¿Cuál es la lógica del capital? La mecánica del capitalismo siempre termina en el lucro, o en la vanidad, el lujo, la codicia, tiene a la envidia entre sus motivaciones fútiles –aunque la envidia sea una perversión, podría estar asociada a la gloria, o a la fama; pero en el capitalismo la estimulan aquellos que tienen bastante dinero y lujos en sus casas–. El capitalismo nos lleva siempre a cometer todos los pecados capitales y a comer el excremento del diablo.
Sólo cuando le vemos el rostro a la muerte, es decir, cuando vemos cadáveres en las calles, ataúdes amontonados en galpones, en caravanas, gente sin casas y sin nada abandonada a su suerte en países que les son hostiles, desesperación y llanto de personas por miedo a morir, y que lo hacemos desde nuestras casas sabiendo que fuera de ella corremos la misma suerte, nos damos cuenta lo inútil que es acumular tanto lujo, tanto dinero y su subsecuente vanidad, del sinsentido de tener y no poder. Se nos tuerce la boca sin querer al ver la ironía, la forma brutal por cómo se burla la naturaleza de nuestra soberbia: por un lado mueren los humanos y por el otro aumentan los cardúmenes de peces y se aclaran los cielos; Boris Johnson entra en cuidados intensivos y aparecen la guacharacas en Montalbán; mientras se esconde la humanidad de miedo y se aplaca el capitalismo junto a su histeria, festejan las ninfas su renacimiento.
La cultura burguesa, ante esta sencilla expresión de la fragilidad humana, solo le queda vaciar su basura intelectual para justificar su obra de destrucción, eso que llaman civilización. Henry Kinssinger a sus 96 años tratando de justificar la sociedad liberal burguesa diciendo que ni siquiera ellos ahora podrán sostenerse solos en el planeta, que tendrán que cambiar el modelo global, habrá que cooperar. Otros se deprimen y escriben que ya nada será como antes. Otros se suicidan. Los noticieros tratan de darle la vuelta a la crisis salvando a los gobernantes, una noticia de “BBC mundo” dice que por el virus son más populares. Muchos escriben del porqué las corporaciones hay que salvarlas de la crisis, a los trabajadores (no hablan de las personas) y al modelo de vida consumista e irracional. Pero (no obstante) esta vez ha sido el capitalismo quien ha quedado en Shock y se ha aclarado el paisaje, exponiendo grietas y moretones por todas partes en el sistema, oliendo feo dejando un sabor acre en la boca.
En medio de la crisis no faltan los que están trabajando para hacerse millonarios a su costa, con las ayudas y salvatajes, con las vacunas, con el mercado de la salud y la muerte, antes que los coja por las patas, o en un delirio de ganancias como Alí Babá en la cueva de los cuarenta ladrones. Donald Trump espera 300 mil muertos en su país para final de mes, el 1% del total de su población: “no es mucho”, calcula el catire con frialdad. Boris Johnson está hospitalizado pero imagino que pensando en que si sale de ésta habrá que invadir algún país luego, devastar alguna selva, secar algunos ríos antes de que se acabe el mundo (o se le acabe el mundo) o EEUU y Alemania lo hagan primero. Luego que pase la tormenta lo mismo harán los países de la inexistente Unión Europea – UE “plus”, como diría maduro, con Rusia e Inglaterra incluidas –: una de dos, o colaboran para que todos sean “igualmente ricos” o se caen a coñazos y se invaden unos con otros y a otros países, en nombre de la democracia, en contra del narcotráfico y la corrupción, ¡ya verán cuál de los pretextos les será más útil!... Huela a guerra mundial y a más destrucción, el capitalismo nunca se conforma.
La lógica nos dice que si el sistema no va acumular riquezas en pocas familias privilegiadas – esos que llamamos “dueños del mundo”, el club de Bilderberg, de Roma, de Mont Pelerant, la logia diabólica, etc… – entonces muere, y nace otro sistema que la va a distribuir y racionalizar según otra lógica, la cual busca la satisfacción de necesidades vitales, más espirituales, propias de seres respetuosos de la muerte y de la naturaleza, para toda la sociedad, con un sentido colectivo de trascendencia como especie. Solo hay que entregar esa riqueza de pocas manos a muchas y dejar de competir, y solamente producir lo necesario. La simpleza del cambio abruma la mente de toda la industria del análisis y la noticia, o sea, de la manipulación de la consciencia, esa cosa que llaman opinión pública, y el resto de los pacientes.
Pero no es tan simple, la mente de Maduro y su equipo de gobierno no es tan simple, ellos quieren ser socialistas si perder sus privilegios, sin abandonar sus vicios y placeres ¿Ustedes se imaginan cuánto se necesita para llenar todo un abismo de insatisfacciones? ¿40 o 50 años deseando fama, respeto, lujos, camisas de seda, putas caras y similares? La mente de un reformista es muy complicada, pactar a la vez con Dios y con el diablo no es cualquier cosa, yo no lo veo fácl.
Después de esta conmovedora experiencia de vivir tan cerca de la muerte es mejor que descartemos al reformismo como solución, hay que voltear la tortilla, como se decía antes. Si no es capitalismo, entonces debe ser socialismo, y hoy tenemos una oportunidad clara de demostrar sus bondades frente al egoísmo y la mezquindad capitalistas. Tenemos la oportunidad de asumir un compromiso de cara a toda la comunidad humana que está en riesgo de morir en esta ruleta macabra; hacerlo frente al cuerpo de Boris Johnson convaleciente en un hospital o del cadáver de Antonio Vieira Monteiro, presidente del Banco Santander en Portugal (y de cara a la cuarta flota ¿por qué no?), y darnos cuenta que la vida no vale nada, solo valen nuestras acciones ejemplares, heroicas, que no vale la pena pasar este “momento estelar” que vive el planeta sumergidos en nuestros asuntos privados, o haciéndonos los locos con el desgobierno de maduro y su caída, para después aparecer, como el fantasma de Teodoro Petkoff aquel 13 de abril en el 2002 saludando a Chávez, pero esta vez saludando a Guiadó o a Ledezma). Ahora los socialistas podemos exigir el cambio que necesita el mundo, y como estamos en Venezuela, empezar con maduro y su gobierno reformista, que pasará sin pena ni gloria, y nos devolverá definitivamente a la cuarta república, ya sin vergüenza, si no reaccionamos y lo sustituimos por un gobierno socialista verdadero, que proponga soluciones socialistas y no promesas y mentiras a un pueblo domeñado. Socialistas ¡Manifiesten su espíritu de cambios! ¡Derrotemos la lógica del capitalismo! ¡Volvamos a Chávez! ¡Patria socialista… o muerte!