Danos nuestro pan de cada día
Mateo 6,11
I.
A veces las palabras más sencillas, las más usuales, las que pronunciamos rutinariamente, son las que esconden un significado muy hondo ."Danos nuestro pan de cada día".Aparentemente, ésta es la petición más clara de todo el Padrenuestro,pero no es así. En ella aparece una palabra -apiousios- de dudoso significado. No se ha encontrado ningún paralelo en la literatura bíblica o en la literatura profana , lo que impide contrastar y precisar su significado. El término griego apiousios,que por lo general se entiende como el pan cotidiano,el pan para el dia "que esta existiendo",también puede ser traducido como el pan "de mañana".Entonces pediríamos a Dios el pan del futuro, el del banquete final,el pan de la vida eterna.
II.
Quizás para ti, lector que perteneces a nuestro complacido mundo occidental, el pan como alimento diario no representa más que un accesorio muy poco fundamental que sirve para acompañar tu comida, siempre que no estés, claro está demasiado preocupado por problemas de caloría sobrantes y gorduras amenazadoras. Pero en muchos otros lugares, el pan es el alimento básico indispensable. Allí no se come con pan, sino que se come el pan. En otras latitudes el alimento básico puede ser otro, como, por ejemplo, el arroz. Se debería entonces, siguiendo el espíritu de esta petición, pedir el arroz diario.
Sin embargo, esta humilde palabra se encuentra rodeada y delimitada por dos condicionamientos que nos advierten que estamos penetrando en una petición mucho más compleja que la que podíamos suponer a primera vista.
Uno de estos condicionamientos es el pronombre "nuestro", que veremos que es bien inquietante; y el otro son las palabras "cada día", que resultan también turbadoras.
Este lacerante, inquietante, abrumador pronombre "nuestro" nos obliga a reaccionar, a ser beligerantes frente al hambre. No se habla aquí de "mi" pan, ni tampoco de "tu" pan. Aquí hay un plural que, como un dardo, perfora el espeso caparazón de nuestra conciencia y de nuestra indiferencia.
"El pan nuestro de cada día" debe llegar a ser un programa de actuación que políticos, economistas y sociólogos puedan aceptar cualesquiera que sean sus ideologías y creencias. Esta petición, tal como está redactada, nos obliga a enfrentarnos con esta lacra(hambre, pobreza) del mundo actual.
El pronombre "nuestro" resulta tan incómodo y tan comprometedor, que se ha querido, para tranquilizarnos, cercenarlo y acotarlo de tres maneras.
La primera procura demostrar que este pronombre denota simplemente el sentido posesivo, se refiere a algo que nos es debido, que nos pertenece. Cambiaria así todo el sentido de la petición. No se trataría de una solicitud,sino de un derecho,hablaríamos de nuestro pan como hablamos de nuestro salario,nuestra casa o de nuestra familia. Pero parece redundante pedir algo que nos pertenece. El Padrenuestro nunca emplea palabras inútiles, es de una concisión absoluta. Cada vocablo, cada preposición, cada pronombre, cada adjetivo, son necesarios. Nada sobra.
La segunda pretende que este pronombre designa al conjunto de los creyentes. De aceptar esta interpretación pediríamos aquí únicamente el pan "de los nuestros".Pensando así,no tendríamos por qué hacernos responsables de los demás. Nuestra responsabilidad se limitaría a los de nuestro partido,clan, familia, grupo.
La tercera consistiría en recordar que al encontrarnos interpretando una oración,este pronombre sólo puede referirse a necesidades de carácter exclusivamente espirituales. Los que así opinan, afirman que una oración no es marco adecuado para tratar temas que más bien pertenecen al mundo de la política,de la economía o de la sociología. Aquí sólo se debería hablar del pan espiritual.
Pero para Jesús no existen espacios acotados. Perdona los pecados pero también cura,sana,alivia y alimenta a las muchedumbres. Fortalece el alma, el espíritu, pero también el cuerpo. Debemos,por lo tanto, aceptar este "nuestro" con toda su carga y peso. Se nos obliga a pedir el pan para todos, sin fronteras, ni condiciones, ni limitaciones, recayendo así sobre todos nosotros una grave responsabilidad y una enorme tarea.
