"Quizá la historia universal es la historia de unas cuantas metáforas. Bosquejar un capítulo de esa historia es el fin de esta nota" (Jorge Luís Borges: "La Esfera de Pascal" en: Nueva antología personal. Club Bruguera. Editorial Emecé. Buenos Aires. Argentina. 1980. P. 197-201).
Recientemente y debajo de las famosas maticas de mango sembradas, suponemos que en los años iniciales de la "Década perdida" y la "Generación boba" del siglo xx, que aun adornan el descuidado campus universitario del Instituto Pedagógico de Barquisimeto; como todo porque aquí pocos de nuestras autoridades universitarias se considerarán jardineros de la academia, como la metáfora que gustaba usar el Dr. Ernesto Maiz-Vallenilla, el rector-fundador que fuera de la Universidad Simón Bolívar; entonces, íbamos a decir, fue cuando advertimos, no sin sorpresa, que los compañeros hipercríticos y decepcionados de la Revolución Bolivariana andan verdaderamente desorientados. Sobre todo cuando han salido de ciertos cargos burocráticos.
Pero ahora creen que son más líderes revolucionarios que el propio Chávez y saben verdaderamente cómo es que se hace una revolución "arrechísima", tipo Mao, Lenin u otro metateórico de la "Filosofía de la praxis", como cualquier otro gran revolucionario. Propalan sus argumentos sin embargo muy convencidos de que esto no es ninguna revolución y por doquier caracterizan cómo la conciben ellos que debería ser, desenfundando libelos acusatorios como si fueran parte de lo que Giamni Vattimo da en llamar "Pensamiento débil".
Lo más curioso es que algunos, luego de formar parte de grandes y comprometidas luchas políticas de izquierda hasta con las armas de la crítica y la crítica de las armas; aquellas de los arduos años de las décadas de 1970, 80 o 90, las llamadas décadas perdidas, según pudimos leer en el libro "Así comenzaron nuestras luchas"; pero resulta irónico y contradictorio que ahora cuando con la revolución bolivariana hemos avanzado mucho en la defensa de los derechos del pueblo, acusan al presidente Nicolás Maduro de neoliberal y entreguista al capital extranjero. En particular por el asunto este del Arco Minero del Orinoco, las empresas mixtas, a la que se ha agregado también la polémica Delpino-Jaua sobre la participación del sector privado en el negocio petrolero en el estado Zulia, porque uno señala al otro de desconocer el Plan de la Patria; y el aludido que fue un error evitar que PDVSA se abriera al sector privado, entre otras cosas.
sin embargo, la anécdota es que avistamos al ingresar por el estacionamiento del Instituto Pedagógico de Barquisimeto, vacío en estas horas meridianas, las plantas arbustivas de mango para usar a modo de guarimba, así dijimos entre bromas, ante el inclemente Sol de julio. Pues el follaje, ya medio escuálido, por cierto, de estos arbustos amigos, ofrecían una sombra mínima y rala a su derredor. Pero con eso y todo la consideramos propicia para hacer nuestro "almuerzo frugal", (llamada por esta cuerdita de amigos nuestros "La dieta de Maduro") ya típico en las tardes sabatinas de un "Diplomado en Filosofía Upel-ipb" que seguimos: pastas con carne molida, panes, queso, cambures y jugo de mango Los Andes, los más baratos del mercado por estos días de sorprendente inflación, escasez y especulación asombrosa.
Suele suceder que a medida que consumimos dicho condumio azas humilde, cual fieles escuderos de esas sensuales señoras que al decir de Nietzsche vienen a ser la razón y la sabiduría, comentamos la actual coyuntura social venezolana. Acerca de la cual siempre hay cosas que decir desde perspectivas diversas o reducidas a lo introspectiva-vivencial, al modo de una narrativa acerca de cómo somos afectados por la barahúnda de eventos que padecemos. Especialmente desde 2012 hasta los días que corren. Cuando a muchos les flaquean las fuerzas, caen en desvaríos y conjeturas inductivistas a partir de eventos concretos (escasez, guerra económica, falta de compromiso de la burocracia estatal…) de las que hacen inferencias, como esa ya señalada aquí de que como estamos en graves dificultades económicas, sociales y políticas, por lo que concluyen, no sin amargura, que aquí no hay ni ha habido revolución bolivariana alguna.
En esta y otras ocasiones nunca hemos oído expresar que la recesión de la economía mundial y el colapso del modelo rentista, así como el papel de Venezuela en la crisis energética, que nos ha tocado gravemente, ya nuestro PIB no es el mismo por la disminución de los precios petroleros, eso no excusa de los eventuales errores de los líderes de la revolución bolivariana, pero es un elemento a considerar en el curso de esta historia. Además, en Venezuela se ha revelado lo frágiles que somos en cuanto al aparato productivo agrícola y pecuario, junto a que padecemos una muy honda crisis moral, pues aquí el que menos creemos es bachaquero y/o comerciante mayorista especulador.
Finalmente, hay que acotar que es muy importante la conciencia, como dice el comandante Chávez en la película que le hiciera Olivar Stone, conciencia acerca de que si perdiéramos esta opción de la revolución bolivariana que nos ha ofrecido la historia actual, el pueblo más humilde y los universitarios caeríamos en el más oscuro pozo del neoliberalismo, como en Argentina y Brasil; se lo hicimos saber especialmente a un compañero ahí en el campus universitario de la Upel-ipb pero está obnubilado, pues ahora defiende a los terratenientes, por ejemplo los hacendados de El Maizal y el Valle del Río Turbio, por lo que su paso por las guerrillas en los finales de los años 60 y todos los de 1970 los está echando por la borda.
En fin, San Agustín en "De Beata Vita" recurre, precisamente, a una metáfora al discurrir sobre la condición humana y la sabiduría. Dice allí, palabras más, palabras menos, que los hombres somos navegantes. Remamos en el mar de la vida (el mar de la felicidad, que decía Chávez respecto al Malecón de la Habana) y arribamos al puerto de la filosofía de tres maneras. Diversas pero correlativas:
Están los que de jóvenes, a la edad de razón reconocen a este saber tradicional y clásico como el más excelso producto de la razón humana y lo acogen en su corazón; otros porque las riquezas y la vida cómoda los hastía y requieren leer libros de autores sabios para hallar sentido a sus vidas, más allá de las banalidades aspiran hallar la vida buena, sabia; y finalmente están aquellos a quienes los golpes de la vida, sus decepciones y rupturas los conduce a ser reflexivos, críticos. Además de constructores de esperanza.
Cada cual se podrá ubicar en el estadio que corresponda, según nuestro libre albedrío, tema también muy agustiniano y sobre lo que reflexiona también ese gran revolucionario que es el economista y ex embajador de Venezuela en la ONU, Prof. Julio Escalona en un libro memorable que inicialmente constituyó su trabajo de ascenso en la Escuela de Economía de la UCV a mediados de los años 90, si no recuerdo mal; muy inspirador del compromiso del académico con la realidad social. Al que alguna vez intentó transformar por la vía armada y regresó con heridas graves, físicas y emocionales, por lo que concluye que la mejor revolución es la pacífica, promoviendo la convivencia y la relación armoniosa con la naturaleza, desarrollando modelos agroecológicos de desarrollo.