Fue en una obra del maestro Luís Beltrán Prieto Figueroa donde leímos el titulo que encabeza esta nota, la bruma de la memoria nos hace evocar que la tesis sostenida por el conocido pedagogo aludía a un tiempo de las tres o cuatro primeras décadas del siglo XX, en que la juventud de aquel presente y la población en general o pueblo, la categoría más importante de la Nación, estaba muy exigida por las demandas sociales y políticas de un entorno hostil; pero sólo quienes se empinaron por sobre las dificultades (así se titula otra de sus obras: "Joven, empínate") pudieron dar al país todo una propuesta de país coherente con la herencia cultural de larga data marcada por el heroísmo, su amor por la libertad, la justicia y, en última instancia, por la dignidad nacional. Fue un grupo o generación que no se arredró yéndose del país a menos que los extrañaran como entonces se decía y se exilaran sin falsos testimonios, gente joven o adulta que no puso la mano sobre el arado y miró hacia atrás o se dejó arropar por las dificultades sino que se quemó en esas horas bajas pero fue así como pudo alumbrar caminos de lucha por la democracia.
Eran los tiempos de la transición venezolana del gomecismo sin Gómez a la "dictablanda" representada en los generales civilistas pero en el marco de unos hábitos sociales y mentalidades caudillistas, que temía a la democracia bautizada como tumultuaria porque las reivindicaciones sociales y humanas se expresaban por primera vez en Venezuela en la calle, como si diría hoy mediante la democracia participativa y protagónica, nos referimos a Eleazar López Contreras e Isaías Medina Angarita, personajes que se ganaron un lugar destacado en la nuestra historia política; tal democracia participativa es un concepto que de tan novedoso muchos de los actuales alcaldes, directores de gabinete, gobernadores, ministros, entre otros, no saben cómo implementar y dar cauce sino que obstaculizan recurriendo a la burocracia infinita, además aunque exista ya un cuerpo legal vigente poco se aplica.
Otras obras de Luís Beltrán Prieto Figueroa se detienen también en estos asuntos harto complejos, por ejemplo su Psicología y canalización del instinto de lucha y la Magia de los libros, suerte de despliegue inicial de lo que posteriormente se conocerá como una disciplina autónoma como lo es la Psicología social; de esa manera el político y educador que siempre fue este ilustre margariteño ofrece muy válidas reflexiones sobre cómo las familias, maestros, profesores y líderes sociales tienen la responsabilidad de comprender y coadyuvar a que las masas deben ser conducidas por causas democráticas, que es un fenómeno de la modernidad tardía a la que Venezuela se estaba incorporando con esos acontecimientos.
Teniendo lo anterior como marco, conviene insertar al menos una reflexión final, a saber que los actuales líderes del proceso revolucionario bolivariano, hoy tan acosado que tiene al Estado-Nación en estado de sitio, y también los líderes de la oposición tienen tremendas responsabilidades; unos parece que lo han advertido guiados por la doctrina elaborada por el comandante Chávez, inspirado en el ideario bolivariano, robinsoniano y zamorano, para lo cual propulsó ciertas iniciativas como el Frente Francisco de Miranda, Plan Chamba Juvenil y otras; en el campo de la oposición hemos visto que partidos tradicionales han convocado a congresos ideológicos, que son los menos y no podemos olvidar y condenar los hechos bárbaros ejecutados durante las semanas y meses del terrorismo en tiempos de las llamadas manifestaciones pacificas, con su calle y más calle; paralelamente se ha dado el fenómeno de la llamada diáspora juvenil y profesional, una situación que cuestiona la efectividad tanto de las políticas públicas del Estado en manos del presidente Maduro como cuestiona también al discurso de los líderes y organizaciones de la oposición política venezolana, ya no ofrecen otras alternativas sino que parecen solazarse en ello.