Habíamos oído expresar meses atrás al ahora ex ministro de educación Elías Jaua, en “José Vicente Hoy”, según recordamos, decir que el profesorado universitario y todo ese sector tenían un determinado perfil sociológico. Según entendimos, o interpretamos prejuiciosamente así, que más crítico o exigente como toda la gente típica de la clase media típica de la Cuarta República que los profesores y demás trabajadores de la educación primaria y bachillerato en sus diversas modalidades, más vinculados a los sectores medios bajo o popular y campesino, aborigen; que él lo conocía muy bien porque de ahí venía, tal y qué se yo (por ahí en youtube debe figurar esa entrevista, que no quisiera tergiversar y quien lo desea pudiera verificar esa fuente citada de memoria).
Lo cierto es que en los meses o casi el año que estuvo Elías Jaua al frente de los docentes de niños y jóvenes adolescentes del país notamos que fue bastante aplicado en el reconocimiento de las reivindicaciones y pagos salariales a tiempo, entre otros a su sector específico. En cambio, el ministro Hugbert Roa, de la cartera universitaria, deja mucho que desear y más aún parrece como confundido, inclusive en ciencia y tecnología. Sin embargo, nos ha sorprendido que Maduro sustituyó a Jaua en el gabinete ministerial, pero deja muy campante a Roa. ¿Cómo medirá o valorará el presidente los desempeños ministeriales? ¿Según convenga al gobierno o al pueblo?
No vamos a especular aquí sobre las posibles razones para una u otra decisión, que al parecer de algunos compas de tertulias evanescentes sería expresión de una supuesta lucha entre grupos, facciones o intrigas palaciegas de antaño y ogaño. Dizque uno estuvo muy vinculado al lamentable fracaso o los manejos dudosos de las empresas del cemento nacionalizadas, tierras y otras empresas agrícolas. Sin embargo, al otro tampoco le ha funcionado el asunto ese de la minería digital o la moneda virtual, que en ese ha sido más la bulla que la cabuya; que, si hoy las universidades son campos abandonados, así como también los centros de investigación como se puede observar en FUNDACITE Lara, pero escuelas y liceos tampoco es que están tan buenas en Venezuela. En fin, la crisis se ha enseñoreado en todo el aparato escolar y, por su puesto, ha afectado gravemente las condiciones de vida de todo el talento humano que labora en una u otra actividad educacional, así como a todos los agentes del currículo como sentencia doña Hilda Taba, a saber, el alumno, el docente, los padres, representantes y la comunidad del entorno en general.
Por eso uno, como simple docente universitario de aula y ciudadano común que padece los estragos como el que más de esta grave situación económica-financiera que padecemos desde al menos 2014 y que ha llevado al gobierno nacional a tomar medidas como estas últimas que ya todos conocemos, no entiende cómo es que el ministro Roa deja que se le embochinche, hablando epistemológicamente, su sector con eso de las benditas nuevas tablas universitarias. Primero no informa de manera eficiente, deja que se cuelen unas famosas tablas salariales expresadas en bolívares soberanos que están entre los 32 a 16 soberanos, luego que no es de 3 o 2 mil; Fapuv con la anterior tabla dice que, aunque es “buena” aún se pierde entre 10 y 14 por ciento, Ftuv tampoco dice esta boca es mía; los trabajadores del sector comercio e industria privados ya cobraron el famoso 25 % del nuevo sueldo anunciado por Jorge Rodríguez, menos los universitarios. ¿No sería a Roa a quien Maduro debió sacar como corcho’ e limonada del gabinete? ¿Ha sido más eficiente que Jaua?
Como diría el periodista Ramón Hernández: Se busca ministro de educación universitaria que conozca y sea sensible a su sector, que además no se deslumbre con eso de las criptas monedas y que al menos sea alguien de categoría asistente, si es agregado, asociado y titular preferiblemente, así al menos debe saber cómo se hace una investigación científica, tanto en ciencias duras o humanas y sociales, abstenerse instructores, además de militares y curas de cuartel y misa cantada, dominados por la obediencia y el dogma.