¡Oh sorpresa e impresión! … La que tuve ayer tarde, digo, mientras veía en TELESUR un programa sobre nuestro signo monetario en la frontera; en Cúcuta, Colombia, donde mucha gente tiene un gran negocio con nuestra moneda devaluada, sometida al contrabando de extracción, además hablaron de la emigración, principalmente de la juventud venezolana que cree tener cerradas sus posibilidades de realización aquí, donde vivir se ha tornado en un reto muy arduo, riesgoso, donde todo por esas calles y comercios todo se ve deteriorado como si ya, en efecto, hubiera pasado un bombardeo, que Dios nos guarde, bombardeo que muchos piden a gritos pero desde el exterior todos los que han puesto cielo y mar de por medio, porque en el exterior dizque la vida es más sabrosa, sobro todo si tienen cerca el mar como canta la Billos Caracas Boys.
Pero, en fin, la sorpresa e impresión fue porque en el referido reportaje que ofreciera TELESUR el miércoles 4 de abril vi cruzando el Puente Simón Bolívar de la frontera colombo-venezolana a una jovencita que de adolescente fue amiga nuestra, Francis Pérez Roa, aunque ya de joven egresada universitaria se tornó más distante pero igual dijimos adiós, ese día ahí en la pantalla chica, ¡Que te vaya bonito, mija!
Era ella o, al menos, así nos lo pareció. Pues era su propia estampa que, en efecto, sabíamos se había marchado con un grupo siguiendo esa representación social, ideal, real o imaginaria, acerca de que conviene salir de esta tierra bendita y amada que ahora es un despojo y todos nos estamos muriendo de hambre, de enfermedades antes desaparecidas o sin medicinas; dizque convertida en un cuartel por una claque cívico-militar pero que sin embargo todo es un despelote y se ha impuesto la ley del más fuerte. El propio darwinismo social y "el implante socialista" con un "Estado social de derecho y de justicia" como decía Chávez el justiciero y la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, con sus misiones sociales médicas, educativas, viviendas, grandes ediciones de libros, entre otros, parece haberse evaporado. Relato ideológico éste que potencian los medios de comunicación y voceros interesados, sólo algunos medios impresos, digitales o canales de televisión alternativos realizan reportajes donde la trama susodicha se entreteje como una realidad compleja o de muchas aristas y con todas sus consecuencias psicológicas y morales.
Otra parte de ese relato mediático acota que la conflictividad política, económica y social constituye el caldo de cultivo de la desesperanza de la juventud venezolana en un contexto volátil: donde aparte de la escasez de alimentos, medicinas, precariedad laboral, inflación promovida o inducida (y no por el Gobierno Bolivariano, propiamente), sino por esa oposición trashumante encabezada por Julio Borges, Antonio Ledezma y toda una pléyade ínclitos políticos y Leadership (diputados, exalcaldes defenestrados por terroristas-guarimberos por tribunales o despojados de sus cargos por sus mismos correligionarios). En consecuencia, así creen muchos, hay que construir proyectos personales o familiares en otros lares, lejos de Venezuela; emigrar a otros espacios donde, si bien todo no es cuestión de cantar y tejer, por lo menos dizque se vive sin mayores sobresaltos. Ese parece ser parte del imaginario venezolano de la emigración.
Pero, ¿de qué va eso del imaginario y las representaciones sociales? Cornelius Castoriadis (1922-1997) fue uno de los investigadores sociales, que desde la perspectiva de la Filosofía de la praxis, acuñó la categoría "Imaginario social"; con ello quiso designar actitudes, representaciones o "mentalidades" y que actúan como "unidades básicas de la teoría de la acción" y que, en consecuencia, modelan conductas o "acciones con sentido" en la práctica social, aunque también arroja dudas porque tales categorías no necesariamente "atrapa" y describe adecuadamente la realidad con todos sus atributos; como fuere, la voz imaginario social es como un "espejo de la realidad", un punto de vista subjetivo propalado por determinados actores sociales individuales o sociales-institucionales. Una imagen especular acerca del contexto socio histórico en el que se actúa, pero constreñido a las contingencias que impone cierta dinámica de las instituciones sociales, valoraciones y actitudes en un espacio y tiempo determinado que no es absoluto, sino que crea una metáfora. A saber, la de la atmósfera témpora-espacial que "determina" y sitúa ciertas perspectivas sobre la comprensión de ciertos fenómenos.
Pero lo cierto es que el imaginario tiene un "efecto movilizador" de personas y recursos, motiva ciertas prácticas sociales y políticas; sin embargo, constituye un asunto que a veces poco se trata en medios no académicos, no se lleva al "mundo de la vida", y es el hecho que el imaginario, en tanto que construcción social, se construye de acuerdo al saber previo, la experiencia o la representación especulativa, constituyendo una noción "fragmentaria y provisional" como parte de la praxis del interaccionismo simbólico; es parte de un lenguaje con efectos concretos en la modelación ético-moral mediante códigos, prescripciones con premios y castigos en el dinamismo comunitario (Castoriadis, 2003: 136).
