Ante todo, expreso mis respetos a las destacadas personalidades que han sido convocadas para integrar el llamado Estado Mayor de la Cultura; pero así mismo, quiero permitirme hacer una breve introducción acerca de las políticas culturales, para entonces ubicar que tipo de rol van a jugar estos notables venezolanos y venezolanas en LO CULTURAL (en palabras de Gloria Martín, deslindando así este ámbito de la cultura del resto de la totalidad concreta que ella es y representa como por ejemplo la cultura legal, editorial, sanitaria, nutricionista, política, deportiva, científica etc, que son otras formas fenoménicas de la cultura).
En una sociedad que no termina de desprenderse de ataduras coloniales (creemos con Ramón Losada Aldana que el subdesarrollo es una representación de la dependencia y no un estado de desarrollo), un gobierno tiene políticas culturales de izquierda (también pueden leerse como progresistas o liberadoras), si tiende a beneficiar o potenciar aquellas manifestaciones que le afirmen su soberanía cultural, es decir, aquella que se expresa en sus CREADORES, que en el caso venezolano, son siempre los desfavorecidos (negar que la preeminencia del sistema de orquestas en espacios y recursos enajena el resto de las formas fenoménicas de lo cultural es mentir a la nación) y aquí hablo de creadores en todos los ámbitos, el popular y el académico o formal.
Y un gobierno tiene una política cultural de derecha (puede leerse retrógrada, conservadora o para perpetuar la dependencia), o asociada a ella, si beneficia al que está mejor, al más poderoso, como se hace desde la corporación de orquestas, que representa la heredad colonial impuesta por las ricas potencias hegemónicas del mundo occidental (cinco países y 150 años de su historia), elevada a la categoría de logro supremo de la humanidad de modo irreflexivo (niega el devenir, es estática imperecedera, no puede ser intervenida); favoreciendo así a los gerentes, promotores, repetidores, y potenciadores de lo que no es de nos-otros y que por demás, SON LA EXPRESIÓN DEL PODER Y LA HEGEMONÍA CULTURAL IMPUESTA EN EL MUNDO POR QUIENES TIENEN Y TENDRÁN SUS PROPIOS RECURSOS.
Y si alguien pregunta desde que visión estoy manifestando estas apreciaciones o puntos de vista, me permito citar a Julio Angüita en una discusión con Monedero cuando le expresó:
Primero, hay una negación, no acepto lo que hay; en segundo lugar, no lo acepto porque tengo una utopía que en muchos casos es técnicamente posible, como ya demostró Marcase: hoy se le puede dar de comer a toda la gente en el mundo y se la puede curar de enfermedades. Y después, porque hay una práctica que consiste entre otras muchas razones, en predicar con el ejemplo, en decir la verdad ..
... En mis conferencias yo nunca hablo de comunismo, ni pienso hablar. De socialismo ni hablo. ¿Qué digo yo? Pues una cosa muy tonta: “Oiga usted, mañana vamos a hacer que se cumplan los derechos humanos”, [...] todos: derecho al trabajo, al pago de las horas extraordinarias, a la vivienda, a la salud, al subsidio en caso de desempleo, este es un derecho humano. Automáticamente llegamos a una conclusión: derechos humanos y sistema capitalista son incompatibles. ¿He utilizado la palabra izquierda?, ¡no!, ni falta que hace y yo soy de izquierda.
[...]http://www.aporrea.org/internacionales/n284832.html
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¿Por qué en vez de conformar semejante Estado Mayor no colocan a sus integrantes en las directivas de las instituciones (en las áreas en las que tienen facultades o destrezas), para que puedan desde allí ejercer la Beligerancia necesaria?;
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¿Ese Estado Mayor tendrá rango legislativo y ejecutivo en materia cultural?;
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¿Podrán ellos impugnar y someter a revisión los planes del ministerio cuando estos contradigan elementos claves asociados a los enunciados de la C onstitución?;
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¿Podrán ellos centralizar o coordinar la muy desordenada y caprichosa política cultural de gobernaciones, alcaldías, e instituciones nacionales en aras de un bien común o colectivo?
