En su celebre poema La renuncia, Andrés Eloy Blanco concluía: "Cuando renuncie a todo, seré mi propio dueño; desbaratando encajes regresaré hasta el hilo. La renuncia es el viaje de regreso del sueño."
El gobierno, a paso firme, erosiona la gobernabilidad hasta tal punto que hoy se encuentra en niveles mínimos de flotación. No hay parlamento, la Fiscalía es objeto de ataque desconsiderado desde el campo chavista, el gobierno cede amplios espacios de gobernabilidad a la mud, ésta con sólo un twitter paraliza a medio país, hace cerrar al metro, suspende las clases, cancela el transporte. En lo internacional los triunfos son pírricos y la soledad es dramática; en lo militar, el olor del descontento se percibe a millas de distancia.
En la política el gobierno luce agónico, la Constituyente, que es un delicado paso, se da en las peores condiciones, con un tremendo reflujo de las desconcertadas fuerzas chavistas, perplejas, confundidas. El presidente, debilitado como está, así lo dicen las encuestas, en medio de una profunda crisis económica y moral, comete la estupidez de renunciar. En la práctica queda como un presidente interino, de un gobierno provisional esperando lo que decida la Constituyente. Por supuesto que cada día se debilita más, así no puede enfrentarse a nada. De esta manera crea un vacío que se une a la embestida brutal de la derecha externa y del norte que nos desprecia.
El pronóstico no es halagüeño, la situación precisa de terapia intensiva. El Chavismo auténtico no puede dejar que una cúpula lance a los basureros de la historia la esperanza que construyó Chávez.
Hay que actuar con mano firme, no es hora de mezquindades, menos de pragmatismo, tacticismos que nos han traído hasta las orillas del abismo. El Chavismo debe actuar en dos frentes: uno, exigir la rectificación del gobierno, es el primer deber; el segundo, preservar al Chavismo. Veamos.
Se le ha dicho al gobierno que debe rectificar, cada vez son más los gritos que lo piden. Pero el gobierno no reacciona, sólo desacredita a cualquier disidencia, sólo traga adulación, persigue a la crítica. El último caso fue la valiente Fiscal; su alerta, su denuncia le valió el ataque de la jauría.
El segundo frente, preservar al Chavismo, que pueda superar cualquiera adversidad, cualquier derrota; recordemos las palabras del clásico: "el temple de un movimiento se prueba en las derrotas". Eso no los enseñó Chávez, y su "por ahora" es así; el Chavismo debe prepararse para no ser derrotado y para sobrevivir en caso de derrota. Cómo hacerlo.
La dirección del Chavismo, del PSUV, debe ser una dirección crítica, no un apéndice aprobatorio de todo lo que el gobierno invente. Entender que la crítica fortalece a todos. Debe apoyar al gobierno, pero debe dejar claro que el gobierno y el partido son dos cosas diferentes; el gobierno puede hacer lo que el Partido no puede, y el Partido puede permitirse la crítica, esa y la vigilancia revolucionaria son dos de sus principales deberes.
Qué bueno sería que el Partido analice la actual situación y produzca un documento que alerte al gobierno, qué bueno sería que el Partido analice la Constituyente con rigor, no tragándose el invento de escarrá y una comparsita y pida al Presidente retirarla. Este sería un primer paso que fortalecería al Partido y al Presidente.