(Deshonestidad, delincuencia, hiperinflación, desasosiego en Venezuela)
Dos de mis mejores amigos, Yaneth y Adolfo, cada cual a su modo y por vías diferentes, su muro y vía telefónica, sostienen que ya no es viable el proyecto político de Hugo Chávez que se inició hace 20 años con tantas expectativas positivas de cambio social e institucional en Venezuela. Dado la decadencia que padecemos hoy en todos los órdenes: escuelas, liceos, universidades, hospitales, industrias, comercio, transporte público, falta de medicinas, productos de limpieza; todo.
En realidad, hemos llegado a un foso profundo, cuya salida supone un largo camino de recuperación en lo económico y político, pero agréguese a lo anterior toda esa delincuencia desatada que nos produce quizá más desolación que lo anterior. Es la decadencia ética y moral. La descomposición de todas las instituciones básicas de la socialización, principalmente la familia, la escuela, los grupos de iguales, la iglesia.
Triste muestrario ha sido, por ejemplo, el hecho que un sacerdote religioso en Maracaibo fue sorprendido por la policía abusando de una niña en su carro y el asesinato de estos dos muchachos beisbolistas profesionales del equipo Cardenales de Lara, quienes fueron sorprendidos por una gavilla de delincuentes adolescentes, menores o mayores, ¿por qué fracasó con ellos la familia, la escuela y la comunidad misma? ¿Cuáles son los antivalores que asumieron esos tales? ¿Fue un contexto social insano el factor que los impulsó a optar por el mal? ¿No tuvieron otras opciones de realización personal? ¿Es el Estado-Nación y su Gobierno legítimo que ha fallado en proveer seguridad a sus ciudadanos?
Admirábamos honestamente a los atletas fallecidos, especialmente la muerte de Luis Balbuena la sentimos como si fuera un familiar, también la de El hacha Castillo, pero claro, como él venía de los Leones del Caracas no estábamos tan habituados a sentirlo como “Uno de los nuestros” si no sólo este año, pero ya en casa le teníamos cariño. Aunque los juegos los seguimos es por la radio y en sus últimos turnos, como ha señalado don Alfonso Saer en una conmovedora crónica, en Caracas estuvieron fenomenales y en abrir y cerrar de ojos, delincuencia de por medio, ya no están con nosotros. ¡Dios santo!
Yo estoy de acuerdo con el presidente del Liga de Béisbol Profesional de Venezuela en que TODOS estos atletas deben VIAJAR EN LOS AUTOBUSES OFICIALES de los equipos respectivos, aunque eso ha molestado a algunos jóvenes beisbolistas profesionales de gran prestigio, educados como están en eso del edonismo más desenfadado y confort pequeño burgués; que las organizaciones, imponer una disciplina rigurosa. Esto último constituye un asunto que poco se entiende porque se dirá que cada cual tiene libre albedrío, además que son adultos y que esos autobuses carecen de ciertas comodidades, pero y que se nos peroné la ingenuidad, pero esos peloteros DEBEN ENTENDER que se deben a todos, sus familiares. Claro, pero también a sus aficionados. Sobre todo, a los más respetuosos y que los aprecian como a “uno de los suyos”.
Es sólo una forma de pedirles que se cuiden y, repetimos, que se nos perdone esta ingenuidad porque desde hace un buen tiempo en Venezuela, aun en la llamada IV República había eso que llaman “Piratas de carretera” y hasta secuestros. Por otra parte, en contextos políticamente tan polarizados como el de los últimos años en Venezuela eventos tan dolorosos que los que comentamos llevan a preguntarnos sobre la viabilidad de la Revolución Bolivariana, como hacen mis amigos, ¿habrá otro proyecto alternativo? ¿Cuál es? ¿Cómo y quién está construyendo algo así? ¿por dónde va tomado cuerpo? ¿Estas elecciones municipales podrán ser expresión de esto último que decimos? ¿Serán también dentro del chavismo revolucionario que se está construyendo esa alternativa? ¿Es viable para Venezuela proyectos como el de Macri, Bolsonaro u otros modelos de derecha y que seguramente son los que respaldarían los dueños de los equipos de béisbol y todos sus narradores, comentaristas y comerciales? ¿Será restaurar la democracia?
