La FANB, la Revolución Bolivariana y Chavista y la Constituyente

Las realidades políticas venezolanas están sobre la mesa y los políticos aún están en estado de contravenir cualquier decisión que el Otro asuma en cualquier espacio, situación y circunstancia que ese Otro asuma ante las actuales realidades en curso. Ello, esos escenarios en constante contradicción de Uno y Otro, exponen actitudes de sectores civiles, es decir, no-militares, lo cual, objetivamente, encrispan a esos sectores militares de educación vertical y de constante adscripción a los contenidos fundamentales, actuales y futuros, de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Ese escenario, por demás, muy grave, en propuesta para su análisis, en nuestros pareceres, aún pecando de "meter a todo el mundo en el mismo saco", aparentemente, no está siendo captado por esos sectores civiles, políticos, empresariales y de la propia Conferencia Episcopal Venezolana, CEV, exceptuando, eso si, dos personajes públicos y mediáticos de todos y todas conocidos.

¿Qué es, cómo es, cuál es y cómo se desarrolla el proceso revolucionario bolivariano y chavista desde sus propios orígenes?

Ella, la pregunta, a su vez, contiene preguntas unidas en sus propias esencias que deben ser, obligatoriamente, propuesta para comenzar a exponer una serie de aproximaciones como respuestas para, al tiempo, ellas, las respuestas, propongan una continuación de inquietudes intelectuales tanto de corte histórico como político e intelectuales con el fin último de alcanzar, proponer y aceptar qué y cómo queremos que se exprese Venezuela y todo su conjunto social en sus propias realidades histórico-ideológicas en sus naturalezas autóctonas.

Aquellos sectores civiles, sean ellos políticos, militares, empresarios y religiosos que consideren que este proceso revolucionario "nació" a partir de aquel "…por ahora…" de Hugo Rafael Chávez Frías no solo están, profundamente, errados en sus apreciaciones sino que se adscriben a una subjetividad histórica que los lleva a cometer errores y mantener paradigmas errados cuales, a su vez, desarrollan matrices de opinión cuales, en estos momentos, están rayando en las neurosis y las esquizofrenias colectivas sustentadas en expresiones y aversiones morales y éticas de no-ser-de-critica a lo que se supone es la "conciencia social" venezolana que está representada, en nuestros entenderes, en la Conferencia Episcopal Venezolana, CEV y ello es extremadamente grave además de muy peligroso para el futuro desarrollo de la Patria, Venezuela, y, en ello, todos y todas tenemos responsabilidades.

Aparentemente, lo expresamos en proposición, los sectores civiles, políticos y empresarios, no percibieron el propio proceso histórico que se estaba desarrollando desde aquel "27 de febrero", claro, mucho menos, se han avocado a tratar de estudiar para poder comprender el porqué de aquella expresión social que fue, sencillamente, "parada" a punta de fusil y muertos. Más aún y además, estamos en total aceptación que el "fenómeno Chávez" no solo no fue ideológicamente confrontado por su no-aceptación, ni por su no-comprensión en un serio y profundo análisis sino que se lo consideró como "un factor militar" de probable y aspirado control por aquella fatídica Comisión de Defensa del Senado como tampoco sería considerado ni tomado en serio por los cogollos de los partidos políticos del "Pacto de Puntofijo". Es decir, la esencia del "pensamiento Chávez", lo que se ha denominado, posteriormente, como "pensamiento chavista", fue, vulgarmente, descartado como "una imposibilidad de triunfo" más por soberbia de aquellos cogollos que por análisis sesudo, reflexión, objetividad y, sobre todo, descartado por los contenidos en la propia esencia significativa de "lo militar" y de "lo militar-histórico-bolivariano" venezolanos.

Junto a esa objetiva realidad, la comunidad política-puntofijista acompañada por ciertos sectores fundamentales de la economía venezolana no se percataron y/o no desearon percatarse de los procesos internacionales en la dialéctica de "lo civil" con "lo militar" según los propios procesos del desarrollo de los paradigmas del sistema capitalista por aquellos años de las décadas de los años 80 y de los años 90.

No olvidemos que la "expresión militar" del "4 de febrero" (1992) entra y se expresa en una conjunción de factores nacionales que se enfrentaban, radicalmente, con su contradicción cuando la implantación brutal del neo-liberalismo se confrontaba y confrontaba en toda su esencia político-económico e ideológica con los sectores políticos, económicos y militares nacionalista. Es decir, frente a las privatizaciones y sus significados se oponían aquellos sectores nacionalistas que comprendieron el verdadero significado de esas privatizaciones en una objetiva realidad geo-económica-venezolana como son el petróleo, los minerales, el agua, lo geo-político fundamentalmente en su esencia geo-estratégica y la realidad de una "conciencia alienada" a ese "nuevo modelo socio-económico" que representaba la praxis del neo-liberalismo y "las responsabilidades" (sic) de Venezuela en ese "nuevo concierto capitalista mundial".

