“Con lento amor miraba los dispersos/ Colores de la tarde. Le placía/ Perderse en la compleja melodía/ O en la curiosa vida de los versos. / No el rojo elemental sino los grises/ Hilaron su destino delicado, / Hecho a discriminar y ejercitado/ En la vacilación y en los matices. / Sin atreverse a hollar este perplejo/ Laberinto, atisbaba desde afuera/ Las formas, el tumulto y la carrera, / Como aquella otra trama del espejo. / Dioses que moran más allá del ruego/ La abandonaron a ese tigre, el Fuego”. (Jorge Luís Borges “Susana Roca”: Obras Completas. 1923-1972. Emecé editores. Buenos Aires. Argentina. 1974. P. 817).
Puestos a discriminar los dispersos colores que asumió el vacilante transcurrir del año 2016, su matices que se hilaron en el perplejo laberíntico del tiempo, diremos parafraseando burdamente los versos del Borges, hemos de decir sin faltar a la verdad que las fechas del calendario que ahora fenecen también tuvo sus cosas buenas; como si fuera la otra trama del espejo, cuando pareciera que Dios nos abandonara a ese tigre voraz de una economía que no se atisba cuando es que se va a salir de esta recesión e inflación de todos los demonios.
Verdad es que el tumulto y la carrera estuvieron presentes con algún evento que sería largo detallar. Baste recordar sólo la muerte y resurrección del billete de cien bolívares, que golpeó nudos sensibles de nefastos agentes económicos y convocaron viejas pesadillas del anarquismo, vulgar saqueos. Como si se cumplieran tétricas profecías de que este sería un año turbio, impulsado por la bestia parda del neofascismo. Por eso todos padecimos dolidas angustias. Unos más, otros menos.
Sin embargo, si se mira morosamente, no se diga ya amorosamente, “… los dispersos colores” sino “… la compleja melodía” que diremos sea la vida misma, hay que detenerse aunque sea por mero ejercicio de salud mental en ciertos logros y se halla que 2016 trajo también sus cosas buenas. Veamos algunas generales desde la perspectiva política desde la que nos ubicamos y algunas en el plano estrictamente personal, que también compartimos, para bien o para mal.
Pensamos esto después de dialogar en la víspera de Navidad con un distinguido amigo y colega en el Café Guayoyo de la Fundación del Café de la carrera 19 con calle 25 de Barquisimeto, estado Lara, donde además se ha dispuesto libros a la venta y pueden revisarse a placer.
Nos alegró que el Ejecutivo Nacional por vía de sus líderes fundamentales, el presidente Nicolás Maduro a la cabeza, lograra neutralizar una ventisca que desde la Asamblea Nacional amenazaba desplazar del poder el proyecto bolivariano. Y con ello ciertos logros alcanzados por las personas y sus familias con el comandante Chávez y continuados con arduidad por la administración actual, sin negar que como lo manifestara el amigo allí nos ha tocado duro. Pero resistimos.
No brincamos ni brincaremos la talanquera, como ciertos rusos hace 25 años que abdicaron del socialismo donde fueron supuestamente formados; aunque a veces comiendo pan untado con margarina logramos sortear los días de la escasez más aterradora de alimentos y medicinas, la especulación y la inmoralidad.
Las instituciones como las universidades fueron gravemente afectadas, por su puesto. No solo presupuestariamente sino por una descapitalización de su activo más importante: la marcha a otros países de buena parte de su personal docente y empleados, formados en largos años y con recursos del Estado-Nación; aunque reconocimos que a ambos nos tocó en suerte nuestros respectivos ascensos en el escalafón universitario: a él ya como Profesor Titular, pues ya discutió y aprobó brillantemente el requisito de su arduo disertación académica sobre un tema que lo hizo fatigar laboriosas bibliotecas “La metafísica de la ciencia”; el suscrito también hubo de llegarle este año 2016 la Resolución de Consejo Universitario que reconoce y confirma el ascenso a Profesor Asociado, sin duda, son buenas noticias.
Tampoco podemos dejar de mencionar que ambos participamos en el Instituto Pedagógico de Barquisimeto, como profesor y estudiante respectivamente, de una extraordinaria experiencia académica en el Diplomado en Filosofía que ofrece esa casa de estudios; además de que el equipo Cardenales de Lara ya clasificó a la postemporada, a pesar de ser una empresa de la rancia oligarquía caroreña, esa organización hace parte del imaginario social larense.
Como unas son de cal y otras son de arena, tampoco se ha de negar que los alumnos también progresivamente hayan venido abandonando los tradicionales campus y aulas universitarias. Se han desplazado seguramente a ciertos puestos de trabajo formar e informal o a los nuevos dispositivos universitarios como las universidades politécnicas territoriales y Misión Sucre, que ofrece diversos programas de formación y hasta una Escuela de Medicina Comunitaria tiene, además de comedor y transporte regularmente, sin nombrar que a todas sus cohortes recibieron esos adminículos tecnológicos tan motivadores, las electrizantes tabletas, porque los tienen “toñecos”, con la mala de que se ha discriminado a quienes somos de las universidades tradicionales, como la UCLA y la UPEL, no se diga ya la UCV.
Y así, pues, a pesar de los errores evidentes, se han abierto otras muchas oportunidades, como pedía Saint-Exupéry a fin de que no se malogren los talentos presentes potencialmente en los excluidos sociales. En efecto, recuerda el Dr. Antonio Pérez Esclarín que el autor de “El Principito”:
“… recuerda un viaje en un tren repleto de gente de extracción baja. Un niño pequeño dormía arrebujado entre sus padres. El escritor francés se quedó mirando la carita del niño y recordando la figura del gran compositor Wolfang Amadeus Mozart. Y pensó que probablemente ese niño tuviera en sí potencialidades como para llegar a ser un gran músico, pero temió que ni la vida ni sus educadores le iban a ofrecer las oportunidades necesarias, con lo cual sus potencias quedarían ahogadas. Después de una larga reflexión, cuando el escritor separa ya definitivamente los ojos del niño, en su fuero interno lo considera como un “Mozart asesinado” (Mozart assasiné). ¡Cuántas personas no han podido realizar sus potencialidades por falta de educación! ¡Cuántos artistas, científicos, héroes, santos…, habrá bloqueado la mala educación!” (Antonio Pérez Esclarín. “Educación Integral”. San Pablo. Caracas. 2011. Pág. 29).
Quiérase reconocer o no, inclusive a veces por los propios beneficiarios directos o indirectos, la revolución abrió nuevas oportunidades de estudios universidades como vía de ampliar los horizontes de futuro a quienes la contracción de la oferta de formación académica formal y las políticas selectivas se las habían cerrado; ahora como ha señalado por ejemplo el profesor Eleazar Díaz Rangel en su columna dominical de “Últimas Noticas” Venezuela requiere realizar un gran esfuerzo por mejorar la calidad de esa educación masificada, que tanga una siempre creciente relevancia científica y técnica, de acuerdo a las demandas de la sociedad actual; tampoco es suficiente la multiplicación de la matrícula estudiantil. El personal docente requiere de una mejora sustancial tanto de sus sueldos y estipendios mensuales de Misión Sucre como de las condiciones laborales o ambiente de trabajo; que tenga la dotación suficiente para que aumente así su motivación, que su vocación tenga buenos refuerzos monetarios y reconocimiento social.