¡Cuánta falta hace una ayuda de memoria humanitaria!

Empecemos por definir los dos términos que dilucidan el título de estos argumentos populares. Echemos un vistazo al Diccionario de la Real Academia Española (Drae); veamos que nos dice:

.- Memoria: Facultad de contener las ideas anteriormente adquiridas.

.- Humanitaria: Dícese del que se interesa por la humanidad.

Alguien podría preguntarse ¿A qué viene todo esto? Es muy sencillo, sin complicarnos la vida. Cuando usted escucha opiniones como éstas: "¡De todas maneras estamos muriéndonos de hambre!" en respuesta a: "Yo no deseo una intervención militar, porque produciría muertes innecesarias" sin ser psicólogo, da qué pensar. Entre el maniqueísmo de la vida y la muerte surgen estos comentarios en la cotidianidad. Preguntas y respuestas dicotómicas fluctúan en el ambiente.

Ahora bien, ¿Serán reacciones emocionales que surgen como efecto de la tensión y la ansiedad que sufren las persona que opinan a favor de una intervención? De cualquier forma cómo se interprete la interrogante, pienso que también existe una carencia de memoria, una amnesia crónica en relación a las consecuencias desbastadoras que han generado las intervenciones militares en pandilla, de otrora, por parte de los países potencias. El descalabro económico, social, ambiental; hasta biológico que han padecido los pueblos intervenidos o invadidos, ha sido difícil de superar. Reconstruir un país material y moralmente no es asunto de dos días. Ejemplos, bastantes tenemos; considero que es innecesario nombrarlos aquí. Diariamente los Mass Medias hacen traérnoslos a las neuronas.

Así las cosas, mi apreciación sobre una persona que se acoja a una intervención en nuestro país, tiene que revisarse mentalmente. Abrir las páginas de la historia contemporánea; darse un paseo por el Derecho Internacional Público que tiene suficiente literatura de las intervenciones militares en el mundo. Quizá, su desmemoria dé un vuelco a la sensatez, al sano juicio. No es lo mismo, es mi punto de vista, que un alma tenga carencias de alimentos por la hiperinflación, por los bloqueos económicos impuestos a los pueblos, casualmente, por esos países hegemónicos; a que le bombardeen su ciudad, su familia, sus amigos. O que al siguiente día vea su casa, que tanto le costó construirla, despedazada y en escombros sobre escombros. Lo que es más crudo, verse sin una pierna o una colostomía adherida a su abdomen ¡Dios nos proteja! No son cosas lúdicas.

No puede existir comparación alguna de los efectos producidos, colateralmente, por una acción bélica de fuerzas foráneas con las generadas por la carencia de algún producto alimenticio, por la falta de algún insumo médico, por la disminución de la producción de equis rubro que en cierta medida pueda afectar a la población en general. Sin embargo, estos últimos nombrados pueden ser solucionados en corto o mediano plazo; estableciéndose la solución de la continuidad en la mejoría de una gran parte de la sociedad; cosa que, evidentemente, no ocurrirá con las calamidades, producto, verbigracia, de un bombardeo aéreo sobre una determinada población; al caso que nos remitimos, la intervención militar pretendida por muchos venezolanos y venezolanas sin discernimiento alguno. ¡Que Dios los agarre comulgados!

Días recientes, en un rato de holganza, leyendo la biografía del Dr. José Gregorio Hernández, hecha por un cronista reconocido (Ilustre Opositor); me detuve en un párrafo donde argumentaba que el médico, ante el bloqueo militar que realizaron varios países potencia a las costas Venezolanas, en el año 1902, durante la presidencia de Castro, el venerable fue a presentarse, voluntariamente, al puerto de la Guaira con la intención de colaborar en la defensa de la soberanía de Venezuela, no obstante de que el galeno era un oponente al gobierno de turno ¡Imponente ejemplo! Esto nos orienta a pensar que la soberanía de un territorio está por encima de las preferencias partidistas, sobre los individualismos. Pienso que es un ingente pasaje para echar memoria de que sí han existido y existen personas que tienen sentido de Patria; distanciándose de todo radicalismo impulsivo.

Ya, eyectándome de este borroso teclado; un compatriota que solicite una intervención militar a nuestro país, estimo yo, no tiene sensibilidad humanitaria. Su apasionamiento visceral lo conduce a conductas insanas ¿Apologista de la muerte? El Síndrome General de Adaptación es nulo. Ante una crisis, el camino más expedito que le queda es la destrucción, no importando a quién se lleven por delante; aun de sus propios seres queridos. Si no supera la deformación de su ansiedad, quedará enclaustrado en su cerebro reptil. El pesimismo lo hará caer en su óbito. Las proteínas se recuperan, la vida no. Una harina Pan puede ser sustituida por otro alimento; la pérdida de un brazo no podrá ser reemplazada por otro, ni con la mejor prótesis de tecnología de punta. No se trata de ser paranoico; empero de que ¡vuelan, vuelan! Ante el asesinato del olvido y la indigencia de humanidad ¡Cuánta falta hace una ayuda de memoria humanitaria!

Jjosegarcia5@gmail.com



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José García

abogado. Coronel Retirado.

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