La Constituyente, el concepto Estado-nación y lo significativo que expresa la Democracia Participativa son las tres realidades que se manifiestan, asimétricamente, a lo conceptual-significativo en lo real-tradicional e histórico de la Democracia Capitalista Liberal y Neo-liberal. Indiscutible pero argumentable la propuesta en mesa.
Tiene razón el Presidente constitucional, Nicolás Maduro Moros, cuando expresa, viva y de manera vehemente, que lo significativo en su objetiva praxis del acto de votar para elegir a candidatos y candidatas a conformar una Asamblea Nacional Constituyente se ha expandido entre las sociedades y pueblos de diferentes países, fundamentalmente, en el continente americano pero sin dejar por fuera a países del viejo continente cuales se rigen a la usanza de la añeja ideología occidental judeo-cristiana como "norma fundamental ideológica" conductora de los avatares temporales según desde los tiempos posteriores a la terrenalidad de Jesús de Nazareth. "A buen entendedor, pocas palabras".
Es decir, las opiniones militantes expresadas en férrea oposición no al acto constituyentista en si mismo que es posterior a la decisión de llamar a la realización de una constituyente sino a lo conceptual-significativo que representa la consecuencia posterior a la participación popular electoral que implica el acto como tal, es a lo que verdaderamente le tienen pavor (miedos) los representantes políticos de derechas, de la economía y los representantes académicos por ideólogos del actual camino por donde circulan las realidades resquebrajadas del sistema capitalista en su expresión neoliberal actual y es por ello no debemos tomarlo a la ligera.
La constituyente está en la más profunda contradicción con la propia esencia paradigmática de la filosofía sobre la cual se sustenta todo el sistema capitalista desde sus primeros pinitos temporales por históricos como modo de producción socio-económico para expresarlo en el marco de la teoría marxista. Es decir, cuando nos penetramos en el propio seno del significado jurídico de la asamblea nacional constituyente en su base popular significativa inmediatamente nos encontramos de frente con lo conceptual en la cual se sustenta la democracia representativa y, aguas abajo, nos tropezamos con todo lo que ello significa tanto en lo social y económico como en lo político e ideológico; es decir, entramos, inevitablemente, a la ineludible por inevitable confrontación entre dos modelos jurídicos con efectos reales sobre todo el conglomerado social nacional correspondiente e, inclusive, allende las fronteras.
Pero una asamblea nacional constituyente electa y electos sus miembros (son dos actos diferentes aunque íntimamente conjugados en una sola esencia), en su espectro más amplio y significativo, sociológicamente, en el marco de una sociedad en análisis (caso: Venezuela), está en perfecta confrontación y enfrentamiento por inevitable con lo objetivamente significativo de la praxis del sistema capitalista en su lógica como sistema socio-económico y político-ideológico, en su expresión histórica sobre la base de su desarrollo global tanto en lo económico-financiero como en lo objetivamente significativo referido a la alienación del "sujeto histórico" como "ser social" gracias a las nuevas tecnologías y su real expansión global como, también, a la sicología de masas; es decir, en este tópico concreto, a la objetiva destrucción telúrica e histórica del inconsciente colectivo nacional. Es ese el resumen real de la contradicción fundamental entre el ejercicio constitucional de la Asamblea Nacional Constituyente y las expresiones en permanente negación de ese derecho constitucional que ejercen no solo las derechas nacionales como las derechas internacionales.
En ese orden, una asamblea nacional constituyente no solo rescata la íntima teluridad del pueblo y la historia de una nación en referencia (caso: Venezuela) ante esa globalización alienante sino que, fundamentalmente, preserva en su propia esencia el significado real del Estado-nación como preeminencia de permanencia real, objetiva e histórica de su propia esencia como nación y pueblo. En el caso concreto de Venezuela sobre la base real por demostrable del proceso de Independencia continental-americana (no olvidemos la presencia en la península de la Florida), esa teluridad e historia contienen en su íntimo seno una realidad de unidad histórico-militar-social muy difícil de no solo negar sino de destruir en su real significado para el inconsciente colectivo americano.
Pero el acto en si mismo de la elección de candidatos a conformar una asamblea nacional constituyente (caso: Venezuela) tiene significaciones interesantes como se demostraron en los diferentes escenarios que se expresaron en el acto referente el pasado domingo 30 de julio (2017) cuando a lo largo y ancho de toda la geografía real además de histórica de Venezuela las sociedades en conformación de pueblo tomaron libre, personal e independientemente la decisión de realizar el acto de votar por el candidato de su gusto y preferencia en función de demandarle la correspondiente responsabilidad de expresar sus voluntades pero en permanente consulta con sus originarios votantes, es decir, es la expresión más genuina de la Democracia Participativa. Ello no obsta que se presenten errores y hasta abusos en algunos representantes pero para ello estará presente el Presidente y/o la Presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente de la República Bolivariana de Venezuela para "poner orden en casa".
Pero la futura Asamblea Nacional Constituyente electa (caso: Venezuela) tendrá que asumir diferentes funciones en horizontalidad en responsabilidades en función de poder alcanzar no solo las soluciones de los problemas expuestos por el Presidente constitucional, Maduro Moros, como también y fundamentalmente la profunda por necesaria transformación del Estado venezolano y todo los efectos correspondientes del acto en si mismo; es decir, en función del concepto Estado en sus bases fundamentales como Estado y sus correspondientes responsabilidades históricas sobre las bases reales e inobjetables, deberá conformar un permanente diálogo con aquellos factores que, realmente, no están representados sino por representantes no-activos, es decir, nos estamos refiriendo a los miembros activos de la FANB quienes, quizás, pudieran estar representados por oficiales retirados quienes, por experiencia, podrán y deberían aportar propuestas necesarias y obligadas referidas a las necesidades reales no solo militares sino geopolíticas y geo-estratégicas.
Otro de los factores sociales que deberían tener una importante vocería serían las expresiones religiosas presentes en el territorio nacional en función de sus necesidades como también de sus responsabilidades y obligaciones sociales y sus necesarias participaciones en las diferentes comunidades donde ejerzan sus oficios patriota y responsablemente.
En resumen, en el caso concreto de Venezuela, la Asamblea Nacional Constituyente una vez asuma sus responsabilidades de Estado, según la norma Constitucional, tendrán que asumir sus miembros, el juramento correspondiente, las declaraciones de bienes personales, asumir lo significativo de la moralidad y ética como mantener sus permanentes contactos con las comunidades que los eligieron; es decir, un constituyente no es ni debe comportarse como un diputado, una diputada, tradicionales sino asumirse como vocero-representante de su espacio electoral correspondiente.