De donde se tiene que el imaginario social referente a la emigración venezolana, si bien es verdad que moviliza porcentajes importantes de la población en la coyuntura actual de conflicto (y garantizan remezas familiares de retorno), entre quienes creen que de esa manera reconstruyen un horizonte de futuro mejor por esos mundos de Dios "hasta que todo esto pase", no es toda la verdad sobre semejante realidad; es un fragmento de la actual realidad socio histórica venezolana, aunque muy importante, representando una región de la realidad social que, obviamente, necesita ser superada mediante la estabilización de la economía, un gran acuerdo político nacional donde haya una oposición fuerte que actúa como elemento de cohabitación, ¿cuándo se hará concreto esa solución? ¿En los próximos seis años después del próximo 20 de mayo?
No toda la juventud emigra, es la otra verdad de Perogrullo: mucha juventud se ha quedado aquí en el país y no piensa desligarse del territorio nacional, sino que quiere construir aquí su proyecto de vida, muchos que en cambio ven que se abren muchas posibilidades de desarrollo, contrastando así la experiencia de esa realidad –la emigración venezolana-, falseándola, por así decir en sentido popperiano. La emigración que no es la única opción en el marco de toda la realidad histórico-social.
La generación venezolana actual, que por imponderables de la historia le ha tocado vivir, digamos, la revolución y la contrarrevolución (como a nosotros en las décadas de 1980 y 1990 vivimos el desmontaje del Estado-Nación venezolano, el neoliberalismo y la hipoteca del país con la deuda externa pero luego intuimos en el comandante Chávez y su proyecto una salida institucional y pacífica de aquel conflicto, luchamos arduamente contra ese mundo de cosas; donde hasta muchos entregaron su vida en las luchas estudiantiles por el medio pasaje estudiantil, ese mismo que ahora no entiendo cómo los actuales ministros y antiguos ex dirigentes estudiantiles eliminaron); esa juventud militar irrumpió conteniendo una gran rebelión social, de tal suerte que de aquellas aguas son estos barros.
Lo cierto es que las nuevas juventudes de Venezuela ahora se sienten presionados por antítesis excluyentes de propuestas políticas y sociales que son típicos desgarramientos dolorosos de los procesos convulsos, agréguese además toda esta inusitada agresión internacional que opera abiertamente contra Venezuela y nos tienen sitiados; pero hay una fracción importante de esa juventud actual que se ha puesto en pie, que lucha y resiste; por lo que se puede concluir sin faltar a la verdad que la juventud y otros que no los son tanto no siempre se quieren marchar, apuestan por el país, aunque la verdad es que la vaina está muy arrecha: mi quincena, por ejemplo, la gasto en dos o tres víveres y puedo traer en una bolsita de mano a casa de mi hermana, donde vivo en un cuarto; entonces es cuando piensa que la mejor solución es emigrar, ¿el presidente Maduro y los ministros de su gabinete será que no tienen familiares que se han ido? ¿Cuál es la propuesta o política pública que van a poner en práctica para superar esta situación? ¿Será que no les duele que nuestras universidades estén quedando cada vez más solas porque ya no hay jóvenes que opten por la carrera docente, por ejemplo?
Cierto imaginario de la juventud actual reafirma la creencia de que: ¡Venezuela tiene futuro!, de tal suerte que sin hacer otros juicios de valores esperamos que un buen día de estos nos podamos volver a tomar un café con Francis, pues que "El buen hijo vuelve a cada y cuanta lo que le pasa", dice le adagio popular; ya que tan arduo es quedarse como marcharse, aunque decía en mi antigua casa familiar del caserío El Hato de Baragua, mi tía Felicinda Saavedra: que el que se va no es igual al que se queda, nadie jamás los esperan por ahí con los brazos abiertos, mismos que en cambio sí los estarán cuando regresen.
Y no será cuestión de preguntar quién tiene más mérito, si el que se fue o el que se quedó. Lo que no se puede negar es que en el último lustro ha emergido este fenómeno de la emigración, transformándose en un problema político y humano al que el Gobierno Bolivariano tendrá que dar alguna respuesta, no en el largo plazo sino en el mediato, como ya ha asomado el presidente Maduro recientemente al inaugurar la Universidad Martín Luther King; que, por cierto, una de esas medidas viene a ser el apoyo a la educación universitaria, no mezquinar el presupuesto a las universidades y sus centros de investigación, a sus docentes-investigadores a quienes anunció un nuevo aumento salarial, 50 por ciento y que la maldita inflación esta coño é madre, se tragará en un dos por tres, ¡no joda!, qué vaina tan arrecha…
Anunció también becas para los estudiantes, pero siguen siendo un estipendio muy bajo, 400 bolívares, pero se busca con ello garantizar su permanencia y que la precariedad no termine por expulsarlos del sistema educativo universitario, además prometió (ay, que no se quede en eso, puras promesas) que una vez graduados los ya profesionales puedan ingresar de inmediato a puestos de trabajo, semejante a como hacen con los médicos integrales comunitarios, mic, además en puestos de trabajo donde sus salarios y seguridad social les garanticen la suficiente calidad de vida; pero no lo logrará sólo la administración gubernamental sino el compromiso de todo un pueblo cuya arduidad garantice el ya socorrido horizonte de futuro para todos.