III.
Pedimos el pan "nuestro", de todos, no el pan mío. No es sólo mi necesidad particular y exclusiva la que me mueve a dirigirme a Dios, sino las necesidades de todos mis hermanos, los hombres y mujeres de la tierra. Está muy lejos del espíritu de Jesús pedir al Dios Abbá, Padre querido de todos, pan para mí, olvidándome o desentendiéndome de los demás. Nuestra oración es siempre en plural. Pedimos a Dios el pan que cada ser humano necesita para vivir. Esta petición de pan para todos nos está urgiendo a la conversión. No me puedo preocupar solo de mi pan. No tengo derecho a pensar solo en mi satisfacción y bienestar material, olvidando a esos millones de seres hambrientos y desnutridos que no tienen ni siquiera lo necesario para vivir. El pan que comemos explotando a los pobres u olvidando a los hambrientos no es un pan bendecido por Dios. No tiene la dignidad propia de quienes se sienten hermanos. Mientras no los comportamos con el hambriento, no es un pan de Dios, nuestro Padre. Mientras haya alguien que siga pasando hambre y no tenga nada para comer, el pan que yo me guardo o acumulo es un pan injusto.
IV.
Por tanto, al hacer esta petición no podemos ignorar la llamada de los profetas: "Parte tu pan con el hambriento, hospeda a los pobres sin techo, viste al que va desnudo, y no te cierres a tu propia carne" (Is 58,7). Tampoco la parábola de Jesús: "Tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber" (Mt 25,35).
V.CODA
El pan ocupa en el evangelio un lugar preeminente, lo mismo que en las preocupaciones de cualquier padre de familia. Pero la actitud de Cristo ante el pan no es uniforme. A veces su postura resulta contradictoria. En el desierto, después de cuarenta días de ayuno, se niega a cambiar las piedras en pan, tal como le aconsejaba Satanás. En el monte predica: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis. Y al mismo tiempo nos dice que recemos: El pan nuestro de cada día dánosle hoy.
Se enfada con la gente y la reprende con aspereza:Me buscáis, no porque hayáis visto milagros, sino porque comisteis de aquellos panes y os saciasteis. Pero los panes los había multiplicado sin que nadie le hubiese pedido un milagro. Parece como si el pan no tuviera importancia. Pero poco después dice que tiene mucha. Parece como si nos invitara a desinteresarnos de él. Y luego concentra toda nuestra atención precisamente sobre el pan. No de sólo pan vive el hombre..., contesta Jesús a Satanás, cuando éste le propuso una especie de milagro alquimístico, al estilo de la "piedra filosofal".Se ha observado justamente que la transformación de las piedras en pan significa fabricar "el pan sin sudor",suprimir "el sudor de la frente".
Cristo se niega a resolver el problema económico con una solución milagrosa. La respuesta del Señor, por el contrario, no de solo pan vive el hombre, nos hace ver el paso de la antigua maldición ("comerás el pan con el sudor de tu frente") a la nueva jerarquía de valores, a la primacía del espíritu sobre la materia, de la gracia sobre la necesidad. Cristo no pretende librar el camino de los hombres de sus dificultades y aprietos por medio de una varita mágica. No quiere transformar la existencia a base de milagros. El pan sigue vinculado, no al milagro, sino al trabajo, al sudor de la frente.
Comerás el pan con el sudor de tu frente. (Gen 3,19)
Si alguno no quiere trabajar, que no coma. (2 Tes 3,10)
El pan adquiere dignidad cuando lleva su marca de fábrica: la fatiga del hombre.
BIBLIOGRAFÍA
Boff ,L. ,El Padrenuestro : La oración de la liberación integral .Ediciones Paulinas
González-Carvajal ,L. El Padrenuestro explicado con sencillez
Pagola,J.A.,Padre Nuestro: Orar con el espíritu de Jesús