Ligeras reflexiones

Felicidad ¿Realidad o Utopía?

Desde mi concepción, me resulta difícil definir este término, cuando aprecio que es como la piedra de Sísifo, que nunca llega a la cima; cuando ya está a mitad de cuesta; la pesada piedra se devuelve; el pobre hombre tiene que comenzar de nuevo su esfuerzo, para dar cumplimiento al castigo de los Dioses. Quizá no sea la comparación más ejemplar; sin embargo, fue la que me llegó a mis decrépitas y marginales neuronas. Todos los mortales queremos una vida perfecta, que todas las cosas que nos rodean se amolden a nuestros deseos, anhelamos que nuestra existencia sea una tacita de plata, pero todo es un sueño; la realidad es otra: Al final, las cosas no salen como queremos. En esta navegación de reflexiones, Aristóteles resumía la felicidad, en bienes que están fuera de la persona, bienes del cuerpo y bienes del alma. A mi modo de ver, de esos tres elementos nombrados, ninguno se hace alcanzable o realizable en nuestra vida cotidiana: Una verdadera utopía.

Antes que la pereza mental me agobie, en atención a la bien o mal llamada felicidad, muchas veces, inevitablemente, nos vemos rodeados de cosas superfluas que verdaderamente no nos sirven de nada; y en ese embarazo de materialismo, ilusión de los sentidos, creemos que tenemos el mogote de la felicidad agarrado por las manos. Pienso que a esto se refería el estagirita, cuando hablaba de los bienes que se hallan fuera de la persona. He de suponerse, que todos los bienes materiales son apetecibles por el hombre; no obstante, considero que esto no da motivo suficiente para hablar de felicidad; que muchas veces la confundimos con el encanto. ¿Cuánta gente no se ha suicidado, aun teniendo riquezas materiales? ¿Qué la condujo a irse voluntariamente a otro plano, cuando en el ámbito terrenal gozaba de bienes tangibles? Soy del pensar que la felicidad y la fortuna, evidenciara que van agarrada de las manos, sin embargo, los resultados nos dicen otra cosa.

Aun cuando creamos que la felicidad está en las cosas materiales, en el dinero, en los lujos innecesarios, en las apariencias bobas e inútiles, no debemos subestimar aquellos valores intangibles que no percibimos por los sentidos, sin embargo, están ahí, esperándonos a la vuelta de la esquina. Si la felicidad fuera medible como un trozo de tela; la vida no tendría sentido. Sin intrusismos filantrópicos, pienso que las virtudes y la prudencia, deben estar en proporción directa con la felicidad, dependiendo del mundo interno, de su concepción del yo, de la persona que verdaderamente la asuma; y que no la confunda con los bienes exteriores; sino que los valores y virtudes residan en su propia naturaleza. En mi opinión, los valores y virtudes no llegan por circunstancias fortuitas, no llegan al azar, no los adquirimos por un esfuerzo laboral remunerado; mientras que los bienes materiales sí. Estos últimos aunque son necesarios, no deben imperar en nuestras relaciones humanas.

En suma, pienso que tener riquezas materiales, ser rico sin valores, es malo. Cómo hablar de felicidad, cuando se vive en un mundo lleno y repleto de vicios, cuando los antivalores se hacen presente cada día más, inundando nuestras mentes. Cuando la envidia, sólo por verte contento, saca sus filosos dientes. Cuando nos hacen ver que la prosperidad exclusivamente se concentra en los bienes materiales que posees, metiendo debajo de la mesa o arrinconando los valores intangibles: la prudencia, la templanza y la buena voluntad entre los hombres. Convivir en sociedad hace que pensemos que no debemos vivir aislados, que el individualismo no sea el pan nuestro de cada día. Cuando menciono el término "aislado" no me refiero al término de la distancia, al espacio geográfico, sólo a ese grado de conciencia colectiva que debe invadirnos, en procura de una mejor humanidad, en este mundo impredecible que no sabemos si la felicidad es una ¿realidad o utopía?

¡Muchas gracias, por su atención! Nos vemos debajo de la mata de mango.































 



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José García

abogado. Coronel Retirado.

 jjosegarcia5@gmail.com

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