La crítica, autocritica y reflexión no debe ser solo del gobierno, en los Consejos Comunales, Movimientos Sociales, intelectuales también debe darse. No solo debe criticarse lo malo que se ha hecho estos años, sino establecer una estrategia para recuperar las cosas buenas de la Revolución, para a partir de allí darle impulso. No debemos evadir responsabilidades en esta derrota. Comencemos con las responsabilidades de estos revolucionarios que hoy pretenden ensalzarse como los grandes críticos del proceso, cuando en realidad tienen su cuota de responsabilidad.
Recordemos que Pérez Pírela fue candidato a Alcalde en Maracaibo. En esa oportunidad logramos llegarle muy cerca a la derecha. No ganamos, es verdad, pero levantamos una votación y una participación de la población bastante considerable. Pero que hizo Pérez Pírela, en vez de quedarse en el Zulia para fortalecer su liderazgo e incrementar aún más esa motivación que evidenció en la campaña, es decir, la pasiones de la gente. No, se fue a Caracas a seguir con su programa y dejó a esa población que contaba con él abandonada. Porque es más fácil criticar desde la comodidad de un escenario televisivo, que restearse con la gente en la calle.
Continuemos con Héctor Navarro, Ministro de Educación y no logró transformar la cara de la educación en Venezuela, que continuó con planes curriculares desfasados de la realidad. Ministro de Educación Universitaria y nunca se reunió con los colectivos de bolivarianos en las Universidades autónomas, nunca propició la transformación universitaria y mucho menos encaminó un proyecto de Ley de Universidades. Ministro de Ciencia y Tecnología y a la fecha la perspectiva tecnológica y científica del país sigue estando montado sobre los planteamientos del capitalismo. Ciencia neocolonial. Ministro de Energía Eléctrica, no pudo resolver el problema eléctrico que es grave en el país.
Jorge Giordani, estuvo comandando el área económica en varias oportunidades. Hubiésemos deseado que todo lo que propone hoy lo aplicara en ese momento, pero no, fue más fácil adaptarse al poder que asumir el reto histórico de transitar hacia el socialismo con políticas económicas radicales.
Ana Elisa Osorio, Ministra del Ambiente, no negamos la valentía de esta mujer durante el golpe de abril y paro petrolero de 2002, pero en su gestión no hubo una profundización de los criterios ecológicos. Claro, ella incentivo algunos parámetros jurídicos de preservación del medio ambiente. Pero solo eso.
Por último, Juan Barrreto, Alcalde Metropolitano, esa fue una gestión desastrosa hasta el límite que la derecha logra recobrar la alcaldía con un muerto político como Antonio Ledesma. Tan terrible fue su gestión que se autoexcluyó de la política nacional por mucho tiempo.
Y, entonces, son ellos los más indicados para erigirse como los salvadores de la revolución, creo que no. No dudo que sus críticas sean certeras y bien encaminadas, pero deben realizar la autocrítica y asumir sus responsabilidades en todo este desastre en que se ha transformado la Revolución Bolivariana. No es solo cuestionar al gobierno, también debe existir un halo de sinceridad en unos personajes que son corresponsables de la derrota.
Debemos regresar a la visión revolucionaria que propicio este proceso. Frente al capitalismo y al socialismo burocrático se precisan alternativas colectivas construir el poder comunitario, pues el pueblo sigue en la calle y exige socialización de los medios de producción, mayor justicia social, equidad en la distribución de los ingresos nacionales, planes sociales para salir de la miseria. Promover la autogestión como forma de organización que permita que los ciudadanos estén en la calle, proponiendo, decidiendo y actuando. Se debe pugnar para que exista una democracia real y no meros recursos discursivos. Un cambio de conciencia radical, para ello hay que intervenir en todos los espacios del quehacer social: lo educativo, la salud, lo comunicacional, lo cultural, la producción, la distribución, la tecnología, para que todo ello esté al servicio de lo colectivo y no para generar riqueza desigual. No nos sirve una REVOLUCIÓN de gabinete. La revolución se construye en la calle. Los oprimidos necesitan desarrollar una teoría del cambio, producir conocimiento alternativo que contrarreste el arsenal ideológico de los intelectuales orgánicos al servicio de la dominación. El pensamiento liberador debe caminar irremediablemente al lado de las fuerzas sociales y económicas, pues es la forma en que la teoría se transforma en arma y práctica del socialismo. Se debe construir una referencia contrahegemónica que enfrente el poder ejercido por la dominación mundial.