Estamos de nuevo en momentos de definiciones, aunque en un proceso de transformaciones sociales profundas siempre se está en tiempo de definiciones. Así ocurrió previo a las elecciones de 1998, cuando al fin el proyecto bolivariano liderado por Chávez se presentó a la lucha por la vía democrática, igual antes del proceso constituyente de 1999, o cuando las elecciones para refundar la República en diciembre de1999.
Y durante el 2002, cuando la oposición (o, como decía el Padre Cantor: la opresión) entonces reunida en masa en un solo estandarte, el de la Coordinadora Democrática, usó todos los dispositivos controlables para derrocar el gobierno bolivariano, durante los sucesos del 11 al 13 de abril y luego el "aquelarre" de los militares alzados en la Plaza Altamira antes del paro criminal petrolero.
También cuando el referéndum revocatorio presidencial de 2004. Recordemos que previo al mismo se activaron las guarimbas e igualmente se "sembraron" en el Estado Miranda, finca "Daktari" propiedad de Robert Alonso, más de 100 paramilitares colombianos y afortunadamente capturados con uniformes del ejército venezolano para simular una conflagración interna en nuestra Patria. Y así sucesivamente, como nos decían en bachillerato.
Con Maduro ocurrió inmediatamente que se declaró su triunfo sobre el candidato de la burguesía (¡horror, un burgués derrotado electoralmente por un obrero chavista!) se desató la furia oposicionista drenando la arrechera, no sobre las cacerolas, sino sobre el pueblo chavista generando destrucción, incendios de edificaciones públicas y centros de salud y 11 muertes de venezolanos, cuya responsabilidad aún no ha pagado el instigador de Capriles.
Luego siguieron con las guarimbas terroristas ocasionando 43 asesinatos de venezolanos y venezolanas y la despiadada guerra económica consistente en acaparamiento de productos alimenticios, medicinas, del hogar y hasta estéticos, así como repuestos todo lo que tiene que ver con el parque automotor venezolano. Todo ello acompañado de una campaña mediática y de las amenazas del imperio declarando a Venezuela nada menos que una amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad de los Estados Unidos. O sea, el preludio a una intervención directa o indirecta con semejante justificación.
En tanto, con la Asamblea Nacional controlada por la oposición intentan desbaratar el entramado jurídico construido a lo largo de 15 años por la Revolución Bolivariana (hay que admitir autocríticamente que ello fue ayudado por los errores propios) y se lanzan con todo tratando de derrocar al gobierno por cualquier vía (la propuesta de la enmienda para recortar el período de gobierno, la renuncia obligada del Presidente, la desobediencia en todos los órdenes a los poderes públicos nacionales) y por supuesto, el referéndum revocatorio impulsado extemporáneamente y con todo tipo de tropelías y fraudes ya demostrados palmariamente.
El recuento de esta historia reciente no está demás. Es necesario que contextualicemos lo que ha ocurrido, puesto que una vez más la oposición ha anunciado, una especie de 11 de abril de 2002 para este 1ro. de septiembre en lo que han denominado una vez más "la marcha sin retorno" hasta que se vaya Maduro. Ojalá que lo que antes fue tragedia y no comedia no se repita de nuevo como tragedia.
Es el mismo formato. Ahora, los chavistas se preparan para resistir y pasar a la ofensiva una vez más ante las nuevas arremetidas de la oposición violenta que ha demostrado no tener ningún tipo de escrúpulos con tal de lograr su cometido. En momentos de altos niveles de conflictividad no caben las medias tintas. Se hace cuesta arriba ser Ni-Ni. Es un nuevo momento de definiciones. ¿De qué lado se pondrá en autodenominado "chavismo crítico? ¿Y los integrantes de la "Plataforma en Defensa de la CRBV" qué harán?. ¿Y Marea Socialista, qué actitud adoptará?
Los hemos visto y oído pronunciarse con toda vehemencia contra el Arco Minero del Orinoco, contra el gobierno de Nicolás Maduro y contra casi todas las políticas del gobierno bolivariano en los últimos 3 años. Pero no han hecho ningún ejercicio de autocrítica (al menos quienes han sido funcionarios públicos) en cuanto a su accionar durante los años que tuvieron en el gobierno en cargos de alto nivel de decisión. Ahora no los hemos ni visto ni oído pronunciarse contra ninguna de las arremetidas del gobierno norteamericano, ni de la oposición venezolana. ¿Coincidencia o aquiescencia?
Considero que es necesario estar claros ante el panorama que se avecina. Hacer de la consigna una realidad: ¡¡SI VIENEN CON UN 11 RESPONDEREMOS CON UN 13!!.