Juan Carlos Méndez Guédez (Barquisimeto, 1967), escritor que desde 1995 emigró a España y se ha asentado en Madrid, donde en un horario de 9 am a 3 pm, se dedica a la creación de ficción; nuestra una férrea militancia de oposición. Esté en su derecho. Pero no es eso que vamos a hablar aquí, sino referir que en alguna de sus novelas discurre sobre la historia actual. Tan lastimosamente marcada por hechos de corrupción y bien está que eso se denuncie. Porque la juventud militar en 1992, que tanto zahiere al señalado letrado, y después electoralmente como fuerza política que dirigió el comandante Chávez irrumpió en el cotarro político nacional contra ese inveterado mal en la llamada cuarta república. Cuando "éramos felices y no lo sabíamos", según algunos.
En concreto, dice una cierta añoranza eran felices los adecos, copeyanos y masistas, así como algunos otros sectores políticos minoritarios de la izquierda borbónica y revolucionarios de cafetín y los mismos grupos económicos actuales o sus derivados, que motejan enchufados. Entonces Méndez Guédez con ese humor que acostumbra traslucir en sus creaciones y contraponiendo en este caso siempre el prurito acerca de la superioridad de lo civil sobre lo militar, que adjetiva gravemente ha dado a conocer la ficción "Los maletines". Cuyo trasfondo, dice algún experto, viene a ser el contexto socio histórico de la llamada Venezuela chavista, 1998-2013. Por eso llaman que "ficción literaria" a veces supera la realidad. Pues es una narrativa que tiene como trasfondo la dinámica societal de los días que corren en lo que va del nuevo milenio, anomia mediante es tratada irónicamente e invita a la reflexión de todos.
Al respecto una nota de Omar Khan en el diario El País dice que "Un trasiego de misteriosos maletines verdes que salen desde Caracas a Praga, Ginebra, Roma o Madrid ocupa las casi cuatrocientas páginas de Los maletines (Siruela), la novela del escritor venezolano Juan Carlos Méndez Guédez (…). La Caracas de Los maletines es una urbe poco cordial y malhumorada donde ahora estás vivo y en dos segundos ya muerto. Un marco perfecto para una novela negra donde la violencia, las balas locas, la brutalidad, el abuso y las situaciones tensas, siempre amenazantes, ya vienen servidas. Méndez Guédez reconoce que sus lectores venezolanos ven la dimensión trágica de su novela y los foráneos un relato más humorístico, que parece exagerar el gesto violento de una ciudad que, en realidad, puede ser más cruel y agresiva que su ficción" (www.cultura.elpais.com, 14 Jul 2014).
Recientemente estuvo en la ciudad de Barquisimeto este inmigrante y al parecer muy querido y admirado por el radiante dominio del lenguaje y la técnica narrativa, cuyo sesgo opositor no niega sino que pareciera que vino a reforzar la protesta aupada desde la OEA y su Secretario General, el inefable Luís Almagro o sus lectores óptimos sean nada más de ese sector político. Una apreciación obviamente sesgada de parte de quien esto escribe.
Suponemos, repetimos que está en su derecho y ese será la segmentación del mercado que han hecho quienes dirigen su marketing. De hecho acotó en la presentación de su más reciente novela "El Baile de Madame Kalalú" en una librería del este de la ciudad crepuscular (El Clip), el miércoles 3 de mayo de 2017, que valió la pena volver a sus espacios de la niñez o adolescencia después de 23 y precisamente 23 libros publicados ya; aunque se echó diez horas en carretera de Caracas a Barquisimeto y hasta una prima tuvo que "rescatarlo" en una bomba de gasolina local; "¡Qué aventura, madre mía!", se titula una vieja novela de cuyo autor no recuerdo.
Tuve en la punta de la lengua preguntarle si tenía intención de escribir otra novela oscura o thriller sobre la violencia generada en Venezuela por las temerarias guarimbas y demás protestas "pacíficas" de los paramilitares de la oposición, además de estar bien pagados con verdes desde el exterior (¿traerán esos dólares también en maletines verdes?), pero me contuve, hubiera sido grosero en una tertulia tan agradable.
Aunque según señaló alguien por ahí en el auditorio que una las características de ciertos personajes en la escritura de Juan Carlos Méndez Guédez viene a ser "la estética del cinismo" (qué buena frase), la banalización del mal y la metáfora del desenfado femenino frente a la moral actual de la gente bien, que sería el caso de Madame Kalalú. Una empedernida lectora del tarot, la borra del café, ladrona de obras de arte y demás gajes del oficio, así como también dizque es una pitonisa que postula que no existe un solo futuro. Existen varios. Según la direccionalidad que cada cual dé a su vida particular, será.
De donde se tiene que dado el innegable talento de este joven escritor puede convertir cualquier evento ramplón en maravillosas creaciones literarias. Por eso es indicado para describir que los guarimberos o agitadores políticos y paramiltares que hoy pululan en ambas facciones políticas en Venezuela y que según Miguel Matos nos van a llevar a la guerra civil como sigamos así; contrario a lo muestra VTV son unos denodados militantes de la libertad, que bailan en las calles al ritmo de una música celestial, es decir de Chino y Nacho. O la historia de un edificio donde un desalmado universitario lanza materos o bidones de agua congelada para neutralizar o matar marchantes chavistas. ¡Qué paradoja moral!
Como fuere, no resulta sorprendente que alguien por vía del encanto del lenguaje y el arte de la creación literaria aborde ciertas dimensiones de la realidad sociopolítica, burla burlando, aunque no sea una crónica evanescente de los hechos; pero cualquiera que asuma ese reto no debería olvidar ser honesto con los hechos. Como también dijo alguien allí.
Mirar el corro. Pues si bien la corrupción ha tenido diversas expresiones indignantes durante lo que Méndez Guédez llama toda esta "barbarie" de los 18 años del chavismo (suponemos que se refería al golpe de estado del 2002, la guarimbas del 2014 y la actual violencia que dirigen los agentes de la mud). Ello sería necio negar (dice uno) que en ese tiempo amplios sectores sociales se ha incorporado al disfrute de los bienes culturales; dado que Chávez amplió la cobertura de la educación en todos los niveles y en particular el segmento de la educación superior o universitaria, pero en fin son cosa para discutir.