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¿Podrán ellos ejercer la contraloría social y exigir una rendición de cuentas exhaustiva a la corporación de orquestas, y el real alcance y repercusión para nuestros intereses nacionales de sus muy costosos y recurrentes viajes, hechos también en momentos de austeridad o crisis?
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¿Podrán ellos ejercer la contraloría social y exigir una rendición de cuentas exhaustiva de los festivales y el real alcance y repercusión para nuestros intereses nacionales de costosos eventos en momentos de crisis?
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¿Podrán ellos reorientar o rediseñar el proyecto de políticas culturales del estado?
Por qué no permitir que Luis Britto presida una comisión que incida en las políticas editoriales (además, Britto es un prominente contralor), quizás desde Monte Avila o desde otro instrumento beligerante con presupuesto y capacidad de decisión; por qué no pedirle a Gloria Martín que diseñe y co-dirija una política coherente de ANIMACIÓN CULTURAL a nivel nacional; o por qué no solicitar la presencia (con rango en las decisiones y la ejecución de proyectos) de Mario Sanoja e Yraida Vargas en los proyectos asociados al fortalecimiento de la Identidad y la detección de los elementos claves de la alteridad, que usualmente ejercen los jóvenes para manifestar su descontento o inconformidad con modelos simbólicos que no les interesan. ¿Por qué no encargar a la periodista e investigadora Lil Rodríguez que desarrolle o despliegue una campaña informativa de los muchos proyectos comunitarios e individuales que en Lo Cultural se desarrollan en el país sin el apoyo del estado?
Desde hace un tiempo prolongado, la presencia y ubicuidad en los medios públicos y privados de las actividades asociadas al llamado sistema de orquestas infantiles y juveniles, con infinidad de propagandas directas y subliminales (tal y como se manifiesta en una propaganda que se repite hasta el cansancio financiada por el BCV) pareciera trabajar para crear en el inconsciente colectivo de los venezolanos la idea de que ellas son un instrumento natural de nuestra cultura y que NOS REPRESENTA conceptualmente como una parte esencial de la venezolanidad.
En todas las señales visuales y auditivas de instituciones estadales se nos presenta a la orquesta sinfónica (o algo asociado a ella) como la perfección de una sociedad (cuña BCV entre otras); así mismo se propone esta práctica por sobre todas las otras muy posibles, como sinónimo de disciplina, talento, LOGRO, y llegan a hablar de creatividad...cuando solo un mínimo de los gigantescos recursos que reciben son dedicados a la creatividad, a menos que repetir los logros de otras culturas se considere un acto creativo (200 años fomentando el metarelato de superioridad occidental, en especial de cuatro países de Europa central).
¿Algún venezolano ha visto alguna vez una propaganda en que se coloque a un exponente del jazz como expresión de un nivel muy elevado y supremo de creación musical a partir de lo pre-concebido o heredado? (para improvisar hay que tener profundos conocimientos de armonía, de forma musical y por demás, tener un dominio técnico del instrumento cercano a la excelencia).
¿Han valorado alguna vez a un exponente de la poesía repentista? (que en la música tradicional tiene su máxima expresión en el contrapunteo): cientos de frases, refranes, proverbios, sentencias, usanzas y otras combinaciones lingüisticas, le sirven para concatenar su urdidumbre, argumento o arrebato poético; esto lo realiza el poeta repentista en tiempo real, no hay espacio para correcciones ya que ella misma representa una falla, grieta o resquicio, por donde se pueda presagiar y dar seguimiento al devenir que permitirá apreciar las cualidades de los participantes en encuentro (que en el contrapunteo se le llama porfía).
