Recientemente dos académicos reconocidos en el campo de las ciencias de la historia, matemática y sociología, o dos ciudadanos interesados por la cosa pública, el destino de la nación. En sendas intervenciones han abordado, cada cual, a su modo, el espinoso asunto del populismo en Latinoamérica y el Caribe o el área andina, planteando dudas y posibilidades en el campo de las realizaciones concretas de modelos sociopolíticos que, a lo largo y ancho de la historia contemporánea y actual muestran sus resultados, falencias y vías de nuevas construcciones.
El populismo, tan denostado por teóricos liberales desconfiados siempre de las posibilidades de esa voz y categoría tan importante del Estado-Nación, es la base ideológica de la estructuración jurídica-política contemporánea de nuestros estados nacionales en el siglo XX; pero que hunde sus raíces en el XIX con el liberalismo y el caudillismo. Ambos autores ofrecen aportes que es de agradecer porque son más bien pocos los que "bajan de la cátedra" o las altas jerarquías gubernamentales para, como solía decir don Julián Marías, "Hacer filosofía en el periódico".
En cambio, con textos de este talante estos académicos generan inquietudes, peguntas y aproximaciones conceptuales con fines de comprender la situación en que nos hallamos hoy, (Ver: Reinaldo Rojas, 2018, marzo 9: El Populismo", www.eluniversal.com /../; Álvaro García Linera, 2018, marzo, 16: La dialéctica de la realidad o el arte de… www.eldiariocba.ar/).
Descriptivos y puntillosos los autores señalados fueron desgranando argumentos a lo largo de sus disertaciones que recogen fuentes periodísticas electrónicas, al modo de textos divulgativos y cuyo target vendía a ser el público en general y no tanto la comunidad conformada por sus pares académicos, lo cual permite que sean claros y amenos; que no es poca cosa. Aunque, claro, uno de ellos puede hablar desde la observación-participante y hasta de forma provocadora acota que los gobiernos populistas como los de Evo Morales en Bolivia ha supuesto una amplia transformación positiva para la vida del pueblo, ya que: "El populismo es una forma de ampliación de la democracia y de casi la irrupción de lo popular más o menos moderado" (www.eldeber.com.bo/bolivia/Vice.Pop... 5 Abr 2018).
La aporía o contradicción irreductible del populismo viene a ser la de promesas incumplidas y la subordinación de las masas populares a líderes falaces, además de la dicotomía racionalidad política versus la lealtad, con lo que se deriva más que a procesos descriptivos-objetivos hacia juicios de valores. En efecto, se puede leer en uno de los sueltos periodísticos aludidos arriba que "… los gobiernos populistas son un desastre", además de que: "En el universo del populismo no hay programa sino promesas, no hay líderes sino caudillos, no hay individuos sino masa, no hay racionalidad sino lealtad" (Rojas, ob cit).
La lealtad constituye un valor moral importante, ¿por qué debe de estar por encima la racionalidad? ¿O será por aquello de es preferible seguir ideas y no hombres? ¿O de que, como es fama que decía Adolfo Suárez en España en proceso de transición dictadura-democracia, que para que haya continuidad debe haber cambio de personas? (Véase, Javier Cercas, 2005, "Anatomía de un instante", Literatura Mondadori).
Todo ello y a la distancia, nos ha hecho recordar el contenido y el clima psicológico entre desconcertante y desagradable que flotaba en una conferencia de la que participáramos como simples oyentes hace años ya y cuyo conferencista era un sacerdote jesuita, por cierto, muy apreciado y bien formado académicamente en sociología y teología moral, Mikel de Viena, en una de los salones de la Cámara de Industriales de Barquisimeto; pues, una de sus tesis entonces era que en las sociedades tradicionales o precapitalistas dominaban las relaciones primarias, lo afectivo, el compadrazgo sacramental y el compadrazgo nacido del clientelismo político, una de cuyas expresiones era el caciquismo, la dependencia y "la subordinación perruna" (Manuel Caballero, dixit).
En cambio, acotada aquel bien animado conferencista, la modernidad centro europea y su extensión urbano-industrial norteamericana, se entendió, tiene sociedades fundamentadas en relaciones formalmente reguladas por reglamentos o leyes de aplicación universal y dizque actúa por canales institucionales, no por preferencias afectivas, consanguíneas y lazos mediados por el agrado o desagrado; porque la racionalidad impone supuestamente una cierta neutralidad valorativa, imaginamos que parecido a los imperativos categóricos kantianos: "fundamento de la metafísica de las costumbres". En que se prescribe una acción buena en forma incondicionada o por la bondad de la acción y, en consecuencia, no condicionada por preferencias individuales o grupales.
