Sería en 2013-2014 cuando el presidente Maduro intervino de manera directa en el negocio de los libros. Mediante un decreto hizo que los precios de estos bienes culturales o mercancías del ocio, el entretenimiento, la educación y la cultura fueron muy exequibles. Seguramente para disgusto de muchos y alegría de algunos, entre los que nos contamos.
Fue de esa manera como pudimos adquirir varios en librerías Nacho’s en el CC Metrópolis, CC Sambil, ese moll de los Cohen que semeja la forma de un cuatro, el reconocido instrumento musical de la identidad larense y en Tecniciencias, también del Sambil o en su otra sucursal del CC Trinitarias. Eran inicios de la gran tribulación que ahora nos aqueja en que la única preocupación parece ser los víveres de la despensa, el jabón y otros artículos de higiene, medicinas.
De hecho, si uno aun estudiaba doctorado en alguna universidad privada como era mi caso (Doctorado en UNY) y no logramos defender tesis a tiempo, volver como estudiante condicional y retomar el pago de la matrícula, (créditos de seminarios avanzados y la tesis misma, así el pago del tutor), se hace literalmente imposible.
En nuestro caso nos obligaron a cursar las asignaturas por la vía virtual, que es más caro y engorroso porque supone que uno disponga de buenos ingresos mensuales (y el salario desde hace ya un buen tiempo se ha devaluado demasiado), además de computadora con acceso a internet porque es la manera de acceder para interactuar en la plataforma virtual (¿pero y si uno vive en el campo, por ejemplo en el caserío La Unión o en un barrio donde no hay conectividad regular?) donde por cierto muchos mandan a hacer los trabajos y luego, muy orondos, aparecen como grandes intelectuales. Pero, en fin, eso es otra cosa.
Sin embargo, exigir que el Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria, Ciencia y Tecnología supervise estos asuntos constituye una tarea imposible. Lo que queremos decir, en todo caso, es que ahorita en Venezuela, acceder a la cultura y la educación formal de forma tradicional se ha vuelto cuesta arriba. Será por eso que mediante la Micromisión Simón Rodríguez dizque el Ministerio del Poder Popular para la Educación está ofreciendo postgrados, pero lo malo es que no todos pueden acceder a ello, los enchufados de siempre monopolizan eso. Sólo los "amigos/as" son los seleccionados. Pero, en fin, eso también es otra cosa. Y solo consignamos la denuncia para que quede constancia porque las correcciones nunca vendrán, ¿por qué será que aquí todo queda a medias?
Volvamos al punto inicial, "Maduro y el negocio de los libros" y es que hemos observado sorprendidos que Barquisimeto se está quedando sin librerías en los centros comerciales tradicionales. Parece que el salario de medio petro, el poco movimiento de caja y la imposibilidad de la importación de esos bienes, aunque ya no hayan vuelto a supervisar y como eso es un vulgar necio de mercancías ha llevado a la quiebra a las librerías antedichas, Nacho´s y Tecniciencias; ya de hecho, con esos precios resultaba literalmente imposible adquirir alguna novela, poemario, ensayo o resultado de alguna investigación.
Lo último que habíamos adquirido en la del CC Trinitarias fue "La mano visible del mercado. Guerra económica en Venezuela", de Pasqualina Curcio-Curcio, con Prólogo de Luis Britto García (Editorial Nosotros Mismos C. A. Caracas. 2017) pero este sábado que íbamos al cajero provincial nos encontramos con la sorpresa de que el local de la librería estaba empapelado. Cerró esa sucursal de Tecniciencias, a pesar que cualquier libro "majunche" costaba miles de bolívares soberanos y solo nos conformábamos con ver las portadas, a veces quedaba algún ejemplar a precios viejos o que no había sido remarcado, porque eso constituye la otra cosa que poco se dice. ¡La especulación de los libros es descomunal!
Maduro tendrá que volver a intervenir en el negocio de los libros, esta vez para estimular su importación. Nos estamos quedando aislados en ese rubro. La otra vez, en la Feria esa escuálida de libros que suelen hacer en el Museo Barquisimeto o en el viejo Palacio de Gobierno pudimos oír de lejos al ministro Ernesto Villegas reconocer que los libros nuevos y actualizados era una deuda que mantenía el gobierno en estos días que corren, a lo que hay que añadir que con el bloqueo que tiene Venezuela y gracias a gente muy culta que promueve las sanciones actuales al país, ya ni por internet se pueden comprar. Así denunció días atrás Roberto Hernández Montoya en su programa de VTV. Parafraseando a Gregorio Salvador nos parece mejor "Un mundo con libros" (1996, Espasa Calpe. Madrid) que uno sin estos preciosos bienes del espíritu.