Contra el caos del atentado se irguió Nicolás en los segundos de la verdad, porque en él se condensaron Guaicaipuro, Apacuana, Miranda, Juana La Avanzadora, Bolívar, Sucre, Zamora, Chávez y los demás, es decir, nosotros, nosotros, millones.
Los magnicidios suelen ser catastróficos. Un disparo en Sarajevo por un activista de la organzación Mano Negra en 1914 desencadenó la Primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa, en un ciclo que vino a cerrarse con la caída del Muro de Berlín 75 años después y pasó por la Segunda Guerra y la Revolución China. Murieron en magnicidios César, Calígula, Gaitán, Enrique IV, Kírov, Delgado Chalbaud, Martin Luther King, los Kennedy, Carrero Blanco… Un líder abrocha voluntades de hasta millones de personas y su desaparición inesperada puede generar consecuencias raras veces predecibles, porque se rompen los equilibrios que el dirigente aseguraba y mientras las fuerzas reencuentran su balance pueden dispararse tragedias de magnitud variable, como la mencionada al comienzo: el disparo de Gavrilo Princip en Sarajevo en 1914, el tiro más productivo de la historia humana. Otro tiro similarmente fecundo fue el que asesinó a Jorge Eliécer Gaitán. Todavía Colombia está en guerra por ese proyectil.
Un atentado puede iniciar una cadena de hechos caóticos, impredecibles, inmanejables. Los magnicidios son generalmente actos irreflexivos, irresponsables, de mentes de pollo como la del asesino sifrino y fanfarrón Jaime Bayly, que a menudo terminan perdiendo más que sus víctimas. Así sucedería en Venezuela si un magnicidio lograre su objetivo inmediato, porque los mediatos y a largo plazo no los conoce ni quien lo perpetra. Se armaría lo que en física se llama «criticalidad autorganizada», como cuando una gota rebosa un vaso, un copo de nieve detona una avalancha o cae el primer dominó. Qué pasará después no se sabe pero peroal Imperio no le importa porque busca precisamente caotizar todo, como está haciendo por doquier, míralo, empezando por su propio territorio, por eso el «estado profundo» gringo toleratolera a un presidente caótico. Por ahora. Entre las calamidades están las catástrofes lógicas, como esta: el atentado fue falso y yo no lo hice. ¿Por qué? No sé, pero eso es lo que objetivamente están consiguiendo, objetivamente. Pero nada es casual en el caos.
@rhm1947