Por cierto, que García Linera, entrevistado recientemente por el Prof. Walter Martínez (Programa Dossier VTV, 18 de abril de 2018) hizo de pasada una defensa sin complejos de los gobiernos "populistas", dándole al término un sentido más estricto y distanciándose del tratamiento descalificativo de siempre; lo cual gustó mucho al veterano periodista de noticias internacionales. Entrevista que por cierto ha sido muy comentada por medios bolivianos abiertamente opositores a la gestión que ha mantenido un crecimiento sostenido de su economía en los últimos cinco años, disgusto que parece provenir de que a los gobiernos de base popular siempre disgusta a las élites.
Finalmente digamos que sí, los gobiernos populistas en Latinoamérica históricamente muestran realizaciones suigéneris, (a) están los que son muy precarios en sus realizaciones y al final del día han dejado a las naciones sin un tejido social fortalecido y autónomo. Más aún con líderes que terminaron pactando con la gran burguesía nacional y trasnacional e imperialista (Ver, Teodoro Petkoff, 1972, ¿Socialismo para Venezuela? Editorial Fuentes; Teodoro Petkoff, 1976, Proceso a la izquierda. Editorial Ateneo; Samuel Moncada, 2000, Seminario Quinta República. Escuela de Formación Ideológica).
Piénsese en los gobiernos del partido Acción Democrática en Venezuela (CAP I Y II) pero en la contemporaneidad se han dado experiencias de gobierno que han promovido mayor participación popular, llamado nuevo populismo, como las ya nombradas gestiones de Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador y su Revolución Ciudadana, el justicialismo argentino con la pareja Néstor Kirchner-Cristina Fernández, Michelle Bachelet en Chile, Lula da Silva y Dilma Rosset en Brasil, Hugo Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela; los teóricos liberales critican el llamado gasto público y señalan que para superar tal modelo se debe aplicar programas de ajuste.
En efecto, economistas como Efraín Velásquez (en El Impulso, 2016, enero, 29) al caracterizar la crisis venezolana actual y su eventual escenario de estabilización macro económica, señala que:
"Lo que tenemos que hacer es organizar toda la deuda que tenemos con los proveedores internacionales de materias primas, este es un tema central, que se debe enfrentar de manera inmediata; lo segundo, es retomar o mejorar las relaciones bilaterales con todos aquellos países que nos puedan ayudar en este proceso de financiamiento; un tercer aspecto, tal vez el más difícil, es ir a los mercados financieros internacionales, presentar las condiciones del país, exponer las necesidades de financiamiento, lo cual va a requerir información económica detallada, presentación por parte de las autoridades de una estrategia sensata, coherente y creíble, que haga posible que se abra ese espacio" (p. A 3).
Más adelante agrega algo típico de la perspectiva liberal, a saber, que: "Hoy tenemos en la economía venezolana, unos niveles de gasto público que el tamaño de la economía no puede soportar. El sector público en Venezuela gastaba un 24 % de PIB, en la década de los 90; pasó a gastar 33 % del PIB en los años dos mil y en la presente década estamos promediando 45 % del PIB, cuando el promedio de una economía sana es de un gasto público de un 25 % del PIB" (ídem).
Populismo es entonces mantener una alta inversión social en programas que el comandante Chávez dio en llamar Misiones Socialistas, desarrollar mecanismos de solidaridad en la región latinoamericana-caribeña; ampliar la concientización, la organización y la movilización popular; en cambio, una corriente crítica de izquierda acusa al chavismo y al actual presidente Maduro de entregar las riquezas minerales del Arco Minero, como si se cumpliera aquel apotegma de que los extremas se tocan.
Total, que los expertos sociales tienen aún mucho que explicar y afinar sus herramientas de análisis socio histórico, más allá de los meros juicios de valor, los prejuicios y las posiciones téticas que embargan las opiniones sueltas y molientes, que, como decía el poeta Aquiles Nazoa, son cosas que uno dice, así, pa´conversá… Ahora, lo que poco se entiende es que la racionalidad política y el cálculo oportunista deba estar por encima de la lealtad, otro juicio de valor de parte nuestra. Pero es la duda que tenemos, que diría Roberto Hernández Montoya.