Es un mal presagio, una triste constatación de la realidad, que el principal «viento fresco» de la política europea actual sea el veterano comunista Jean-Luc Melenchon. Aunque esto también es mentira. Los señalados como partidos políticos de extrema derecha, como el Front National de Marine Le Pen, también son partidos antisistema con un sustrato de justicia social que los partidos tradicionales, franceses, españoles y de otras partes (Acción Democrática, Copei.. etc), dejaron en las manos de los maquilladores y los ideólogos de la mercadotecnia política, es decir, en nada.
Por eso, la subida en las encuestas de Jean-Luc Melenchon, contra una contrincante inteligente como Marine Le Pen demuestra que hay sitio para los buenos políticos y que, por lo tanto, la sociedad no está absolutamente narcotizada ni embobada con el pan y el circo del consumismo.
Melenchon, en un discurso memorable en el Parlamento Europeo, defendió al Gobierno venezolano y tildó de terrorista a la oposición venezolana que desestabiliza continuamente la vida de los venezolanos.
El «póngase usted en mi lugar» de Joselo sería una buena medicina para todos aquellos «bienintencionados» figurones públicos, desde Felipe González a Mario Vargas Llosa, que quieren hacernos tragar ruedas de molino asegurando que llamar a la resistencia y oponerse a unos resultados electorales democráticos quemando cauchos, impidiendo la libre circulación de personas y mercancías, y promoviendo golpes de Estado con muertos, decretando el fin del Estado de derecho, es luchar por la democracia.
Yo lo siento. No me puedo creer que el futuro de una Venezuela próspera en lo material y en lo humano esté en nombres propios como Leopoldo López o María Corina Machado, exalumnos de una universidad privada, mediocre académicamente, como la Universidad Católica Andrés Bello, que siempre vivió de espaldas a la realidad del país, en una especie de gueto del que salían para ganar plata y seguir manteniendo un país a su medida. Así lo explicó Melenchon y esa es la única verdad.