Hagamos un breve recuento económico en Venezuela de los últimos cinco meses.
Uno: El gobierno nacional, con muy buena intención, para combatir la guerra económica que nos acoquina y de origen usamericana ha optado por incrementar los salarios y bonos de alimentación cada dos meses. Paliativo que no mejora el poder adquisitivo del consumidor venezolano, pues al aumentar el circulante monetario se incrementa el índice inflacionario.
Dos: Pero las buenas intenciones del ejecutivo nacional continúan. En el mes de septiembre el Presidente Maduro presentó ante la Asamblea Nacional Constituyente (ANC) la "Ley Constituyente de Abastecimiento y Precios Acordados" con la intención buscar estabilizar la economía y estimular la producción del país. Dicha ley fue aprobada por la ANC el 21 de noviembre. Ahora bien, si nos ceñimos a dos de las acepciones del verbo acordar "conciliar, acordar", y si estamos en una guerra económica, cuando ni siquiera se ha aprobado un armisticio entre el ejecutivo nacional y la mayoría de los comerciantes especuladores. ¿Con quiénes se acordaron, o se acordaran, esos precios?
Tres: Ahora, en la segunda mitad de diciembre no se oye las expresiones rentismo petrolero y rentismo post-petrolero. ¿Será porque el presidente honorario de PDVSA Alí Rodríguez Araque el día 7 de diciembre expresó "creo que podemos llegar a los dos millones de barriles adicionales de donde nos encontramos"?
Cuatro: Recordando, en septiembre el Presidente Maduro ante la ANC ordenó la implementación de un nuevo sistema de pago internacional a través de la creación de una canasta de monedas de libre convertibilidad que permitiría liberar la dependencia del dólar. De esta cesta no se ha hablado más. Ahora se habla es de la moneda virtual denominada "Petro". Nombre pegajoso y fácil de recordar. Sin duda, que si la razón ha figurado en primer orden, ausente de improvisación, al implementar este medio de pago, Venezuela da un salto cuántico en el ámbito financiero internacional.
Pero, si el impulso para dar este salto no es tan vigoroso, es posible que no alcancemos la tan anhelada otra orilla del pozo.
Por eso parafraseamos el "inventamos o erramos" del maestro Simón Rodríguez de esta manera: pensamos, entonces inventamos o erramos.