económica", o que el pueblo ha "sido engañado". Quienes utilizan tales subterfugios para "justificar" el hambre, la pobreza, la miseria y las necesidades que está viviendo el pueblo, simplemente vive en el medio de la abundancia y placeres que han obnubilado su forma de pensar y, peor aún, apartarse de la realidad de ese pueblo que dicen "representar".
El PSUV tiene un cáncer de ausencia de líderes y mensaje de esperanza para un pueblo. El cáncer de la cúpula del PSUV está asociado con la inercia, la vacuidad, la ineptitud y la corrupción, en otras palabras, en contra del mismo pueblo. El PSUV tiene un cáncer político irreversible. Se aproxima la muerte de la revolución bolivariana. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.