Las juventudes de 1970, 1980 y 1990, poco más o menos, fueron indoctrinados bajo una falaz narrativa épica que cantaba la gloria de la generación inmediatamente anterior adeco, copeyana y comunista ponderados como unos héroes unidos a cal y canto bajo un proyecto político común. Valientes juventudes éstas como ha habido otras, según; hombres y mujeres de verticales principios humanistas que, ay las debilidades de la carne, no tuvieron continuación.
Atizada por el dominio del imperialismo nada abstracto de los modos de vida norteamericano empresas petroleras mediante que actuaron en el país como enclaves extraños, hicieron que los placeres sensibles que el engaño del confort también permeó hacia la masa trabajadora obrera como sector social nuevo e incipiente y el campesinado migrado a la ciudad padeciera un conformismo paralizante; no por nada el Eclesiastés ya antes que Marx habla de la apariencia y a esencia; en efecto señala que la apariencia es vanidad de vanidades y corrupción.
Así, pues, la generación dirigente, decíamos, estando llamada a ser continuadores de la "generación heroica e impertérrita" traicionando y haciendo de aquel proyecto magnánimo en el "´tabarato, dame dos mayamero", la corrupción de la chatarra militar, el barco obsequiado a Bolivia Cierra Nevada, barraganas generalas, uso y abuso de la Partida secreta para financiar la seguridad personal de la presidenta de la transición democracia nicaragüense y un maremágnum de llagas sociales purulentas bajo el discurso de "La Gran Venezuela" y el "Gran viraje" que defenestró a CAP II quien no se pudo recuperar políticamente de la fallida intentona de los Comacates, no tanto por la acción militar en sí como por el verbo electrizante del jefe de aquella rebelión en su primera comparecencia en cadena nacional de radio y televisión que luego, elecciones mediante se harían una tradición.
Comparativamente esos tiempos pasados de la democracia representativa en el país, ¿fueron mejores que los actuales, cuando se ha tomado una fecha en el límite inferior como desencadenante de un cambio de timón que vuelva a la inspiración de esos tiempos aurorales? Hoy a 60 años del 23 de enero de 1958, ¿cuáles son los desafíos de la democracia venezolana?
II
Jóvenes que "con arronjo asombroso" enfrentaron un régimen oprobioso, es cierto: la "dictadura militar-policiaca" encabezada por el general Marcos Pérez-Jiménez, que decía el maestro Federico Brito Figueroa (La Victoria, estado Aragua, 1922-Caracas, 2000) tanto en sus intervenciones orales como en el tomo II o III de su "Historia Económica y Social de Venezuela" (UCV, 1978); y aquí en Barquisimeto, El Tocuyo, Carora o Duaca, entre otras ciudades o poblaciones larenses tuvieron notables representantes; que recuerde este cronista destacaron con luz propia y sería mezquino negar sus méritos ciudadanos doña Doris Parra de Orellana, don Francisco Cañizales-Verde, don Eligio Anzola-Anzola, el Dr. Paris-Montesinos, el periodista Francisco "Kotepa" Delgado, el profesor y novelista Juan Páez-Ávlia, entre otros egregios y denodados luchadores democráticos.
Juventudes venezolanas fueron quienes inauguraron la noción de democracia a comienzos ya del siglo XX con su Semana de los Estudiantes en el Carnaval de 1928, eventos que reconstruye vivencialmente la prosa excepcional de Miguel Otero-Silva en su hoy más bien poco conocida novela "Fiebre"; democracia de entonces y con otras connotaciones hoy, cuya categoría fundamental venía a ser la libertad; luego de 1936 en adelante se impuso ese imaginario pero no sin una tensión entre el orden institucional tradicional y la "democracia tumultuaria" (Manuel Caballero, dixit).
Democracia, libertad, participación en demandas ciudadana de derechos son valores asumidos por nuevos autores y tesis políticas sobre "el gobierno de los hombres" o la gobernanza que se dice también, que tuvo graves consecuencias el 14 de febrero de 1936 con el asesinato del estudiante Eutimio Rivas por la policía en la revuelta; pero se impuso la moderación militar-civil, la participación de los intelectuales y los sectores profesionales terminaría formulando el famoso "Programa de Febrero" para atender las demandas sociales más sentidas por la colectividad.
El diseño y gestión de los asuntos públicos en Venezuela de los sectores productivos, trabajadores directos e intelectuales en el marco de la modernidad, constituyó una novedad. Eso era la democracia al modo occidental y se recuerda al respecto dos o tres frases como "Orden y cordura", actuación civil o militar, ideas liberales versus ideas comunistas execradas en la Constitución política de entonces que se tradujo en la expulsión de un grupo de postulantes de estas últimas "tesis disolventes" en 1937 que, en general, formados en el exterior, México, principalmente, pasaron luego a desempeñar altos cargos públicos en los gobiernos de 1958, las universidades y otras instituciones culturales de la llamada alternancia democracia, primero con los "Gobiernos de ancha base", colaboración y/o cohabitación apoyados en un acuerdo básico por todos conocido como "El Pacto de Punto Fijo" o "Consenso de las élites" (Arturo Sosa Abascal, dixit) y luego en la organización de otras organizaciones políticas, libros o nuevas tesis con programas políticas.
III
Esa "democracia" venezolana entonces fue la del consenso de las élites, del pacto, por eso algunos grandes cronistas han llamado "deforme" y analistas políticos "enferma" y ha dado muchos quebraderos de cabeza, tanto a intelectuales y moralistas de la historia-acontecimiento contemporáneo y actual como al ciudadano común. Pues ha sido una "experiencia social" que también se ha dicho que fue tutelada por Estados Unidos y quienes tenemos la edad suficiente vivimos o padecimos con nuestros padres y demás mayores de la casa y la comunidad, ya desde 1961 con la Constitución "moribunda" que quisimos renovar o transformar en 1999.
De lo anterior de se tiene que, en mayor o menor grado, somos corresponsables de uno u otros eventos, pasados o presentes; hemos actuado con civismo en lo personal y familiar, pero en tanto que colectividad dejamos mucho que desear. Disfrutamos entonces los pequeños placeres que la vida nos hadado y padecimos grandes limitaciones, también es cierto que como país no teníamos el acoso internacional de ahora; cierto que la institucionalidad surgida en 1958 se mantiene con sus continuidades y rupturas, así participamos a través de la institución del voto directo, universal y secreto en la "extinción de la experiencia democrática de 1958, evaluada como insuficientes" y 1998 al elegir al presidente Hugo Chávez optamos no por otro modelo sino para profundizarlo; pero aunque se ha logrado algo ese objetivo, aún estamos muy lejos. El "diseño original" de "La Bicha" como alguna vez denominó Chávez la Constitución de 1999, se ha vuelto a deformar: en Venezuela ni la llamada oposición democrática es tal ni la revolución democrática tampoco, por eso el corolario es que el desafío actual es cómo hacer de la democracia en Venezuela una forma de vida habitual, un asunto que no sólo es político sino cultural.