Otra manifestación que promueve y desarrolla a los jóvenes en interacción con su entorno es por ejemplo el Teatro de Calle, que requiere de habilidad y destreza para manejar situaciones imprevistas o expectantes desde perspectivas estéticas y comunicacionales.
¿Se promueven estas prácticas que además de fomentar las destrezas señaladas mejora las comunicaciones grupales y consolida elementos identitarios?
He colocado el ejemplo del Jazz, la Poesía Repentista y el Teatro de Calle (en las tres, la destreza en la improvisación denota autonomía cognitiva y conocimientos específicos), para ejemplificar y proponer maneras menos costosas de participación de niños y jóvenes diferentes al alienante sistema de orquestas: en estas manifestaciones planteadas por mi (también puede proponerse la danza contemporánea y tradicional, la plástica, y otras manifestaciones del depositario urbano; hablando claro de Lo Cultural, tal y como lo expresé anteriormente), existe la posibilidad directa de crear e improvisar sobre un elemento pre-determinado, haciéndolo suyo:
Al promover el desarrollo de estas disciplinas en los niños y jóvenes de Venezuela se posibilita la adquisición de competencias varias:
1. Desarrollo de competencias personales: actitudes y capacidades para la improvisación, para organizar la comunicación; suficiencia en las relacionales interpersonales.
2. Imbricación del joven en el patrimonio cultural: desarrolla ciertas facultades humanas a partir del acercamiento e imbricación en la realidad histórica y cultural particular.
3. Potenciación complementaria de la competencia lingüística: formación complementaria para la expresión oral, y en la dimensión lúdica de la lengua.
4. Potenciación complementaria de la competencia en materia corporal, de sus posibilidades y limitaciones en el hecho comunicacional.
5. Experimentación vivencial del acto democrático al entrenarse en una disciplina que dentro del amplio margen de libertades que contiene, exige así mismo el cumplimiento de reglas o convenios y el reconocimiento o aceptación con gallardía del más hábil en una representación.
Ello conllevará seguramente a un desarrollo vivencial pleno de los niños y jóvenes, a alejarlos de vicios y a fomentar la camaradería y el compañerismo y además, a interactuar con su entorno.
Me pregunto también si el Estado Mayor de Cultura podrá ejercer la contraloría sobre la gerencia o administración cultural de los muy costosos festivales realizados (los últimos en los años 2014 y 2015), y por consiguiente habría que evaluar si significaron algo más que diversión en un momento de crisis económica severa; del mismo modo, nos abre una ventana para deducir la importancia que para el gobierno tienen los gestores o productores de estos eventos...de la preeminencia de lo práctico o pragmático por sobre los principios y valores trascendentales:
Los valores son pronunciamientos discursivos de las representaciones éticas, estéticas, cognitivas y afectivas que se manifiestan como: conductas, prácticas, como mentalidad, como forma de consciencia, como intereses axiológicos, como sensibilidad, como voluntad. No son estereotipos universales con estatuto ontológico en la “naturaleza humana” . Al contrario, se atienen históricamente a las tramas de poder que están en su base. (Rigoberto Lanz. Presentación de: Tradición, modernidad y posmodernidad.
De H.C.F.Mansilla. Ediciones Cipost. UCV.Centro de Investigaciones Post-Doctorales. Caracas 1999).
Si el Estado Mayor de la Cultura es creado para ejercer de modo beligerante y trascendente en las políticas asociadas a Lo Cultural, con las capacidades y atribuciones que he señalado, orientadas al cambio de políticas culturales, a su redireccionamiento, a la crítica y el fomento de valores más acordes con el proyecto de país que enuncian los chavistas (y otras que se le pueda atribuir) ¡BIENVENIDO!, sino, con todo respeto, dejen a estos grandes creadores tranquilos y no los usen para fines coyunturales, propagandísticos, o de catarsis, en lo que puede llegar a ser un ornato circunstancial sin capacidades legislativas y ejecutivas.