Crisis, claro, de valores

Las campañas mediáticas actuales, de alta tecnología y virtualidad, engañosas y llenas de intrigas, diseñadas por expertos prestidigitadores de las comunicaciones interpersonales y de masas, convierten la verdad en postverdad, la realidad en ficción, el pasado en futuro, sin pasar por home, atribuyéndole esperanzas como bondades que vendrán para una nueva vida en el más allá, en el tiempo por llegar, una especie de trascendencia monitoreada por los sesudos arquitectos de sueños y fantasías, en que se ha convertido el márquetin de la propaganda política, que como cualquier mercancía, es un producto más de consumo masivo, comunicacional, dirigido a captar la atención a través de estímulos teledirigidos hacia los distintos niveles de percepción y acertamiento por cada uno de quienes reciben el mensaje subliminal, ideológico, ilusorio, sugestionable, que desde la filosofía, las ciencias, las artes, y la tecnología, sean vehiculadas por una educación a la medida de las circunstancias y necesidades de las élites en el poder, esa que quiere pertenecer de alguna manera, es decir, desde el poder, al nuevo orden aquí, allá, ahora, no ayer, ni mañana, hoy. Así es parte de la estructura del sistema bajo el Nuevo Orden Global, donde bailan los sectores y grupos que les dan apoyo y cobertura en el G8, G20, Gn, donde sólo caben y tienen membresía los que logren influir sobre las masas, sobre los pueblos, como los encantadores de serpientes, como los magos en sus escenarios; sabiendo cómo piensa la gente, qué necesita y qué es indispensable, pues suministrarle las dosis necesarias para que actúen o dejen de actuar, sin autonomía sin libertad. Se les hace creer por un momento que son iguales, que tienen los mismos derechos, que recibirán lo que por naturaleza y la ley de Dios y la de los hombres corresponde a cada uno, pero cuando las vanguardias ya le han dado curso a sus estrategias, y han logrado escalar las posiciones necesarias para el manejo y control táctico y doctrinario, comienzan a actuar a espaldas de quienes los colocaron por voluntad delegada en los cargos de representación popular, a los que por enésima vez traicionan. Y son tan burdos que se les ve la costura al irse imponiendo a sangre y fuego, con el látigo del miedo, creando esa sensación de fin premonitorio, de la hecatombe si no se los mantiene en las cumbres, en el pináculo, el las sillas presidenciales, en la cúspide de la pirámide, donde el viejo y periclitado modelo estándar, ya no funciona sino en alguna región olvidada del planeta donde no llega la luz del Sol, imposible a todas luces, cuando los secretos más profundos han sido develados luego de ciento cincuenta mil años de transito por estas tierras, sobre estos océanos y mares, lagos y ríos. Cuando el hombre ha puesto sus botas sobre la Luna y el espacio exterior, y recorrido las profundidades de la Tierra. La vida es sueño, es ilusión, es lo que tú quieres que sea, pero para ello se requiere nada más que estar despierto, tener conciencia, ser crítico de uno mismo y frente a la realidad que le toca vivir, medrando y en torno a sus semejantes y las demás especies vivas endógenas y exógenas, extraterrestres y alienígenas, ángeles y demonio, seres de luz y de oscuridad, los buenos y los malos, y todo cuanto el hombre y la mujer hemos creado individual y colectivamente. No es solo lo que nos ocurre y a lo que le buscamos solución o respuesta, es lo que hacemos con lo que han hecho de nosotros, como decía el filósofo francés, es más que sólo política, estadísticas, discursos, gestiones, anuncios y proyectos, decir la verdad, transitar el camino del respeto y la responsabilidad ética, moral, consensuada, y no la de quien se cree que en verdad es el que es y no hay más sino él, como el yo, yo, yo, y solo yo, y luego él, ella, nosotros, para en la conjugación de verbo ser y del verbo estar, en primera persona y en presente. Muerto Dios, Marx, Einstein, Chávez, lo que bien no lo sabemos, pero podemos estar seguros de que este no es el camino ni para Venezuela, ni para América, ni Europa, es decir ni para Occidente ni para Oriente, donde ya en conflictos culturales y civilizatorios, solo esperamos al nuevo evento que está por develarse sobre la humanidad, que en el siglo XXI, a trece mil setecientos millones de años de distancia del Big Bang, todavía hay quien cree que los pájaros se preñan y no hemos podido disolver la incógnita de qué fue primero, si el huevo o la gallina. Existe en la actualidad la tecnología necesaria, los equipos y laboratorios, talleres y universidades, materiales en cantidades necesarias y por el próximo milenio, como para acabar con el hambre, el sufrimiento, los padecimientos, las necesidades de las personas, de los seres, de los habitantes de este planeta, pero que gracias a las trabas y diferencias de destinos manifiestos por órdenes de algo o alguien que estando o siendo creados por los sujetos históricos, jugamos al juego de la vida y la muerte, de la guerra y la paz, de la babilonia y el Infierno de Dante, de la cultura de donde todos partimos y luego ramificados replicamos y como en un holograma le seguimos dando curso al mismo discurso más elaborado del mismo guion reescrito, sobre lo que fuimos, somos y seremos. Y mientras tanto seguimos frente a esta pantalla de la vida y la existencia de ciclos, de ir y venir para volver a ir y venir, unos a pie, otros en vehículos, otros incluso teletrasportados, pero en definitiva cumpliendo dentro de estas cuatro paredes dimensionales que nos mantienen sujetados al suelo y con la mente entre los pluriversos infinitos. Será que el Capitalismo, los neoliberales, las élites, los oligarcas, las clases altas, los que gobiernan y son gobernados por otros en posiciones aún más elevadas, le seguiremos dando vueltas a este carrusel en el que subimos y bajamos, para goce y disfrute de unos pocos entre los casi ocho mil millones de habitantes en este pequeño planeta, de este sistema y galaxia y multiverso. En conclusión, no existen en el orden de las prioridades reales y trascendentes para las especies en el infinito que habitamos, que no pueda ser cambiado para que todo pueda calzar a la medida de todos y todas, practicando aquello que desde las creencias, las religiones, las doctrinas y filosofías de vida se anuncian para redimirnos de nosotros mismos en tránsito hacia nuestra verdadera esencia interior, un sendero sin fin que debemos transitar desde antes de que el tiempo fuera y aún después solo cuando nos reste estar absolutamente. No hay, repito, ninguna crisis, ni política, ni social, ni económica, ni cultural, ni civilizatoria, sino de valores.



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Franco Orlando


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