El ser social, y la conciencia

Venezuela, como sociedad, ha abandonado la función de producir los bienes necesarios para satisfacer sus necesidades de vida, habiendo olvidado ya, la calidad, y el confort.

El modo de producción capitalista, ensaya y aplica en la patria de Bolívar, un modelo que ya no es el neoliberal, que sacudió especialmente a América Latina, y el Caribe, con su promoción y propiciamiento de la pobreza en la década de los 90 del siglo pasado. El neoliberalismo era la única propuesta del gobierno socialdemócrata de Carlos Andrés Pérez para sacar al país del subdesarrollo, y seguir soñando con "la gran Venezuela"; el caracazo fue la respuesta del bravo pueblo venezolano, seriamente amenazado por el hambre.

La burguesía venezolana, con sus vinculaciones con el capital financiero trasnacional, siempre ha sido parásita; es su condición inequívoca de explotación; pero en este momento, es además de todo eso, contrabandista, bachaquera, especuladora, y negada a producir, para dedicarse como está dedicada sólo a la importación y a la estafa de las divisas preferenciales que el gobierno le otorga para importarlo todo, sin producir en Venezuela, ni una aguja, ni un palo de fósforo.

La improductividad en Venezuela, hecho fundamental para el análisis y la síntesis, es una transversalidad del ser venezolano hoy, como esencia para la configuración de la conciencia individual, y social, según el materialismo dialéctico e histórico, y por consecuencia para la estructuración del pensamiento.

Si la burguesía no está interesada en invertir un solo dólar, un solo bolívar en construir un aparato industrial privado, dedicándose por entero a la estafa social, entonces las grandes mayorías, sin identidad y sin conciencia de clase, adoptan como han adoptado, el mismo pensamiento marañero que está entregando las riquezas de Venezuela, y está dispuesto a privatizar las empresas básicas del Estado.

Ese pensamiento marañero, posesionado ya en la media del consciente y subconsciente nacional, le da beligerancia a la liberación de precios, frente a la regulación y bonificación del salario; al bachaqueo, contrabando, especulación, hurto de vehículos, y de cualquier bagatela, evasión de impuestos, y otras, e innumerables formas de maraña, y robo, entre las vaporosas modalidades de corrupción; al igual que reconoce como válidos los delitos en contra de los derechos humanos, y el empleo de métodos abominables como el fascismo para perseguir, y acosar a la clase obrera en sus sitios de trabajo, y en la conculcación de sus irrenunciables derechos laborales; Al mismo tiempo que se impide y se criminaliza cualquier forma de protesta, y de crítica y auto crítica revolucionaria, mientras se convive con la guarimba opositora que destruye con su terrorismo nazi instalaciones, y sega como ha segado 38 vidas venezolanas en sus últimas acciones en contra de la seguridad social venezolana: Ese pensamiento marañero ha demostrado ya que está dispuesto a convivir con adecos, copeyanos, y personas rojas, fascistas o no, del color que sean, antiguos y actuales verdugos de Venezuela; pero también ha demostrado que no está dispuesto a darle ninguna beligerancia a la lucha revolucionaria para continuar la liberación nacional, y la construcción del socialismo científico.

La constituyente está obligada a convocar a la más amplia participación de todos los sectores de la vida pública nacional; se presenta como el espacio propicio para la participación de un necesario Poder Popular integrado en un frente amplio nacional patriótico, consciente y revolucionario que presente y ejecute un programa autónomo que tenga por principio, la culminación de la independencia económica, la liberación nacional, y el socialismo científico, para la derrota definitiva del modo de producción capitalista, con su modelo ultraliberal aplicado en contra de Venezuela; siempre enfrentando la infiltración del pensamiento marañero, contra revolucionario, y proimperialista.

En ese Poder Popular, que señalamos arriba, integrado por el pueblo trabajador, y la clase obrera, se encuentran todos los partidos políticos revolucionarios, es decir, anticapitalistas, o por lo menos progresistas; los movimientos sociales, y las nuevas formas de participación política propiciadas por la Revolución bolivariana.



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Eduardo Mármol


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