La realidad fundamental por la cual caminaba Venezuela era, según nuestro criterio, de una "nueva Dependencia" no solo ya hacia Washington sino al propio desarrollo y profundización de "lo euro-céntrico" en el marco de lo conceptual en las mentalidades criollas alienadas al neo-liberalismo socio-económico y neo-religioso como en su praxis social-nacional representada por el "neo-liberalismo-criollo".

Ello significaba, fundamentalmente, la adscripción de "toda-Venezuela" a las "nuevas divisiones internacionales" de las "nuevas responsabilidades" del neo-liberalismo de corte ideológico-religioso, ideológico-económico e ideológico-cultural como, también, en "lo militar-internacional"; es decir, en última instancia, a la nueva adscripción nacional-venezolana hacia la "nueva alienación-siglo-XXI".

En ese marco de desarrollo tanto las "fuerzas productivas", los nuevos modelos de "modo de producción" como la "ideología-en-alienación" a aquella reingeniería del sistema capitalista mundial obligaba, necesariamente, a profundizar en un modelo de Poder de corte cuasi-dictatorial, es decir, de una "democracia-controladora" hacia el "ser social" como "ser creado", lo cual era como lo es una contradicción en su propia esencia en tanto y cuanto el "ser social" fue "creado" libre y responsable en su personal libertad en el marco de una moral natural en sus fundamentos teologales.

Aquella "nueva división internacional de responsabilidades" tenía la necesidad como la obligación de tener que adscribirse al "gobierno global" en función de la "unidad hacia un solo paradigma" de obligatorio comportamiento tanto en sus realidades internacionales como, "aguas abajo", en sus propias y fundamentales realidades nacionales, con lo cual tanto los sectores políticos como económicos y, fundamentalmente, el sector militar nacional, en nuestro caso concreto, Venezuela, eran de su obligación indiscutible el tener que alinearse a esa nueva realidad mundial con las finalidades de poder y tener que cumplir con sus correspondientes obligaciones globales.

En ese orden de ideas, "lo militar-nacional" se confrontó con los nuevos escenarios con objetividad de estudio, probablemente, desde la propia década de los años 70 profundizando sus objetividades de análisis durante la década de los años 80 con lo cual, de nada es de extrañar, aquella manifestación del "4 de febrero" (1992) como una búsqueda de una solución nacional al proceso de conversión de Venezuela de ser un país histórico, bolivariano, independiente e internacionalista, en un país dependiente tanto de Washington como del "euro-centrismo" cuales, ambos, no buscaban mantener los paradigmas fundamentales de lo real-significativo de Venezuela más aún cuando "ciertas debilidades objetivas" nacionales se expresaban en lo "real-significativo-militar" en función de la "defensa nacional".

Aquellas realidades objetivas significaban un real debilitamiento de "lo militar" como "un todo-real-y-objetivo", significaban una alienación a "lo político-internacional" y significaban la adhesión a un nuevo modelo internacional del trabajo globalizado con lo cual se castraba, de facto, con cualquier contenido en la "Doctrina Bolivariana".

Es decir, los sectores criollos adscritos al neo-liberalismo-mundial, aparentemente, en sus ideólogos, no comprendieron, bien no aceptaron, bien trataron de desdibujar la Historia Patria en análisis lógico-formal-justificativos para tratar de alcanzar e imponer el desconocimiento de "lo bolivariano" desarrollando paradigmas ideológicos que se confrontaban y enfrentaban con "la esencia misma" del "pensamiento-histórico-militar-venezolano" como, también, de los propios contenidos de aquella Constitución chucuta del 23 de enero de 1961.

Era evidente que el proceso de desarrollo de las contradicciones nacionales se desarrollara hasta alcanzar su cenit expresado en aquel "4 de febrero" (1992) con las lógicas reacciones de los sectores nacional-conservadores cuales, inmediatamente, entraron en contradicción con lo significativo de la propuesta ideológica de "lo militar" en su expresión contenida tanto en aquel "…por ahora…" como en los contenidos significativos del "Árbol de las Tres Raíces" como se expresaron tanto en el discurso de Rafael Caldera Rodríguez como del de David Morales Bello ante el Legislativo representativo de la Cuarta República con lo cual se trató de "controlar" lo representativo de "lo militar" con sus contenidos gatopardianos.

Es decir, la esencia significativa tanto del proceso independentista como la expresión político-militar del siglo XIX era de perentoria necesidad de alcanzar su control absoluto en la mejor expresión betancourista-puntofijista.

Es decir, regresando a nuestras actuales realidades, aquellas realidades históricas de esencia nacionalista cívico-militar, aparentemente, se han quedado en el olvido en una intencionalidad militante que obliga, perentoriamente, a la disciplina educativa en "lo militar", en "lo civil" y en la propia seguridad y permanencia del Estado de la República Bolivariana de Venezuela.


 



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Miguel Ángel Del Pozo


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