Venezuela es uno de los pocos países del mundo en los que se aplica insistentemente el término dictadura por llamar a sus ciudadanos a votar. La oposición venezolana, que en cualquier país europeo estaría ilegalizada por actos de terrorismo, declara que todas esas elecciones son para legitimar un régimen autoritario, corrupto y dictatorial, siendo la última «ocurrencia» del «dictador» Maduro (no hay ningún país que no mantenga relaciones diplomáticas con Venezuela a causa de su dictadura), convocar una elección constituyente para «perpetuarse en el poder dictatorialmente», bueno, por decir algo «contundente» que no quede.
El principal matrimonio opositor, fugado directamente de una torta de bodas, tendría en primer lugar que dar explicaciones de cómo mantienen ese tren de vida, quién financia todos esos encadenamientos en el Vaticano, presentaciones de libros en Madrid, noches de hotel en Nueva York etcétera. En una dictadura no se puede viajar. Es imperativo categórico para un régimen dictatorial que no se convoque al pueblo para nada. Que los opositores estén presos por opositores y no por provocar decenas de muertos llamando a la gente a violar los derechos de los otros que ampara una Constitución democrática y acabar con las vidas de otros ciudadanos. Es condición inapelable que en una dictadura la gente salga escondida, se fugue y, una vez escondida, dé declaraciones desde el extranjero sin especificar el lugar en el que se encuentran por miedo a perder sus vidas.
En las dictaduras la gente que se marcha al extranjero no lo hace públicamente por el aeropuerto convocando a la prensa. Tampoco, una vez calumniado el gobierno y los ciudadanos que lo eligieron, vuelve por el mismo aeropuerto y vuelve a convocar a la prensa.
En una dictadura nadie denuncia torturas, las torturas se denuncian en democracia, como los cientos de denuncias por las que tribunales europeos condenaron al Estado español durante estos últimos años.
En fin, a mi me gustaría saber en nombre de qué libertad se quema una tanqueta o se amedrenta a ciudadanos para que no vayan al colegio con sus hijos o al trabajo. A mí (y a millones de ciudadanos españoles) no nos gusta nada ni este ni el anterior gobierno de España. Lo más cerca que se estuvo de una guarimba fue la iniciativa «Rodea el Congreso», que tuvo su respuesta en la llamada «Ley Mordaza», que prohíbe cualquier tipo de disensión bajo penas pecuniarias o de cárcel.
Pero si así son más felices todos: está bien, Venezuela es una dictadura y el Estado español una democracia.