En las dificultades, crisis y derrotas, es común que surjan los desencuentros, las grandes y pequeñas miserias: egoísmos, mezquindades, pero también se abren las posibilidades de indagar sobre la condición humana y prefigurar horizontes políticos.
A finales de la década del 60 llegó al cuartel San Carlos el comandante guerrillero Héctor Valverde, un monaguense culto, consecuente lector, apreciable formación política y, gran conversador; pero tenía una peculiaridad, era "critico", y eso contravenía la visión de la dirigencia revolucionaria ampliamente mayoritaria en aquel recinto carcelario. Este jefe guerrillero en aquel tiempo fue "señalado" de "intelectual". Muchos años después me encontré a Valverde en Puerto Ayacucho, ejerciendo su profesión de abogado defendiendo en litigios de tierras a los menos favorecidos.
Las denostaciones muy reiteradas de este tiempo contra los intelectuales, tocó mi memoria y retrocedí a la "infancia política", llevándome por allá, por el Cuartel San Carlos, recordando con mucho afecto aquel compartir y disfrute de lecturas con Héctor, entre ellos un texto de Cervantes, que ahora volví a releer: "Que trata del curioso discurso que hizo Don Quijote de las armas y las letras". Aunque la vida sea terca en mostrarnos el existir diverso, y el haber filosófico, técnico, científico, en otras palabras: el conocimiento en general, como fundamento del avance humano, otros se empeñan en tomar veredas cual catecúmenos de la política, en vez de ser vigorosos voceros del complejo tiempo que viven.
En una segunda vuelta en el Cuartel comenzando la década del 70, un carcelero militar (carcelero por disciplina militar, más no por vocación) tenía una. Expresión que repetía con frecuencia: "Cuando el pobre va de c….no hay barranco que lo pare" .Este oficial abría los calabozos para que nos llevaran la comida, y cada vez que iba se acercaba a curiosear a un pequeño espacio donde me dedicaba a pintar, el ser humano que iba dentro del uniforme, le atraía el arte, total que terminé por regalarle el cuadrito.
Pasaron varios años, y por esas cosas de la vida, una vez fui a dar una charla sobre: Arte, Cultura y Museos en la infantería de marina en Catia la Mar. Sentado en la sala de espera, noté que había un oficial que pasaba con demasiada frecuencia y me veía, y me veía, hasta que yo me levanté, me le acerqué y le dije ¡Si, soy yo!, bueno, era aquel curioso oficial del San Carlos, quién me saludó con un fuerte abrazo. Entendí una vez más, que la humanidad en su diversidad es una sola: militar, civil, obrero, campesino, científico y…hasta los intelectuales.
En 1939,en plena guerra de Liberación Nacional, por decisión del Comité Central del Partido Comunista de China, Mao Tse-Tung, redactó el texto "Reclutar gran número de intelectuales", en ese documento, se afirma: "sin la participación de los intelectuales, es imposible la victoria de la revolución" y agrega "sin embargo, muchos de los cuadros del ejército no se dan cuenta todavía de la importancia de los intelectuales, y aún los miran con recelo e incluso tienden a rechazarlos" y continúa "El proletariado no puede formar sus propios intelectuales, sin la ayuda de los intelectuales existentes".
De Mao, se podrá decir cualquier cosa, pero liderar ese gigantesco proceso de cambio en China, sólo fue posible con mucho pensar, estudio, reflexión, trabajo en equipo y acción, además algo muy importante, el afianzamiento en la realidad bajo la guía de un pensamiento filosófico al margen de ideas esotéricas y milagrosas.
Pero el tema de los intelectuales, no se limita a varios datos y algunas anécdotas, hay mucha tela que cortar, solo que llama la atención lo recurrente del tema en las épocas de urgencias o de catástrofes políticas, claro, en algunos casos puede haber verdadera valoración, y en otros, son gentes tenidas por débiles, poco útiles, pero buenos para endilgarles las responsabilidades de las derrotas.
Revisando a Cabrujas, personaje alguna vez señalado de intelectual, leo "El Pensador Pesetero"; artículo escrito en enero de 1962, dice: "Cierto fascismo ordinario, pertinaz en nuestra historia, establece una nefasta diferenciación entre el pensamiento (habladera de paja) y el ciudadano que martilla un remache (que es lo útil). Así cuesta en la sociedad venezolana, ubicar al intelectual…" "se suele creer, y en más de una taberna se afirma, que si un ciudadano piensa, o lee demasiados libros, o se ocupa de <
Otro personaje también señalado de intelectual: Uslar Pietri, quién publica en mayo de 1977 "La Traición de los Intelectuales", escribe: "Llegó el momento en el que quien no estaba abiertamente de un lado era sospechoso de simpatizar con el otro. Fue entonces cuando surgió la convicción de que el papel de los intelectuales consistía básicamente en ponerse al servicio de la causa política y sumarse al combate con sus propias armas. Fue el tiempo de una literatura de combate y propaganda en el que todo parecía quedar subordinado al fin político", más adelante Uslar Pietri, cita a René Etiemble, erudito y antiguo militante comunista y antifascista francés: "cualquiera que sean las circunstancias históricas es importante para las sociedades que algunos hombres tomen la decisión de pensar, pase lo que pase".
LA REVOLUCIÓN ES CULTURAL
Rafael Castro
NOTA. Amigos de Aporrea, como les he informado anteriormente, este articulista ya no asiste ni es vocero de la Comuna Carabalí, e igualmente no estoy en la producción del Programa radial "Historia, Cultura y Sociedad" en la Radio Panela en San Joaquín Estado Carabobo, el cual realizaba gratuitamente. En consecuencia pienso que esta información debe retirarse en los artículos futuros. Gracias.
